Comer mejor por miedo a engordar
Aumentan los adolescentes que conocen bien los alimentos saludables y hacen dieta sana
Existe la creencia de que la mayor¨ªa de adolescentes come muy mal; que se atiborran de boller¨ªa industrial, refrescos y patatas fritas, que eluden las verduras, las legumbres y la fruta y que est¨¢n abandonando a toda velocidad la dieta mediterr¨¢nea. De hecho, casi el 80% de los padres consideran que los adolescentes siguen una alimentaci¨®n poco saludable y que si les dejaran, s¨®lo se alimentar¨ªan de comida basura. ?Es realmente as¨ª? Pues no exactamente: aunque es cierto que una parte de los adolescentes siguen una dieta desequilibrada, cada vez m¨¢s chicos y chicas de entre 10 y 18 a?os comen de manera razonablemente sana y conocen bien qu¨¦ alimentos son sanos y cu¨¢les deben evitarse.
?sta es la conclusi¨®n de una investigaci¨®n de la Universidad de Girona y la de las Islas Baleares dirigida por Ramon Canals y Jordi Pich, en un proyecto de la Direcci¨®n General de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica. Pero el estudio tambi¨¦n ha revelado que los adolescentes, y especialmente las chicas, sufren enormemente por su f¨ªsico: el 55% de los adolescentes no est¨¢n satisfechos con su peso y el 11% creen que los compa?eros se r¨ªen de ellos por esta raz¨®n.
El estudio (Factores cognitivos y actitudes relacionadas con el consumo de alimentos en la poblaci¨®n de 10 a 18 a?os) indaga los h¨¢bitos y creencias de los j¨®venes teniendo en cuenta que, seg¨²n Jordi Pich, profesor de Psicolog¨ªa de la Universidad de las Islas Baleares, "hay aspectos de la alimentaci¨®n en los que las actitudes son m¨¢s importantes que los conocimientos". Para ello se ha estudiado a 1.663 ni?os y j¨®venes, mitad chicos y mitad chicas, de 49 centros escolares de la isla de Mallorca, con encuestas simult¨¢neas a sus padres.
La primera sorpresa ha sido observar una fuerte discrepancia entre la valoraci¨®n que hacen los padres y el comportamientos de los hijos. "El 79% de los padres piensan que los adolescentes siguen una dieta poco saludable, pero diversos indicadores del estudio apuntan lo contrario", explica Ramon Canals, profesor em¨¦rito de la Universidad de Girona. Entre el 38% y el 50% de los padres, seg¨²n los tramos de edad, creen que la dieta de sus hijos es "bastante mejorable y deficiente", el 57% querr¨ªa que consumieran m¨¢s verduras y el 52% desear¨ªa disminuir la cantidad de boller¨ªa. El estudio, sin embargo, observa una "importante evoluci¨®n de las preferencias en la etapa adolescente" dirigida mayoritariamente a "aceptar de forma aparentemente espont¨¢nea pero progresiva los alimentos considerados apropiados". Ya a los 10 a?os, la verdura, la fruta, el pescado e incluso las legumbres son m¨¢s valorados que los dulces o los helados.
La mitad de los chicos reconocen que sus padres se enfadan a menudo con ellos a causa de la comida, lo que constituye un indicador positivo porque significa que las familias se preocupan por la nutrici¨®n. En cualquier caso, gran parte de los adolescentes conocen bien qu¨¦ alimentos son saludables y qu¨¦ alimentos perjudican su salud. Eso significa que la pol¨ªtica de promoci¨®n de una dieta saludable est¨¢ dando sus frutos en un momento en el que el sedentarismo y los desequilibrios en la nutrici¨®n han hecho que la obesidad infantil haya pasado en los pa¨ªses ricos del 5% al 15% en apenas dos d¨¦cadas.
La adolescencia es un periodo de intensas demandas biol¨®gicas, pero los ni?os de ahora son mucho m¨¢s sedentarios: han sustituido el bal¨®n y los juegos en la calle por la consola, el ordenador y la televisi¨®n. Y adem¨¢s est¨¢n sometidos, como no hab¨ªa ocurrido antes, a la presi¨®n constante de una poderosa industria que multiplica la oferta y les incita a consumir alimentos con elevadas dosis de az¨²cares y grasas nocivas, justo en una edad en que necesitan muchas calor¨ªas. "Los adolescentes comen con la cabeza tanto o m¨¢s que con la boca y ahora se produce adem¨¢s una circunstancia extraordinaria: ya no se come para satisfacer necesidades biol¨®gicas. Nuestra cultura ha transformado la necesidad biol¨®gica en una necesidad social y psicol¨®gica", explica Canals.
