Un viaje de la patera a la calle
Teofulus Traoue vive en las calles de Madrid tras haber estado internado en un centro y ser acogido en un albergue y en un piso
Hace casi cuatro meses, Teofulus, maliense de 33 a?os, se confes¨® forofo del Real Madrid en mitad del sal¨®n de su primera casa en Europa y los compa?eros de piso all¨ª presentes, Check y Al¨ª, cameruneses, casi le echan de casa. "?No hay mejor jugador en el mundo que Eto'o!", gru?¨® Al¨ª. "El Bar?a es el primer equipo de Espa?a", a?adi¨® Check. El debate entre merengues y cul¨¦s de Mal¨ª y Camer¨²n se prolong¨® durante unos diez minutos. Finalmente se le concedi¨® a Teofulus el derecho a seguir admirando a Zidane, su jugador favorito.
La escena, que ten¨ªa lugar en Madrid y en franc¨¦s, es irrepetible, porque Zidane ha dejado el f¨²tbol y porque Teofulus duerme ahora en la calle. La casa en la que viv¨ªa era uno de los pisos de acogida de la ONG Grupo Cinco, y los inmigrantes subsaharianos pueden permanecer all¨ª un m¨¢ximo de tres meses. Teofulus los agot¨® hace dos semanas. En el espa?ol que ha aprendido desde aquella apasionada discusi¨®n entre aficiones enemigas, resume: "Se acab¨® mi tiempo en la casa y me puse a buscar otro sitio, pero me ped¨ªan 350 euros por alquilar una habitaci¨®n y no tengo tanto dinero. Cuando me paguen el trabajo, volver¨¦ a buscar, pero de momento vivo aqu¨ª", dice se?alando un banco en una c¨¦ntrica calle madrile?a.
El sueldo que espera cobrar se lo ha ganado levant¨¢ndose todos los d¨ªas a las 4.30 para llegar a tiempo y pelear con otros subsaharianos, rumanos y colombianos por una plaza en uno de los tres veh¨ªculos que pasan cada ma?ana por una plaza madrile?a buscando peones de construcci¨®n. "Se baja un hombre y empieza a preguntar muy r¨¢pido: ?t¨² tienes papeles? ?Y t¨²? ?T¨²? -explica Teofulus -. Se llama Edu y es muy simp¨¢tico. Nos lleva siempre a las afueras de Madrid, donde no hay metro, y luego nos trae de vuelta. En el camino me suele preguntar si estoy cansado. Yo respondo siempre lo mismo: 'Un poquito', y nos re¨ªmos".
Teofulus no tiene papeles, pero ha alquilado unos. "Me los deja un compa?ero que lleva diez a?os aqu¨ª. Le tuve que pagar 190 euros, pero no es mucho teniendo en cuenta que es la ¨²nica forma que tengo de poder trabajar y ganar dinero por m¨ª mismo. Antes s¨®lo pod¨ªa trabajar de vez en cuando en la construcci¨®n y de noche, que no hay controles. Ahora con los papeles es m¨¢s f¨¢cil", asegura. Cuando los necesita para firmar contratos, su amigo se los cede un rato. Nadie percibe la diferencia.
En Mal¨ª, Teofulus ten¨ªa dos trabajos (alba?il y tendero), una mujer y cuatro hijos. El m¨¢s peque?o, de cuatro a?os, muri¨® hace apenas un mes. Teofulus se enter¨® cuando llam¨® a su esposa, Aoua, de 25 a?os, hace dos semanas. Hablan poco, una vez al mes m¨¢s o menos, pero la conversaci¨®n siempre es parecida: "Ella me pide que le env¨ªe dinero, ropa, comida, y yo le digo que espere, que todav¨ªa no puedo mandarle nada", r¨ªe Teofulus reproduciendo los mismos gestos que hace cuando le pide a su mujer el imposible, que tenga paciencia. La ¨²ltima vez que hablaron, Aoua no pidi¨® nada. "Me dijo que nuestro hijo se hab¨ªa puesto enfermo y hab¨ªa muerto. Ella est¨¢ muy triste. Yo tambi¨¦n".
Teofulus hace una pausa y luego se encoge de hombros. Finalmente, dice: "No quiero quedarme aqu¨ª para siempre. He venido a Espa?a para poder volver con dinero a Mal¨ª. Aqu¨ª, 200 euros no es mucho, pero en mi pa¨ªs es una fortuna. Quiero ganar mucho dinero, volver a Mal¨ª, hacerme una casa enorme para vivir con mi familia, comprarme un coche y ser un gran patr¨®n". Mientras lo dice parece hacer c¨¢lculos sobre cu¨¢nto dinero necesita y cu¨¢nto tiempo le va a costar conseguirlo. Hace otra pausa y confiesa: "Todav¨ªa no he ahorrado nada".
Vino a Espa?a para tener una casa m¨¢s grande y un coche, y lo hizo arrastrando una patera con otros 12 hombres durante 13 d¨ªas desde Mauritania hasta Canarias. El billete le cost¨® 1.000 euros, muchos meses de ahorro y deudas con toda la familia. Dice que el viaje "fue bien", pero sabe que muchos mueren en ese mismo camino. "Cuando mi mujer me dice que alguien quiere venir, le pido que les diga que esperen. Que no vengan en patera, que usen el dinero para venir en avi¨®n. Es muy peligroso", dice. Pese a todo, Teofulus asegura que no tuvo miedo en la patera, pero confiesa que no le hizo mucha gracia el viaje en avi¨®n hasta Madrid. "Era la primera vez que volaba y me asust¨¦ un poco", r¨ªe.
Respir¨® con alivio al aterrizar en la capital y comenz¨® su periplo por albergues y casas de acogida. Los tres primeros meses vivi¨® en un albergue de la Cruz Roja, y los tres siguientes, en el piso para subsaharianos de la ONG Grupo Cinco. En el piso, con Check y Al¨ª, cul¨¦s y pese a todo camaradas, pas¨® sus mejores momentos en Espa?a. Cocinaba cuando le tocaba el turno y com¨ªa tres veces al d¨ªa. Se enganch¨® a la telenovela Rub¨ª en Antena 3 con el resto de sus compa?eros, y asegura que, hasta el momento en el que se fue acercando la fecha l¨ªmite de los tres meses, fue "feliz".
Teofulus inaugura su segunda semana en la calle y se acuesta pronto, a las once. Edu le espera temprano.
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