Brown se muda al 10 de Downing Street
El ministro de Hacienda y aspirante a jefe de Gobierno ser¨¢ vecino de Blair, que vive en el n¨²mero 11 por tener familia numerosa
Gordon Brown anunci¨® ayer su inminente mudanza al 10 de Downing Street. Aunque se trata de la residencia oficial del primer ministro, el cambio no significa que sea (ya) el jefe del Gobierno brit¨¢nico. Brown intercambi¨® con los Blair las residencias que a ambos les correspond¨ªan al llegar al Gobierno hace casi 10 a?os porque la suya, en el n¨²mero 11, era m¨¢s amplia (entonces era soltero), y el primer ministro ten¨ªa una familia numerosa y necesitaba m¨¢s espacio para vivir.
El cambio de residencia de Brown ha llegado en el peor momento, cuando sus aspiraciones de ocupar no ya el apartamento, sino el despacho del primer ministro y las reticencias de ¨¦ste a darle paso han provocado una profunda crisis en el Partido Laborista. El canciller del Exchequer quer¨ªa anunciar la mudanza m¨¢s adelante, pero todo ha saltado por los aires porque Cherie Blair recibi¨® un d¨ªa un paquete de cortinas nuevas que ella no hab¨ªa encargado. En realidad eran para los Brown y la noticia acab¨® filtr¨¢ndose a la prensa.
La explicaci¨®n oficial de la mudanza es que el canciller del Exchequer, que ahora est¨¢ casado y tiene dos ni?os de corta edad, necesita m¨¢s espacio para su familia y los servicios de seguridad -que protegen 24 horas al canciller y su familia desde los atentados en Londres del 7-J de 2005- prefieren que vivan de forma definitiva en el piso oficial de Downing Street.
Cuando los laboristas llegaron al Gobierno, en 1997, Brown no tuvo inconveniente en quedarse con el apartamento privado del n¨²mero 10 y ceder el del 11 de la misma calle a Tony y Cherie Blair. Los Blair ten¨ªan entonces tres hijos adolescentes y a¨²n tendr¨ªan un cuarto hijo poco despu¨¦s. Brown ha utilizado desde entonces el piso del n¨²mero 10 como despacho de d¨ªa y en las cenas y tertulias poscena, pero segu¨ªa durmiendo en su cercano piso de soltero, a tiro de piedra de su despacho como responsable del Tesoro y cerca tambi¨¦n de Downing Street.
La llegada de los Brown no ha sido recibida con mucho entusiasmo por Cherie Blair, al decir de la prensa brit¨¢nica. La combativa esposa del primer ministro no tiene demasiadas ganas de encontrarse constantemente a los vecinos por los pasillos que comunican las residencias privadas y los despachos oficiales que conforman las laber¨ªnticas dependencias de Downing Street.
Mientras Cherie aclaraba de qui¨¦n eran las cortinas, su esposo lidiaba con uno de los momentos menos gratos del a?o: su habitual discurso en el congreso de los sindicatos. Blair fue recibido con un peque?o desaire cuando una treintena de delegados de tres sindicatos abandonaron la sala en protesta por su presencia.
Luego fue silbado en varias ocasiones, sobre todo cuando lanz¨® una encendida defensa de la invasi¨®n de Irak para derrocar al r¨¦gimen de Sadam Husein mientras numerosos delegados le reprochaban sus decisiones en materia de pol¨ªtica exterior y le ped¨ªan con pancartas que dejara el cargo de inmediato.
El primer ministro, molesto, pidi¨® a los congresistas que al menos escucharan sus argumentos y reservaran sus comentarios para la posterior sesi¨®n de preguntas y respuestas.
Blair hizo una defensa de las mejoras conseguidas por el laborismo en sus casi 10 a?os de Gobierno y advirti¨® a los activistas sindicales que "la cruda realidad es que no hay ning¨²n Gobierno perfecto" y que nunca habr¨¢ ninguno que satisfaga plenamente sus posiciones. "Pero es mucho mejor hacer remiendos aqu¨ª que estar en la oposici¨®n aprobando resoluciones que nadie escucha o que son imposibles de aplicar", les espet¨®. Los congresistas le despidieron con un cort¨¦s pero fr¨ªo aplauso final. El ¨²ltimo, porque en el pr¨®ximo congreso sindical, Tony Blair ya no ser¨¢ primer ministro.
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