Pese a todo, hay una elevada proporci¨®n de j¨®venes que evitan los alimentos considerados poco saludables pero en muchos casos no lo hacen tanto por cuidar la salud como por el miedo a engordar. El estudio concluye que "existe una franja considerable de poblaci¨®n joven predispuesta a hacer una alimentaci¨®n sana y restringir si conviene la ingesta", para lo cual hacen r¨¦gimen a menudo. Como ocurre en otros pa¨ªses, "todo apunta a que aquellos que comen de manera m¨¢s equilibrada y sana lo hacen porque aplican un r¨¦gimen que tiene por objetivo primero y principal, casi exclusivo, el miedo a engordar y al rechazo de los propios compa?eros", concluye el estudio.
Si bien muchos de los comportamientos y h¨¢bitos alimentarios se establecen en la primera infancia, es en la adolescencia cuando emergen con fuerza las preferencias. Pero ahora est¨¢n sometidos a una fuerte presi¨®n para que consuman productos muy cal¨®ricos, mientras que se ensalza la delgadez como valor cultural predominante. "Es la terrible contradicci¨®n de la sociedad moderna: primero crea obesos y luego les repudia", dice Ramon Canals.
Terrible contradicci¨®n que en una parte minoritaria, pero significativa, puede conducir a un trastorno de la alimentaci¨®n como la anorexia o la bulimia. Y en la mayor¨ªa de los casos al sufrimiento. Los j¨®venes, y especialmente las chicas, viven obsesionados por no engordar. El 54% de las chicas y el 34% de los chicos confiesan que les gustar¨ªa reducir su peso y casi el 25% de los ni?os y adolescentes afirman que han hecho alguna vez dieta para adelgazar, con claro predominio de las chicas (15,57%) sobre los chicos (9,38%). Es significativo que el 14,22% de los chicos tambi¨¦n quieran modificar su peso, pero en este caso al alza.
La imagen corporal es importante en todas las edades, pero en el grupo de 15 y 16 a?os, 6 de cada 10 chicos y chicas afirman no estar satisfechos con su peso a pesar de que cuando se les pide que identifiquen su propia figura en una gradaci¨®n de muy delgado a muy obeso, s¨®lo el 3% de las chicas se sit¨²a en la que corresponde a una figura obesa, cuando el 65% afirma que desear¨ªa una figura delgada. En el caso de los chicos, la percepci¨®n y la realidad est¨¢n m¨¢s ajustadas: el 12% se atribuye el perfil de figura obesa, pero s¨®lo el 10% querr¨ªa perder peso. A pesar de todo, Jordi Pich saca una conclusi¨®n positiva: "Hay chicos que hacen dieta por miedo a engordar, pero con el conocimiento que tienen ahora sobre qu¨¦ alimentos son saludables, hay m¨¢s posibilidades de que sigan una dieta razonable".
Cenas fugaces
La informaci¨®n no es suficiente a veces para cambiar los h¨¢bitos, por eso el estudio indaga tambi¨¦n en los condicionantes ambientales y confirma que la comida est¨¢ dejando de ser un elemento de encuentro familiar. Durante el fin de semana, el 92% de las familias se re¨²nen para comer, pero durante la semana s¨®lo lo hace el 47%. En la mayor¨ªa de los hogares, la comida com¨²n es la cena, pero es un encuentro fugaz: en el 65% de las familias apenas dura entre 15 y 30 minutos y en el 9%, menos de 15. El estudio muestra que los ni?os de medios econ¨®mica y culturalmente mejor dotados tambi¨¦n tienen mejores h¨¢bitos diet¨¦ticos. Los nutricionistas recomiendan realizar cinco comidas al d¨ªa, pero la mitad de los adolescentes confiesa que saltan una o m¨¢s: uno de cada cuatro se salta el desayuno y uno de cada dos la merienda. En contrapartida, el 68% dice que pica entre comidas, aunque la mitad pican productos saludables como yogures, frutas, zumos o galletas, y la otra mitad, productos como boller¨ªa industrial, dulces o bebidas carb¨®nicas. Y tres de cada cuatro asegura que le gusta frecuentar cadenas de comida r¨¢pida.
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