Un candidato socialista para Madrid
Cuando Trinidad Jim¨¦nez fue nombrada candidata a la alcald¨ªa de Madrid, el PSOE la cre¨ªa una apuesta segura. Era mujer, guapa y parec¨ªa resuelta. La vieron como una opci¨®n antit¨¦tica del entonces alcalde ?lvarez del Manzano al que consideraban obviamente menos atractivo, rancio y gastado. Por aquellas fechas nadie hablaba de Gallard¨®n como alcalde, los nombres que sonaban en el lado popular eran Esperanza Aguirre, Mercedes de la Merced e incluso Rodrigo Rato.
Con ese baile de figuras estaba el PP en mayo de 2002 cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar decidi¨® salir de dudas y encargar una macroencuesta cuyos resultados pusieron los pelos de punta a los inquilinos de G¨¦nova. Su mayor¨ªa absoluta en la capital corr¨ªa serio peligro, tanto que ni el propio Manzano ni ninguna de las alternativas que manejaban garantizaban en lo m¨¢s m¨ªnimo el gobierno de la Villa. Con esos datos en la mano, el entonces presidente del Gobierno tom¨® una decisi¨®n inesperada para asegurarse el control de la capital.
Ser¨ªa bueno que eligieran a alguien con ganas de volcarse con la ciudad
Ante el pasmo general pidi¨® al presidente regional Alberto Ruiz-Gallard¨®n que abandonara la batalla auton¨®mica y pugnara por la alcald¨ªa de Madrid. La noticia cay¨® como una bomba en el PSOE aunque de muy distinta forma seg¨²n qu¨¦ despachos. En el de Rafael Simancas estaban euf¨®ricos.
Hasta ese instante nadie daba un duro por ¨¦l frente al fornido Gallard¨®n y el cambio de rival le pon¨ªa de verdad en la carrera. La candidatura del PP en la Comunidad quedaba abierta y las dos alternativas barajadas eran P¨ªo Garc¨ªa Escudero y una Esperanza Aguirre cuya dimensi¨®n pol¨ªtica no era desde luego la de ahora. Simancas se ve¨ªa presidente, y de hecho lo hubiera sido de no mediar la traici¨®n de Tamayo. Por el contrario, a Trinidad Jim¨¦nez se le cay¨® el alma a los pies. La decisi¨®n de Aznar, por m¨¢s que ella lo negara, cambiaba completamente sus expectativas. "Gallard¨®n era mucho Gallard¨®n", le dec¨ªan en tono de p¨¦same. Aunque sac¨® una nota digna, palm¨® en las elecciones de 2003. Despu¨¦s se la comieron en la oposici¨®n. Su chupa y su encanto personal no fueron suficientes para forjar una imagen s¨®lida capaz de plantarle cara al actual alcalde. Ni siquiera cuando al gobierno municipal le crec¨ªan los enanos, las encuestas sonrieron a la portavoz socialista.
Si Alberto Ruiz-Gallard¨®n ha sufrido desgaste habr¨¢ sido por dem¨¦rito propio no desde luego por la acci¨®n de Trinidad Jim¨¦nez, a la que habr¨¢ que reconocer la decencia (que alguno de su lista no tuvo) de aguantar casi toda la legislatura a pesar de estar mucho m¨¢s a gusto en sus cosas de la Secretar¨ªa de Relaciones Internacionales que en las zanjas de Madrid. Ser¨ªa bueno que esto lo tuviera en cuenta la directiva socialista a la hora de escoger la persona que le represente en la pelea por el gobierno de la capital. Ser¨ªa bueno que eligieran a alguien con ganas de volcarse con la ciudad y le permitan formar un buen equipo para trabajar en serio por mejorarla. Aqu¨ª vivimos cuatro millones de ciudadanos y se juntan casi cinco, hay muchos problemas y mucho por hacer.
Entiendo que lo que a todo pol¨ªtico le apetece es, como a Julio C¨¦sar, llegar, ver y vencer, pero eso no siempre es posible. A veces hay que bregarse unos a?os para triunfar despu¨¦s. Cu¨¢ntos relumbrones del Partido Socialista habr¨ªan aceptado gustosos encabezar esa candidatura de verlo un poco m¨¢s claro. Con Gallard¨®n enfrente casi nadie lo ve y la posibilidad de tirarse cuatro a?os en la oposici¨®n no les mola. Otro gallo cantar¨ªa de producirse ese cambio en la candidatura del PP por el que abogan con entusiasmo unos cuantos inspirados de esa formaci¨®n y su entorno medi¨¢tico.
Sea quien fuere la persona que proponga la directiva socialista, no s¨®lo ha de estar en disposici¨®n de presentar batalla en las elecciones del pr¨®ximo mes de mayo. Su compromiso debe ser con la ciudad y ha de pelear por ella en todas las circunstancias. Alguien que trate de ganar con un proyecto ilusionante, coherente y constructivo y que, de no lograrlo, trabaje con lealtad y entusiasmo en la oposici¨®n forjando una alternativa potente para la siguiente contienda electoral.
Madrid no se merece estar al albur de clientelismos pol¨ªticos ni de oportunistas que prueban fortuna. La finalidad del sistema es elegir a quienes sirvan honesta y eficazmente a los ciudadanos, no repartirse el poder y la gloria.
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