Del turquesa al esmeralda
Ruta por el valle de Ar¨¢n y sus 33 pueblos rodeados de bosques y picos
En San Andr¨¦s, los araneses se paran a esperar el lucero que llaman Estrella de la Nieve. Deducen si tendr¨¢n a?o de nieves y, por tanto, de bienes por su brillo, que debe reproducir el aspa donde martirizaron al santo. Si la estrella no refulge mucho, vaticinan que el invierno ser¨¢ malo.
En este caso puede ocurrir que, en mayo, el arcipreste diga se?alando la verd¨ªsima ladera que se ve por la ventana: "?Este a?o, el valle es un secarral!". Perplejo, el visitante contemplar¨¢ la infinita gama desde el turquesa hasta el esmeralda, los hayedos y abetales colmados de rebrotes, y el riqu¨ªsimo pasto con pinta de campo de golf gigantesco.
Sus vecinos hablan franc¨¦s, castellano y catal¨¢n m¨¢s su dialecto occitano. Pasan de una lengua a otra como si llevasen en el cerebro chips de respuesta instant¨¢nea en cuatro idiomas. El valle de Ar¨¢n es el ¨²nico de nuestros Pirineos que desagua hacia el norte, en la vertiente atl¨¢ntica. Aqu¨ª nace el Garona, el gran r¨ªo c¨¢taro, en un paisaje gran¨ªtico rociado en verano de edelweiss nevados. Es Garona desde Beret, pero va recibiendo torrentes del deshielo como Unhola, Nere, Joeu, Varrados o Toran, y lo que en Baqueira es un fogoso riachuelo monta?¨¦s, en Les, tras un declive de mil metros en treinta kil¨®metros, es un r¨ªo respetable surcado de jangadas. Entre el deshielo, que jam¨¢s falla, y el r¨¦gimen de lluvias, Ar¨¢n es un mundo h¨²medo y vivaz.
Afirman: "Preferimos ser gobernados por un rey poderoso, siempre que viva lejos". Se sienten c¨®modos siendo espa?oles y, aparte, aspiran a ser s¨®lo araneses. No existe propiedad privada; gozan hace setecientos a?os de r¨¦gimen comunal para la explotaci¨®n de pastos y labrant¨ªos.
Cuentan con su propio gobierno, llamado en aran¨¦s Conselh Generau d'Aran. Lo preside un s¨ªndico, representado en las comarcas por seis bayles, lo que origin¨® una costumbre curiosa: Jaime II de Arag¨®n les otorg¨® en 1313 un estatuto que llaman Querimonia; el documento lo guardan en un mueble denominado armari de les sis claus, o armario de las seis llaves, porque para abrirlo deben estar presentes todos los bayles, que portan al cuello su llave, distinta de las otras cinco. Por si las suspicacias...
A causa de la nieve, festejan m¨¢s en verano. Destaca la quema del Haro. En el Mediterr¨¢neo encienden fogatas de San Juan, como los J¨²as de M¨¢laga o las Hogueres de Alicante, pero Ar¨¢n tiene su propia forma de celebrar el solsticio. Con hogueras... vertica-les. Por San Pedro, talan un abeto y lo desbrozan dej¨¢ndole algunos tocones para poder escalarlo, y practican abundantes hachazos a todo lo largo; en las fisuras clavan cu?as. Lo colocan de pie y lo dejan hasta el 23 de junio del a?o siguiente, cuando estar¨¢ seco y arder¨¢ como tea. El m¨¢s multitudinario es el de Les, un pueblo con buenas termas que ya disfrutaron los romanos. Tambi¨¦n abundan las romer¨ªas por recorridos de v¨¦rtigo hacia ermitas inveros¨ªmiles.
Los guisos t¨ªpicos son el civet y la olla aranesa. El civet es un plato de caza, guisada con la sangre del animal, vino y un conjunto de ingredientes que devienen en una exquisitez inesperada. La olla aranesa es un puchero, contundente como conviene en un valle donde la nieve no se pierde de vista, con algunas aldeas que reciben s¨®lo tres horas de sol al d¨ªa en invierno.
Hay 33 pueblos, cada uno con su iglesia. De estilo rom¨¢nico en la base, muestran un eclecticismo arquitect¨®nico producto de la necesidad. Valle aislado y remoto, los curas iban construyendo sus templos seg¨²n Dios les daba a entender. El resultado es un conjunto imperfecto, pero con encanto y misterio. De San Pedro, en Escunhau, podr¨ªa hacerse un cat¨¢logo de rarezas. Ciertas torres con planta octogonal y aspilleras recuerdan a los templarios, como las de Gausac y Arr¨®; otras pasan de la base cuadrada a la octogonal, caso de San Miguel, en Vielha. San Andr¨¦s, en Salard¨², es un ejemplo notable con su campanario octogonal, ventanales g¨®ticos y murales del siglo XVI. El m¨¢s rom¨¢nico es La Purificaci¨®n, en Boss¨°st.
M¨¢s que iglesias de pueblos, en Ar¨¢n son pueblos de iglesias. Tr¨¨dos, baluarte templario, simboliza sin embargo la huella dual de los c¨¢taros con todo por partida doble, adem¨¢s de lo que el top¨®nimo sugiere. Casi al lado est¨¢n Baqueira-Beret y sus boatos invernales. M¨¢s abajo, la capital, Vielha, en la confluencia del Garona y el Nere, es una linda ciudad cosmopolita. De ah¨ª en adelante, los pueblos se esconden como centinelas en los escarpes boscosos, como Arros, Vilac, Betlan, Es Bordes y Vilam¨®s. En Boss¨°st se comienza a intuir la cercan¨ªa de Francia en las matr¨ªculas de los coches, y ya en Les cuesta decidir d¨®nde se encuentra uno y c¨®mo decir adi¨®s.
- Luis Melero es autor de Los pergaminos c¨¢taros (Roca Editorial, 2006).
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