El poeta del exilio
Vivi¨® d¨¦cadas de exilio. Argentina, Cuba, M¨¦xico, Espa?a. Sali¨® a flote gracias a la literatura y los amigos. El jueves ha cumplido 86 a?os. En su tierra, Uruguay. Por fin. Pero m¨¢s triste que nunca. La muerte de Luz, su compa?era de toda una vida, le conduce a las l¨¢grimas. S¨®lo le hacen feliz el f¨²tbol y el futuro pol¨ªtico de su pa¨ªs
Mario Benedetti invent¨® la palabra desexilio cuando ya pudo volver a Uruguay, tras los a?os de plomo de la dictadura en su pa¨ªs. Pero nadie le va a regalar una palabra que le quite la tristeza de verse solo, despu¨¦s de sesenta a?os con Luz. Luz era su mujer, y muri¨® despu¨¦s de un grave y lento proceso de alzheimer; cuando nos sentamos con ¨¦l, en su casa de Montevideo, Mario se levant¨® de pronto, cruz¨® la sala donde recibe las visitas y se fue hasta la estanter¨ªa que hay junto a su ordenador, y vino con una fotograf¨ªa que le acababa de traer su hermano Ra¨²l. En la fotograf¨ªa, los matrimonios de los dos hermanos. Luz ha muerto, y la esposa de Ra¨²l est¨¢ con la misma enfermedad, hospitalizada (luego morir¨ªa). Cuando nos ense?¨® la fotograf¨ªa, Mario comenz¨® a sollozar, as¨ª que cuando pudimos hablar de nuevo, sobre ¨¦l pesaba la sombra de una tristeza a la que ¨¦l ya no le ve final.
Acaba de cumplir 86 a?os. Detr¨¢s hay una larga vida de poeta, de novelista, de articulista, de activista pol¨ªtico; la polic¨ªa militar de su pa¨ªs lo persigui¨® por el mundo -Buenos Aires, Lima, La Habana- para que cumpliera la condena impl¨ªcita que pesaba sobre ¨¦l, y se salv¨® de la muerte. Espa?a -Palma, Madrid- fue su pen¨²ltimo refugio. En Mallorca vivi¨® a?os muy felices, lo dice ¨¦l, y en Madrid se hizo con casa, amigos y esperanzas; hasta que pudo volver, y fue entonces cuando invent¨® la palabra desexilio: acostumbrarse a vivir en el pa¨ªs que fue el suyo. En todas las partes acogen sus recitales -en Espa?a, en Buenos Aires, en Montevideo, en M¨¦xico- como los de un m¨²sico de rock, en todas las ferias del libro le piden aut¨®grafos como si fuera un actor de cine, y muchos m¨²sicos -Viglietti, Serrat, Tania Libertad- han hecho de sus poemas m¨²sica de amor y de resistencia?
Cuando estuvimos con ¨¦l en Montevideo, mostr¨® incluso momentos de cierta felicidad. Pero est¨¢ herido; esta muerte de Luz ha sido para ¨¦l un tremendo mazazo, y bajo esa sombra habla como si vivir ya fuera un penoso esfuerzo de soledad. Conserva intacto un cierto humor ir¨®nico, con el que llena sus poemas y sus haikus, algunos de los cuales nos recit¨® enseguida que nos sentamos, como si diciendo sus versos no tuviera que contarnos lo que m¨¢s le dol¨ªa. Mientras lo hac¨ªa, sonriendo a veces, mostrando siempre la picard¨ªa que hay en el fondo de sus poemas m¨¢s ir¨®nicos, record¨¦ a Benedetti un d¨ªa, tras una de las operaciones que le tuvieron postrado hace a?os, en Madrid. Le llev¨¢bamos cada d¨ªa los diarios, para que ¨¦l, que tambi¨¦n fue periodista, cumpliera uno de los ritos principales de sus ma?anas, y uno de esos amaneceres lo vimos desmejorado, sin afeitar. "Tienes que afeitarte, Mario; as¨ª pareces m¨¢s enfermo". Al d¨ªa siguiente volvimos; pregunt¨®, como un adolescente: "?No dec¨ªs nada? ?No has visto que me he afeitado?". Esa combinaci¨®n de tristeza e iron¨ªa, y de ingenuidad a veces rabiosa, que hay en sus versos, y en su vida, es la m¨²sica que debe sonar de fondo cuando se le oye hablar.
