Mejor no haber estado
La presencia estos d¨ªas en La Habana del secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino Le¨®n, ha generado confusi¨®n. No participa en la cumbre del Movimiento de los No Alineados, sino que ha asistido a ella en calidad de invitado, como lo ha hecho Espa?a siempre, s¨®lo que a un nivel de representaci¨®n inferior, al menos desde 1982 y tras las veleidades neutralistas de Adolfo Su¨¢rez al inicio de la transici¨®n. Le¨®n parece avalar as¨ª un movimiento nacido en otros momentos hist¨®ricos, pero del que Hugo Ch¨¢vez quiere ahora tomar el testigo (de la mano del enfermo dictador Castro), para convertirlo en un vector puramente contra EE UU. Si se suma el iran¨ª Ahmadineyad, entre otros, no son compa?¨ªas muy recomendables para Espa?a, aunque entre los asistentes haya, por supuesto, dirigentes muy dignos, amigos y democr¨¢ticos. El ¨²nico miembro europeo de este movimiento es la nada democr¨¢tica Bielorrusia. Nuestro lugar est¨¢ con el n¨²cleo europeo -Francia, Alemania, Reino Unido e Italia-, tambi¨¦n invitados a esta cumbre pero que no tienen representantes de tan alto nivel.
Que 116 Estados (de 192 miembros de la ONU) sean miembros de este grupo indica una insatisfacci¨®n generalizada con la marcha del mundo de la que Washington y Europa deben tomar nota. Nacido en 1961, seis a?os despu¨¦s de la Conferencia de Bandung, el Movimiento de los No Alineados tuvo sentido en la ¨¦poca de la bipolaridad de la guerra fr¨ªa. Ahora es, sobre todo, una plataforma de confrontaci¨®n del Sur contra el Norte.
No es probable que la intenci¨®n del Gobierno al enviar a Le¨®n fuera dar la impresi¨®n de que Espa?a se sumaba a este movimiento y al eje Castro-Ch¨¢vez. La presencia del secretario de Estado tiene m¨¢s que ver con el deseo de informarse directamente sobre el estado de salud de Fidel Castro y las posibles evoluciones futuras de la situaci¨®n, un di¨¢logo que el propio Le¨®n comenz¨® a abrir personalmente hace alg¨²n tiempo. Recibir a los disidentes en la Embajada de Espa?a ha sido un gesto notable, y que marca distancias. Ha servido para mantener contactos con una serie de dirigentes que interesan por muchos motivos, y sobre todo para darles el apoyo de la Espa?a democr¨¢tica. Si vale la claridad del mensaje, bastar¨ªa para explicar el viaje.
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