Astrid Varnay, mito de la interpretaci¨®n wagneriana
Conocida como la "Callas del Norte", destac¨® por el poder de su registro y su teatralidad
La primera semana de agosto se desped¨ªa de este mundo a los 90 a?os la soprano alemana Elisabeth Schwarzkopf. Un mes despu¨¦s se ha ido a los 88 Astrid Varnay. Con la primera desaparec¨ªa tambi¨¦n un s¨ªmbolo en la comprensi¨®n de Richard Strauss, con la segunda uno de los mitos de la interpretaci¨®n wagneriana. Y entre ambos fallecimientos hubo un tercero, el del gran tenor mozartiano Leopold Simoneau. La l¨ªrica est¨¢ de luto grande en estas semanas finales del verano. Pero la muerte incentiva el recuerdo. Y el arte sale catapultado en las reflexiones y sentimientos que los fallecimientos suscitan.
El deseo de prolongar la vida de una cantante fallecida lleva inevitablemente al disco, su testamento de dominio p¨²blico. En el caso de Astrid Varnay fui impulsivamente a la recreaci¨®n de dos de sus personajes fundamentales: Senta y Brunilda. Los dos de Wagner, los dos en versiones dirigidas por Hans Knappertsbuch, una de 1955, la otra de 1956. Ella en sus memorias elige los roles de Ortrud y Elektra como los que quiz¨¢ mejor la retratan vocal y dram¨¢ticamente. Pero su Senta y su Brunilda son, a mi modo de ver, particularmente inigualables. No puede morir alguien q
ue canta as¨ª. El disco permite esta inmortalidad art¨ªstica. A ello me remito como tarjeta de presentaci¨®n de Astrid Varnay.
Nacida casualmente en Estocolmo el 25 de abril de 1918, Ibolyka Astrid M¨¢ria V¨¢rnay es hija de padres cantantes de origen austroh¨²ngaro. Sus primeros pasos esc¨¦nicos los dio en Estados Unidos. En Brooklyn en 1937 junto a su madre en Il trovatore verdiano; en el Metropolitan de Nueva York el 6 de diciembre de 1941 como Sieglinde de La Walkyria, en sustituci¨®n de ¨²ltima hora de Lotte Lehmann. Naci¨® una estrella aquella noche.
En el Festival de Bayreuth debut¨® en 1951 como Br¨¹nnhilde en El anillo del Nibelungo, recomendada nada menos que por la noruega Kirsten Flagstad, seguramente la mejor Isolda de todos los tiempos. En Bayreuth hizo historia al ser contratada sin audici¨®n previa, participando all¨ª todos los veranos sin interrupci¨®n hasta la edici¨®n de 1968, en lo que fueron los a?os m¨¢s memorables de su carrera. Cant¨® la mayor¨ªa de los papeles wagnerianos de soprano dram¨¢tica. Y todos ellos con una personalidad indiscutible y unas magn¨ªficas dotes de actriz. "Para qu¨¦ quiero un ¨¢rbol en escena cuando tengo a Astrid Varnay", dijo Wieland Wagner. Con el paso del tiempo ensanch¨® sus registros medio y grave y perdi¨® consistencia en el agudo, iniciando en la d¨¦cada de los setenta una segunda etapa art¨ªstica en la tesitura de mezzosoprano, llevada con ¨¦xito hasta su ¨²ltima representaci¨®n a mediados de los noventa en M¨²nich como el Ama del Zar en Boris Godunov, de Mussorgski. El balance es impresionante: 2.000 representaciones con m¨¢s de 50 personajes.
La "Callas del Norte", la "inalcanzable", destac¨® por la homogeneidad y poder de su registro central, por su fiato, por sus reguladores y su teatralidad. Public¨® sus memorias en 2000 en una edici¨®n de la universidad de Boston bajo el t¨ªtulo 55 years in five acts. My life, con pr¨®logo de Wolfgang Wagner. Su discograf¨ªa es indispensable en Wagner y Strauss, pero tambi¨¦n contempla autores como Janacek, Verdi, Stravinski o Giordano.
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