"Espa?a ha olvidado demasiado pronto el franquismo"
Manuel Huerga presenta el filme sobre el anarquista Puig Antich, muerto a garrote vil
La muerte de Salvador Puig Antich el 2 de marzo de 1974 en la c¨¢rcel Modelo de Barcelona con garrote vil le descubri¨® a Manuel Huerga el verdadero rostro del franquismo. Tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, acept¨® el encargo del productor Jaume Roures para dirigir Salvador y revelarles ese mismo rostro imperturbable del franquismo que conden¨® a un anarquista, en un proceso plagado de irregularidades, por el asesinato de un polic¨ªa, a las generaciones que nunca lo vieron de frente.
"Creo que este pa¨ªs se ha olvidado muy pronto del franquismo y eso me da mucho miedo", dec¨ªa ayer Huerga, director de Salvador, que se estrena ma?ana. "Vale la pena no olvidar que este salvajismo ocurri¨® aqu¨ª hace cuatro d¨ªas", se?alaba Jaume Roures. Coinciden ambos en que la sociedad espa?ola padece amnesia y Salvador es un alegato contra ella, contra la pena de muerte, contra la injusticia, contra "la idea de que la Espa?a de los setenta era la del seiscientos".
Los primeros en curarse de esta patolog¨ªa han sido los propios actores. A algunos les sonaba el nombre, otros no lo hab¨ªan escuchado nunca, pero todos asintieron al escuchar las palabras pronunciadas ayer por Leonor Watling en la presentaci¨®n de la pel¨ªcula en Madrid: "Pocas veces en la vida tienes la sensaci¨®n de contar una historia que debe ser contada".
El actor hispano-alem¨¢n Daniel Br¨¹hl interpreta, en su primera incursi¨®n en el cine espa?ol, a Salvador Puig Antich. "Ten¨ªa miedo de hacer el papel, es un personaje complicado, demasiado importante, un poco como un icono, pero Manel [Huerga] insisti¨®, me dijo que no quer¨ªa hacer una pel¨ªcula sobre un santo, un m¨¢rtir o un h¨¦roe". Para ¨¦l, la pel¨ªcula se divide en dos partes diferenciadas. La primera: la juventud, la diversi¨®n, la acci¨®n; y la segunda, la m¨¢s dif¨ªcil, los momentos duros en la c¨¢rcel. "Las ¨²ltimas secuencias fueron las peores, estaba en trance, me pasaba el d¨ªa de un lado a otro como un tigre escuchando m¨²sica de Bach que le gustaba a Salvador, imagin¨¢ndome mi propia muerte, estaba hecho polvo", explic¨®.
En los buenos y en los malos momentos (sobre todo en estos ¨²ltimos) lo arropan sus hermanas -a quienes ha gustado la apuesta cinematogr¨¢fica de Huerga-; el abogado Oriol Arau, interpretado por Trist¨¢n Ulloa -"es un hombre con un tenedor en una tierra de sopas, ?qu¨¦ sentido tiene ser abogado en un tiempo en que no hay justicia?", se pregunta Ulloa-; Cuca (Leonor Watling), su primera novia -"ella pertenec¨ªa a la Espa?a del medio, a los que segu¨ªan con su vida en silencio"-, o Margalida (Ingrid Rubio), otra de sus novias -"en un momento donde no hab¨ªa libertad, ella decide ser a su manera en el sexo, las drogas, la m¨²sica"-. Al otro lado, el de la autoridad, estaba el funcionario de prisiones Jes¨²s Irurre, interpretado por Leonardo Sbaraglia. "?l es punta de lanza del poder, del castigo, apoya el sistema y ve lo diferente como a ratas. Pero la humanidad de Salvador le convierte en otra persona". Poco despu¨¦s, Irurre fundar¨ªa la Coordinadora Presos en Lucha (Copel) y se convertir¨ªa en un gran activista a favor de los derechos de los presos y los funcionarios.
El estreno de la pel¨ªcula coincide (como ya muchos han advertido) con la tramitaci¨®n de la Ley de la Memoria Hist¨®rica. "Un momento como otro cualquiera", resuelve Huerga, quien cree que las explicaciones a este respecto "sobran". La historia de Salvador podr¨ªa haberse contado antes, concede Huerga, tambi¨¦n mucho m¨¢s tarde. "Los temas de la historia reciente de Espa?a cuesta sacarlos y creo que hay cosas que no deben tardar en salir". Y es que para el director catal¨¢n la historia es un material magn¨ªfico. "En Espa?a tenemos la Guerra Civil, la posguerra, incluso un ¨¦poca apasionante como la Inquisici¨®n", asegura. Y la motivaci¨®n para destaparlos no ser¨ªa ni el revanchismo, ni el oportunismo; simplemente, la terapia.
Babelia
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