?C¨®mo eran sus padres?
Hab¨ªa un gran desnivel cultural entre ellos? Mi padre era qu¨ªmico y en¨®logo, y mi madre casi no hab¨ªa acabado primaria? Mi madre era bastante caprichosa; no se llevaron bien? Mi padre era un tipo muy inteligente, generoso, buena persona. Y como profesional era excelente.
?De d¨®nde le ven¨ªa esa relaci¨®n con el vino?
Era qu¨ªmico, farmac¨¦utico; cuando acab¨® su carrera era soltero, y era complicado para ¨¦l conseguir trabajo. Le dijeron que a lo mejor en el interior del pa¨ªs pod¨ªa ingresar como qu¨ªmico en alguna farmacia. Y se fue a Paso de los Toros? Le dieron trabajo en una farmacia cuyo due?o le lleg¨® a apreciar mucho. Le dec¨ªa: "Vamos a dar un paseo, y as¨ª yo me tomo un remedio". El remedio era ca?a, una bebida muy fuerte. Fue en Paso de los Toros donde mi padre conoci¨® a mi madre. Y se casaron. Yo tengo el recuerdo de Paso de los Toros.
Y se fueron de Paso de los Toros?
S¨ª, a Tacuaremb¨®. Ah¨ª mi padre ten¨ªa un amigo farmac¨¦utico, quer¨ªa vender la farmacia. Y mi padre quer¨ªa comprarla. Como eran tan amigos no exigi¨® ni contrato ni inventario; cuando mi padre se qued¨® con la farmacia hall¨® que estaban s¨®lo los envases de los medicamentos; ?todos los envases estaban vac¨ªos! Aquel tipo le enga?¨®. Quisieron embargarle la farmacia a mi padre, y ¨¦l crey¨® que la pod¨ªa sacar adelante. No pudo. Ese embargo pes¨® mucho sobre ¨¦l, y terminamos y¨¦ndonos de Tacuaremb¨®. Cuando yo ten¨ªa cuatro a?os nos vinimos a Montevideo.
?Y lo del vino?
Lo del vino viene de mi abuelo. Mi abuelo ten¨ªa unos cinco t¨ªtulos. Era un sabio. Se llamaba Breno Mario Edmundo Renato Nazareno Rafael Armando, mi abuelo. ?l era en¨®logo. Piria, el creador de Piri¨¢polis, que era un bandido, supo que mi abuelo sab¨ªa mucho de vinos, y lo llev¨® para que le armara la bodega y le hiciera los vinos? Pasaron los meses y no le pagaba nada, y mi abuelo quiso irse. Pero la ¨²nica manera de irse era en los barcos de Piria, y ¨¦ste se los neg¨®.
?Y c¨®mo se fue?
?Se vino a pie! Atravesando campos, desde Piri¨¢polis a Montevideo. Caminando.
Fant¨¢stico.
Luego lo contrataron, alcanz¨® seguridad econ¨®mica y se trajo a la novia. Que estaba en Italia. Mi abuela era sorda como una tapia, pero intu¨ªa, y si notaba que se estaba diciendo algo c¨®mico, ella se re¨ªa como una loca. Cuando ¨¦l percibi¨® que mi padre estaba en mala situaci¨®n, en Montevideo, le ense?¨® lo de los vinos. Y como mi padre era qu¨ªmico, asimil¨® muy bien esas cosas. Por eso fue en¨®logo.
Esto del vino debe dar un car¨¢cter especial.
Debe ser. En aquella ¨¦poca, como dice mi hermano Ra¨²l, los vinos aqu¨ª eran horribles, mal¨ªsimos? Donde mi padre y mi abuelo intervinieron, los vinos eran buenos. Mi abuelo tambi¨¦n fue astr¨®nomo; el Estado le encarg¨® un observatorio, que tuvo en el jard¨ªn de su estancia. ?l anunciaba el tiempo, las tormentas, y mandaba los partes a Montevideo.
?C¨®mo se fue haciendo usted?
