El caim¨¢n de Collserola
Corr¨ª a ver al cocodrilo cazado con el trauma a¨²n de la muerte del cazador de cocodrilos. Llegu¨¦ para admirar a la bestia mientras el cielo se desplomaba como si se desatara el monz¨®n y el Llobregat serpenteaba turbio y salvaje crey¨¦ndose el Zambeze.
Agarrado por el cuello y por la base de la cola, el cocodrilo agitaba levemente las patas y miraba alrededor con cara de circunstancia. "No sabemos a¨²n si es macho o hembra", se?al¨® Joaquim Soler, director del centro de recuperaci¨®n de reptiles y anfibios de Catalu?a (CRARC) de Masquefa mientras los presentes mir¨¢bamos perplejos el blanco y escamoso vientre del animal. "Para dilucidar el sexo, hay que meter el dedo en la cloaca y palpar a ver si tiene pene, pero es muy molesto". Asentimos. El cocodrilo pareci¨® tragar saliva. Soler lo devolvi¨® cari?osamente al acuario y el que ya se ha convertido en el saurio m¨¢s famoso del pa¨ªs se qued¨® flotando con ojillos malhumorados y expresi¨®n quisquillosa, lo que es l¨®gico si se piensa que a¨²n no le hab¨ªan dado de comer.
El cocodrilo, en puridad un caim¨¢n suramericano, un yacar¨¦ como los que describi¨® La Condamine tomando el sol en las playas del Mara?¨®n, goza del singular prestigio de ser el primero de su clase en ser hallado en libertad en el medio natural en Catalu?a. Es tambi¨¦n pionero en haber mordido a una persona -que trataba de cogerlo, es cierto- en plena naturaleza, concretamente en Collserola. El animal, que no tiene nombre aunque la justicia po¨¦tica pide a gritos que se le bautice con el del recientemente traspasado (y valga la palabra) Steve Irwin -the crocodrile hunter-, mide 90 cent¨ªmetros, pero de mayor puede llegar a los 2,5 metros, y est¨¢ bien de salud a excepci¨®n de que le falta un trocito de la punta de la cola. En cambio tiene todos los dientes, que son muchos. Es joven, no m¨¢s de tres a?os.
Fue hallado el martes en el pantano de Can Borrell en la monta?a de Collserola, un lugar, hay que convenir, en el que es mucho menos usual la presencia de cocodrilos que en, pongamos por caso, las orillas de Mballamballa. "Recibimos un aviso en el tel¨¦fono de emergencias", me explic¨® el subinspector del Cuerpo de Agentes Rurales de Barcelona, Jaume Torralba, "y al principio ¨¦ramos incr¨¦dulos". Unas personas que paseaban por el lugar -seis miembros de dos familias- observaron entre los peces al cocodrilo e, imprudentemente, trataron de capturar al animal con un lazo y una camiseta (el pernicioso ejemplo de Irwin ha cundido). En la acci¨®n, digna de Hatari!, un adulto, el padre de una de las familias, result¨® mordido, levemente, en una mu?eca. Tuvo m¨¢s suerte que Shebane, el escopetero de Arthur Neumann, al que un cocodrilo se lo llev¨® entre las mand¨ªbulas el a?o nuevo de 1896 "como una garza a un pescado", seg¨²n el estremecido testimonio del cazador. "Fueron muy valientes, pero no debieron arriesgarse sin medidas de seguridad, pod¨ªa haberles hecho mucho m¨¢s da?o", abund¨® Torralba. Una medida de seguridad indiscutible, piensa uno, es llevar un Holland & Holland.375 como el que us¨® Clark Gable, fine shot adem¨¢s de actor, para impedir que un cocodrilo devorara a un t¨¦cnico de sonido durante el rodaje de Mogambo.
Los agentes se encargaron del caim¨¢n, que fue trasladado al CRARC, donde va a vivir, esperemos que larga y felizmente. El reptil fue objeto ayer de una atenci¨®n digna de una gran figura medi¨¢tica. Televisiones, radios y prensa escrita -incluido este enviado especial a los cocodrilos- hicieron cola para verle en su acuario de cuarentena flanqueado por una boa albina y una pit¨®n con dermatitis recogida en un contenedor de basura de L'Escala. "Es su momento de gloria", apunt¨® el veterinario del centro, Albert. "La verdad es que se ve¨ªa venir que un d¨ªa aparecer¨ªa un cocodrilo en el campo, porque la gente cada vez deja ir cosas m¨¢s raras", reflexion¨®. "Es un caim¨¢n originario de Sudam¨¦rica, claramente fuera de lugar aqu¨ª", explic¨® por su parte Soler. Dijo que en Catalu?a se ha hallado otros cocodrilos en libertad pero siempre dentro del casco urbano, lo que cuesta determinar si es un mensaje tranquilizador. Dos fueron encontrados al pie de un balc¨®n del que se hab¨ªan ca¨ªdo, sin m¨¢s explicaci¨®n, y otro apareci¨® a las puertas de un centro de recuperaci¨®n de reptiles de Lleida, en una caja de cart¨®n, "como un beb¨¦", seg¨²n describi¨® Soler con ternura de herpet¨®logo. El naturalista critic¨® a los que adquieren mascotas ex¨®ticas, sin mirar a nadie. Para Soler que alguien abandone un cocodrilo resulta cabreante -y a ¨¦l no le ha mordido- aunque en la mentalidad del due?o el infame acto a menudo tiene un descerebrado lado rom¨¢ntico, dijo, "de liberar a Willy".
Es dif¨ªcil saber si nuestro caim¨¢n habr¨ªa prosperado en su cazadero de Collserola. "Es una criatura tropical. Un cambio brusco de temperatura lo habr¨ªa matado, pero con un invierno calentito hubiera podido sobrevivir libre". Libre para crecer y aumentar el tama?o de sus presas...
El cocodrilo va a convivir con otros tres de la misma especie que han recalado en el centro. Esperemos que se aclare con el sexo. Soler dijo que no se lo puede dar en adopci¨®n y se oy¨® alg¨²n suspiro de alivio.
Me qued¨¦ un rato a solas con el bicho tratando de sondear sus pensamientos. Del cuerpo mojado emanaba un embriagador perfume de aventura. Agit¨¦ una mano ante las fauces y un brill¨® de inter¨¦s asom¨® a los ojos fr¨ªos. Extra?o mundo. Qui¨¦n te iba a decir que har¨ªas salivar a un caim¨¢n un lluvioso mediod¨ªa en Masquefa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Jacinto Ant¨®n](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fd95ad6a9-2f34-4f5b-89ec-ae39133965dc.png?auth=672bc54fe16083324b97a7e23f3d2e99a936333529c7e95ef224ac86d3fa5a18&width=100&height=100&smart=true)