Una familia con amuletos japoneses
Ni un s¨®lo jugador, ni Pepu Hern¨¢ndez, el seleccionador, ning¨²n directivo, nadie, absolutamente nadie, celebr¨® que Espa?a jugaba la final del Mundial de Jap¨®n. "Est¨¢bamos deprimidos", cuentan desde el vestuario. Pau Gasol, la estrella del equipo, el hermano mayor de una selecci¨®n que se hab¨ªa esforzado en ser una familia, se hab¨ªa lesionado. Y hasta que Pau habl¨® en la comida previa a la final, no se calmaron los ¨¢nimos: "Se ha acabado pensar en m¨ª. El dolor se me quita con el oro. Pensad s¨®lo en el oro."
Espa?a lleg¨® al Mundial convencida de que la mejor estrategia era ponerse en manos de los jugadores. Nada de entrenadores estrella. Nada de pizarras de oro. Por eso la Federaci¨®n eligi¨® a Pepu Hern¨¢ndez como t¨¦cnico: "Le conoc¨ªamos del Estudiantes, donde parec¨ªa que siempre sacaba rendimiento a sus jugadores en situaciones dif¨ªciles. Siempre hab¨ªa un par de jugadores que acababan siendo mejores gracias a ¨¦l", explica ?ngel Palmi, director deportivo de la Federaci¨®n. "Pepu explic¨® el funcionamiento de Espa?a con la teor¨ªa de los tres anillos, el de los jugadores, los directivos y el cuerpo t¨¦cnico", contin¨²a. "Los jugadores eran amigos y en ello ¨¦l se atribuye pocos m¨¦ritos. Su objetivo era potenciar esa amistad y encajar ese anillo en los otros dos. Entendi¨® que los sistemas deb¨ªan adecuarse a los jugadores y sus caracter¨ªsticas, para conseguir que cada uno se expresara con facilidad. En eso ha sido eficaz. Y es importante: en el f¨²tbol ves c¨®mo los mismos futbolistas dan un rendimiento distinto con su club o con la selecci¨®n".
Consciente de que el papel principal correspond¨ªa a sus jugadores, Pepu organiz¨® una concentraci¨®n a su medida. Nadie se quej¨® de que durara casi 60 d¨ªas. La raz¨®n: todos sab¨ªan que la hab¨ªa alargado para que tuvieran dos turnos de 48 horas libres. Adem¨¢s, sus familiares tuvieron libre acceso al hotel en Espa?a y Jap¨®n. "Todos los jugadores se han sentido tremendamente c¨®modos y, por eso, se han expresado sorprendentemente bien", argumenta Palmi. "Son como una familia. Hemos respetado su autonom¨ªa: cada anillo ten¨ªa su zona en la concentraci¨®n, pero siempre bajo el mismo techo. Igual que una comida de familia: por un lado los abuelos, por otro los padres, por otro los novios...no est¨¢bamos todos juntos para controlarles. S¨®lo se les ha pedido respeto al grupo: Pepu les dijo que la situaci¨®n personal de cada uno quedaba supeditada al objetivo com¨²n. Y ¨¦l lo demostr¨® con hechos [al no anunciar el fallecimiento de su padre]".
?No se corri¨® el peligro de que los jugadores se desmandaran? "No. Ellos se llamaban la atenci¨®n entre s¨ª, sin multas: cada vez que uno llegaba tarde, por ejemplo, le gritaban y aplaud¨ªan. Ha habido disciplina sin autoritarismo", dice Palmi. "Es un grupo con gran facilidad para pensar en bromas... se juntaban en una habitaci¨®n, permanentemente, hasta las tantas para jugar a las cartas ?Son 60 d¨ªas juntos!"
Todos los componentes de la selecci¨®n coinciden en definir al equipo como una familia. Y algunos, como Palmi, recurren a an¨¦cdotas para explicar la situaci¨®n: "Yuki y Yuko, nuestras traductoras japonesas, compraron un Taruma japon¨¦s, un mu?eco de la suerte, que nos regalaron en la comida de antes de la final. Llevaba el lema 'hoy vamos a ganar' en japon¨¦s con el dibujo de dos ojos vac¨ªos. Hab¨ªa que colorear uno al pedir el deseo. Y el otro, al conseguirlo", cuenta. Hoy, todos los Taruma de la selecci¨®n tienen los ojos coloreados. Normal: Espa?a es campeona del mundo.
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