Aprend¨ª a leer solo? Me pusieron en el colegio alem¨¢n, y fui enseguida a segundo, porque yo ya hab¨ªa le¨ªdo a Julio Verne y a Salgari? All¨ª, en el colegio alem¨¢n, nos ense?aban a golpes?
?Eso le marc¨®?
Me marc¨® en varios aspectos, y me hizo aprender un idioma, el alem¨¢n, que es hoy el idioma que manejo mejor?
Incluso ha sido actor en alem¨¢n?
El idioma que uno aprende en la infancia es el que uno aprende mejor. Nos separaban a los que habl¨¢bamos alem¨¢n o espa?ol con nuestras familias? Eso origin¨® una guerra entre los que habl¨¢bamos espa?ol y los que hablaban alem¨¢n en casa, ?se produc¨ªan unas pi?atas espantosas en los recreos! Ah¨ª aprend¨ª a jugar al rango. ?Sabes qu¨¦ es el rango?
No.
Un tipo se agacha y alguien salta por encima.
El plinto, un ejercicio de gimnasia.
Nos hac¨ªan jugar juntos, a ver si mejor¨¢bamos la relaci¨®n? El alem¨¢n que me tocaba a m¨ª se agach¨®, yo iba a saltar, y de pronto el tipo se tira al suelo y yo sal¨ª volando, hasta que di con la boca en una vereda? Yo le hice luego lo mismo? La peor penitencia era que el director te llevaba al despacho, te daba una paliza.
Qu¨¦ disciplina. ?Qu¨¦ huella le dej¨®?
Me hizo muy disciplinado, muy estricto, muy puntual? Ese rigor ten¨ªa su desventaja. Una vez nos daban una clase de carpinter¨ªa y un hijo de alemanes tuvo una discusi¨®n conmigo; ten¨ªa un cuchillo, me lo tir¨® y me lo clav¨® en una pierna? No era f¨¢cil la vida en el colegio alem¨¢n.
?Y c¨®mo se dio cuenta de por d¨®nde iba la vida, de c¨®mo era su pa¨ªs?
Vas tomando conciencia de a poco? Y del pa¨ªs me di cuenta m¨¢s tarde, cuando ya empiezo a comparar? A m¨ª siempre me gust¨® Montevideo, porque aqu¨ª me pasaron cosas buenas y malas? Soy montevideano, desde los cuatro a?os vivo aqu¨ª?
Y casi en todos sus libros est¨¢ Montevideo?
Y me atrae porque siempre ha tenido un buen nivel cultural; fue durante muchos a?os el pa¨ªs con mayor alfabetizaci¨®n de Am¨¦rica Latina. Cuando era un ni?o empec¨¦ a leer y leer? Los primeros versos de mi vida los escrib¨ª en alem¨¢n, ?los profesores no se cre¨ªan que fueran m¨ªos! Tuvo que ir mi padre para certificar que de veras los hab¨ªa escrito yo.
Era un pa¨ªs feliz?
Nos hizo mucho bien el f¨²tbol? Fuimos campeones ol¨ªmpicos de f¨²tbol en los a?os veinte, en 1924 y en 1928, y en 1950 le ganamos a Brasil la final de la Copa del Mundo en Maracan¨¢? Gracias al f¨²tbol nos conocieron en el mundo? ?Cuando ganamos las olimpiadas, en Par¨ªs, la gente no pod¨ªa creer que un pa¨ªs tan chiquito, que casi no estaba en los mapas, saliera campe¨®n!? Cuando ganamos en 1924, me acuerdo que est¨¢bamos en Tacuaremb¨®, y mi padre escuchaba una radio espa?ola con unos auriculares que no s¨¦ de d¨®nde se sac¨®? En 1928, ya en Montevideo, segu¨ªamos los resultados en la plaza Libertad, a trav¨¦s de unas pizarras? Uruguay jugaba la final, con Italia, y bajaban los cartelones: "Uruguay cede c¨®rner, Italia cobra off side"? ?Uruguay gan¨® 3-2!
?Sus dos pa¨ªses frente a frente!
El f¨²tbol hizo feliz a Uruguay; le dio importancia, personalidad. ?Que un pa¨ªs tan chico tuviera cuatro t¨ªtulos mundiales era una cosa incre¨ªble! Y lo de Maracan¨¢ ya fue el colmo.
