D¨ªas de duelo
D¨ªas dif¨ªciles en Canal Sur. Tienen que elaborar el duelo de dos p¨¦rdidas estructurales de la cadena, dos desapariciones sobrevenidas cuando la nueva temporada est¨¢ ya demasiado cerca y que afectan a dos reclamos esenciales de la televisi¨®n auton¨®mica.
Han perdido, en primer lugar, al Juan y Medio de cada d¨ªa, que ha sido el punto m¨¢s s¨®lido de toda la programaci¨®n de la casa. El recurso fundamental de este presentador es su naturalidad, la seguridad de que todo el mundo lo encontrar¨¢ cercano, una especie de vecino ideal tranquilo y comprensivo que escucha con agrado y que nunca va a poner su imagen personal por encima del formato al que sirve. Por eso funciona tan bien como veh¨ªculo de un cierto tipo de televisi¨®n familiar (y tambi¨¦n familiarista) que llega con enorme facilidad. ?l la ha conducido sin contratiempos ni chirridos, con los mayores y los peque?os, en ocasiones haciendo equilibrios, pero con el resultado infalible de fidelizar a una audiencia muy amplia y poco amiga de novedades o atrevimientos ni formales ni de contenidos. Era, por decirlo as¨ª, un formato de perfil bajo pero muy s¨®lido, como de toda la vida, con sus apelaciones elementales a las cosas de la vida diaria le¨ªdas en una clave comprensiva y, hay que insistir en ello, muy familiar. ?Funcionar¨¢ esa f¨®rmula con otro presentador? Canal Sur ha hecho ya programas de este tipo con otros profesionales, pero parece claro que nunca hab¨ªan alcanzado la credibilidad de esta ¨²ltima versi¨®n. Es una televisi¨®n indiscutiblemente a?eja pero de resultados muy seguros. ?Qu¨¦ hacer ahora? El p¨²blico va a recuperar a Juan y Medio en otro programa de vocaci¨®n familiar y muy probado ya, El precio justo, ahora en Antena 3. Pero ?y la nuestra?
El otro duelo que tiene que elaborar Canal Sur es el de la p¨¦rdida del f¨²tbol de primera divisi¨®n. Le ha pasado lo mismo que a TVE. Y eso debe significar algo. Las televisiones p¨²blicas han basado su estrategia durante demasiado tiempo en pisar con prepotencia presupuestaria el terreno de las cadenas privadas para competir con ellas, dejando s¨®lo el espacio estrictamente imprescindible a la programaci¨®n m¨¢s propia de emisores p¨²blicos. Eso ha venido provocando un d¨¦ficit escandaloso que se maquilla en los balances con nombres pintorescos pero que no deja de ser una carga tremenda sobre los presupuestos p¨²blicos respectivos. Ahora, cuando en el mismo terreno del mercado pierden la batalla por el f¨²tbol, se encuentran ante una coyuntura in¨¦dita que, en el fondo, no es tan negativa.
Porque lo cierto es que, sin tener que pagar la fabulosa factura del f¨²tbol, Canal Sur es ahora una empresa mucho m¨¢s rica en dinero y en tiempo. Antes gastaba, en s¨®lo dos horas de programaci¨®n, una verdadera fortuna que ahora puede rendir mucho mejor en toda la parrilla. Ese dinero que no va a emplearse en el f¨²tbol puede servir, adem¨¢s, para tapar agujeros como el de las ayudas al audiovisual tanto tiempo pendientes. O para producir programas que signifiquen m¨¢s riesgo econ¨®mico a cambio de una calidad distinta, menos indigente culturalmente, menos condicionada por la necesidad de hacer algo parecido a lo habitual en las cadenas privadas. Pero ya veremos.
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