Un orgullo.
Adem¨¢s, todo eso coincidi¨® con un buen momento econ¨®mico; no ve¨ªas mucha miseria, siempre hab¨ªa algunos suburbios de pobreza, pero la gente viv¨ªa bastante bien.
Y, como dir¨ªa respecto a Per¨² su tocayo Vargas Llosa, ?en qu¨¦ momento se jodi¨® Uruguay?
Yo creo que fue sobre todo la crisis econ¨®mica la que lo precipit¨® todo. Antes se hab¨ªa acabado el buen f¨²tbol, se fueron los buenos jugadores? Se acab¨® la guerra de Corea y le dejaron de comprar productos a Uruguay, como la carne y la lana? Los Gobiernos de los que siguieron a Valle no alcanzaron la altura de ¨¦ste? ?Durante 174 a?os ganaron Gobiernos conservadores, hasta ahora mismo, que gan¨® el Frente Amplio!
En 1976 surgi¨® una dictadura brutal?
Surgi¨® la tortura, la corrupci¨®n, el soborno, y enfrente estaban los tupamaros? Los tupamaros cre¨ªan que la revoluci¨®n iba a ayudar a la redistribuci¨®n de la poca riqueza que le quedaba al pa¨ªs? Y los ricos, los militares y los gobernantes aceleraron la represi¨®n y la tortura; ah¨ª empez¨® todo.
Usted hizo pol¨ªtica?
Estuve en uno de los movimientos que se integraron en el Frente Amplio? Fue una experiencia dura, porque tienes que decir en la tribuna algo con lo que no siempre est¨¢s de acuerdo? Adem¨¢s, no improvisaba los discursos, los escrib¨ªa, y eso para un pol¨ªtico no es nada bueno? Un d¨ªa me vinieron a avisar unos amigos: me iban a meter preso en menos de 48 horas.
El exilio.
Yo no me quer¨ªa ir. "?Te tienes que ir!", me dec¨ªan, "?te van a torturar!". Hicimos un acto por la libertad de Daniel Viglietti, y despu¨¦s me march¨¦ a Buenos Aires. En Buenos Aires estuve poco; era la ¨¦poca de L¨®pez Rega. Y L¨®pez Rega sac¨® una lista de personas que deb¨ªan dejar el pa¨ªs, porque si no, las mataban. Entre esas personas estaba yo, el ¨²nico extranjero. Me fui a Per¨². All¨¢ me dieron trabajo en un diario, con la condici¨®n de que no dijera ni media palabra de pol¨ªtica: ni de Uruguay, ni de Per¨², ni de Estados Unidos? Mis art¨ªculos versaban sobre literatura? Un d¨ªa tocaron el timbre abajo. Era la polic¨ªa, me quer¨ªan deportar. Me dieron a elegir: Cuba, Ecuador o Uruguay. Mientras lo iba pensando, el tipo que me fue a avisar de la deportaci¨®n se fue durmiendo, y yo aprovech¨¦ para deshacerme de los papeles comprometidos. Cuando se despert¨® me rog¨®: "Por favor, no les diga a mis superiores que me qued¨¦ dormido".
Extraordinario.
Me acompa?¨® luego al aeropuerto, me dio la mano y me abraz¨®. En Buenos Aires me estaba esperando Luz. Yo ten¨ªa un llavero que llamaba el llavero de la solidaridad porque abr¨ªa las casas de cinco o seis amigos argentinos en las que yo me pod¨ªa refugiar?
?Y qu¨¦ pasaba mientras en Uruguay?
Dictadura, crisis econ¨®mica, y ya no se ganaba tampoco al f¨²tbol? Todo era malo, y se iba la gente. Al exilio, por razones pol¨ªticas o por razones econ¨®micas. ?Incluso se iban a Australia! Hubo una librer¨ªa en Sidney en la que s¨®lo hab¨ªa libros uruguayos?
En Buenos Aires asesinaron a Zelmar Michelini, un l¨ªder uruguayo de izquierdas, de enorme carisma?
Cada discurso suyo era como un poema? Lo secuestraron, con otros compa?eros; a ¨¦l le hab¨ªa ofrecido Jimmy Carter acogida en EE UU, y no se quiso ir, "?si en Uruguay est¨¢n torturando a mi hija!". A la hija le dijeron que hab¨ªan matado a su padre, los torturadores? Y los mataron, a Michelini y a sus dos compa?eros?
?Qu¨¦ huella dej¨® en usted ese asesinato?
Fue terrible. Yo estaba en La Habana, y lo escuch¨¦ por alguna radio espa?ola. Un golpe espantoso. Fue mi gran amigo del exilio?
Cuba fue una escala de su exilio?
Cuando estaba en Per¨², Hayd¨¦e Santamar¨ªa me envi¨® una invitaci¨®n para que fuera a trabajar a Casa de las Am¨¦ricas, que ella dirig¨ªa? Yo estaba corriendo peligro? Y cuando estaba all¨ª les criticaba mucho, sobre todo aquellas cosas que se hac¨ªan y que perjudicaban a la revoluci¨®n en el extranjero? Cuando me fui recib¨ª una carta de Hayd¨¦e: me extra?aban, dec¨ªa, sobre todo por las cr¨ªticas que les hac¨ªa?
?Y cu¨¢les eran sus cr¨ªticas?
Se hac¨ªan cosas innecesarias, que daban mala imagen en el extranjero. Lo que yo trataba era que se cuidara la imagen exterior de Cuba, porque no se pod¨ªan quedar solos. Yo les dec¨ªa que deb¨ªan tener buenas relaciones no s¨®lo con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que ten¨ªan que abrirse a M¨¦xico, a Francia, a Italia? El simple apoyo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica no era un apoyo muy beneficioso, aunque lo fuera desde el punto de vista t¨¦cnico o econ¨®mico?
?No le parece ahora que la presencia de un hombre tanto tiempo al mando tambi¨¦n es perjudicial para el pa¨ªs?
Mira, habiendo vivido en Cuba se entiende mejor eso. Fidel Castro no es s¨®lo importante para los revolucionarios; es tambi¨¦n importante para los que quieren que se muera. Adem¨¢s, antes de la revoluci¨®n, Cuba estaba horrible. Los americanos no ten¨ªan prost¨ªbulo, lo pusieron all¨ª. Cuando gan¨® Fidel, la gente se lo agradeci¨®? La ense?anza era espantosa? ?Hasta los gusanos le reconocen que trajo cosas muy positivas! Y dicen que tiene no s¨¦ qu¨¦ enfermedades, y que es millonario, y parece que nada de eso es verdad? No s¨¦ qu¨¦ puede pasar cuando muera; no creo que la revoluci¨®n se venga abajo. Aunque parece que est¨¢ solo, ha formado gente capaz? Y del pa¨ªs inmoral que hab¨ªa conducido Batista a ¨¦ste hay mucha diferencia; en Cuba la moral es muy importante?
Le tiene usted mucha gratitud a Cuba?
S¨ª, y tambi¨¦n por lo que represent¨® para Uruguay. La izquierda fue muy procubana ac¨¢?
Su exilio sigui¨® en Espa?a?
El principal problema en Cuba era que no pod¨ªa comunicarme con mi familia? Si mis padres recib¨ªan una carta de Cuba, iban presos? Para comunicarme con ellos les mandaba cartas a trav¨¦s de amigos espa?oles? Y lo pasaba mal por eso, era muy doloroso no poderme comunicar directamente con ellos? EL PA?S me hab¨ªa ofrecido que colaborara, y en cuanto llegu¨¦ me abrieron un espacio, los lunes, en las p¨¢ginas de Opini¨®n. Me pagaban bien, de modo que no tuve problemas en Espa?a. Primero estuve en Madrid, y luego fuimos a Mallorca. Lo pasamos muy bien; a Luz le gustaba mucho la playa.
El asma le devolvi¨® a Madrid.
En Mallorca lo pasaba de lo m¨¢s bien; hablaba alem¨¢n con los turistas, escrib¨ªa, pero me atac¨® el asma, y un m¨¦dico argentino me dijo: "Andate a Madrid"; me pagaron unos derechos de La tregua, mi libro m¨¢s vendido, y me compr¨¦ un apartamento. El de Ramos Carri¨®n, mi casa en Madrid.
Mataron a muchos de sus amigos en Uruguay. Y usted anduvo de pa¨ªs en pa¨ªs. ?Qu¨¦ huella le dej¨® el exilio?
Me demostr¨¦ a m¨ª mismo tener buena capacidad de adaptaci¨®n. Y descubr¨ª que en todos los pa¨ªses hay hijos de puta y gente macanuda. Me vincul¨¦ con la buena gente, no con los hijos de puta, as¨ª que tuve muy buenos amigos, en Espa?a, en Cuba, en M¨¦xico, en Argentina? S¨¦ que otros uruguayos no abr¨ªan la valija, por si se volv¨ªan pronto, pero yo colocaba la ropa en los placares, porque sab¨ªa que la cosa iba a ser larga? La gente me ayud¨® mucho?
?C¨®mo fue el regreso, el desexilio?
Era agosto, le promet¨ª a Daniel Viglietti que har¨ªamos un recital, a dos voces? Llegu¨¦ en solitario, me fue a buscar Ra¨²l al aeropuerto, y cuando dimos el recital hubo un gent¨ªo tal que llenaba varias calles alrededor del teatro? A la gente la encontr¨¦ distinta, m¨¢s desconfiada. Como la dictadura hab¨ªa metido esp¨ªas de un lado y de otro? Las relaciones internas de los habitantes de Montevideo se hab¨ªan deteriorado un poco? Yo era otro, adem¨¢s; la experiencia del exilio me hab¨ªa convertido en otra persona, con todo lo que de bueno y de malo me hab¨ªa dado la vida fuera de mi pa¨ªs. Yo era otra persona.
?Y c¨®mo era esa otra persona?
Era una persona m¨¢s alerta, m¨¢s enterada del mundo; antes estaba muy metido en la cosa uruguaya, y en el f¨²tbol uruguayo, y segu¨ª ocupado en todo eso en el exilio, pero ya no era lo exclusivo? En Madrid, por cierto, hice buena amistad con Juan Carlos Onetti?
Le vi alguna vez en su casa?
S¨ª, ¨¦l no sal¨ªa de la cama? Para qu¨¦ iba a salir de la cama, dec¨ªa: en la cama uno nace, en la cama uno coge por primera vez, en la cama uno se enamora, se casa, escribe, para qu¨¦ iba a salir? Me acuerdo que una vez fue a verle un periodista, y ¨¦l vio que se fijaba en que s¨®lo ten¨ªa dos dientes. "?Usted me mira estos dientes?", le dijo. "Pues le advierto que tengo una dentadura magn¨ªfica, pero se la he prestado a Mario Vargas Llosa".
Usted tambi¨¦n conoci¨® a Borges?
Un tipo extra?o. Ven¨ªa ac¨¢, a Montevideo, y no se pon¨ªa en plan gran personaje; era sencillo, y nosotros le admir¨¢bamos mucho, por lo que escrib¨ªa. Luego tuvo posiciones que yo no compart¨ª.
Dice que era extra?o?
Era muy reservado. Me invit¨® a almorzar, en Buenos Aires, con su madre, do?a Nora. La madre era de armas tomar. Era una generala, y ¨¦l era retra¨ªdo? Fue muy buen escritor.
?Qu¨¦ otros le despertaron inter¨¦s?
Rulfo, Jos¨¦ Emilio Pacheco? Con Juan Rulfo fue muy curioso. ?bamos Luz y yo en un ¨®mnibus, y ¨¦l se acerc¨® a mi mujer: "Se?ora, ?me deja sentarme al lado de su marido, que creo que es Benedetti?". Empezamos a hablar de mil cosas, y ah¨ª empez¨® mi amistad con Rulfo, en un ¨®mnibus. No se daba f¨¢cil, pero cuando se daba, se daba con todo.
Y tambi¨¦n fue muy amigo de Cort¨¢zar?
Lo conoc¨ª en Par¨ªs. Pap¨¢ hab¨ªa comprado una radio de onda corta, para escucharme. Y Cort¨¢zar viv¨ªa a media cuadra? Era un tipo muy simp¨¢tico. Los dos trabaj¨¢bamos en la radio, pero no quer¨ªa ser fijo? Era muy celoso de su independencia. Un d¨ªa escribi¨® algo muy cr¨ªtico con Cuba, se inform¨® mejor y rectific¨® en p¨²blico?
Mario, ?cu¨¢les han sido sus miedos?
Primero, los de cualquier ni?o. De adulto, la tortura. Creo que si me hubieran torturado no habr¨ªa traicionado a nadie, pero me habr¨ªa costado mucho sufrimiento. Siempre le tuve miedo a la tortura.
Y al tiempo, miedo al tiempo?
Y s¨ª, porque los a?os van pasando y uno se va volviendo viejo, y eso es bravo reconocerlo ante el espejo.
La poes¨ªa le ha dado mucho ¨¦xito?
Hay que cuidarse del ¨¦xito, porque el ¨¦xito puede pervertir a un escritor? Nunca escrib¨ª en funci¨®n del ¨¦xito, escrib¨ª lo que me sali¨® de las pelotas? Si ten¨ªa ¨¦xito, bien, y si no, pues nada?
?Y c¨®mo lleva las aglomeraciones?
Eso me agobia un poco. El otro d¨ªa tuve que ir a hacerme un an¨¢lisis; fuera de la cl¨ªnica hab¨ªa un gent¨ªo, y emprendieron una ovaci¨®n. Ellos estaban all¨ª, con sus problemas, y se pusieron a aplaudir? A m¨ª me apabulla. Viv¨ªa mejor cuando me castigaban m¨¢s?
Le voy a decir unas palabras, que vienen en algunos de los t¨ªtulos de su ¨²ltimo libro, y usted dice lo que quiera.
A ver.
Brindis.
Por la paz.
Cuerpo.
El cuerpo te da placeres y te da dolores; con ocho operaciones encima s¨¦ los dolores que te da el cuerpo.
De las enfermedades, el asma ha sido una compa?era?
El asma es una limitaci¨®n para vivir, menos mal que ahora casi no tengo.
Maleta.
Viaje. La abr¨ªa siempre, siempre cre¨ª que el exilio era por mucho tiempo.
Nostalgia.
El sentimiento de una p¨¦rdida, algo que se tuvo y ya no se tiene. Cosas, objetos, sentimientos, personas; se puede sentir nostalgia tambi¨¦n de una ¨¦poca.
Dice en 'La tregua': "Hoy fue un d¨ªa feliz, s¨®lo rutina".
Cuando a uno le pasan cosas imprevistas, a veces son tr¨¢gicas, y cuando no pasa nada imprevisto se puede decir que hay paz?
?Es usted un solitario?
No lo soy, pero trato de que cuando tenga que vivir la soledad, ¨¦sta no me lastime? Cuando muere mi mujer, se produce un terrible momento de soledad; frente a eso, la escritura es como una guarida? Puede ser mi guarida o puede ser mi jard¨ªn, depende del estado de ¨¢nimo que est¨¦ pasando? Para el dolor es mi guarida, sobre todo cuando me han rodeado las muertes?
Ahora se reencuentra con Montevideo?
Es la ciudad que quiero. Despu¨¦s de a?os y a?os de Gobiernos que le hicieron da?o al pa¨ªs, ahora vuelvo a otro Montevideo y yo soy otro tambi¨¦n. Siempre me siento a gusto en Montevideo? La gente ha quedado malherida despu¨¦s de a?os de dictadura. Y yo tambi¨¦n vuelvo malherido. Tratamos de recomponernos?
Ley¨® usted hace a?os, en Alicante, un poema en el que adelantaba los males de los siglos pr¨®ximos?
Escrib¨ª en alg¨²n lado que un pesimista es un optimista bien informado? Creo que es dif¨ªcil ser optimista cuando la humanidad est¨¢ siendo manejada por una potencia tan cruel y despiadada como Estados Unidos? Yo creo que los norteamericanos van a derrotar a Estados Unidos, creo que la ¨²nica esperanza es la derrota de EE UU.
Usted es un poeta, y ha dicho que el olvido est¨¢ lleno de memoria? D¨ªgame algo inolvidable.
Toda mi relaci¨®n con Luz, desde la infancia. Y conocer a Fidel, tambi¨¦n es inolvidable? Y Maracan¨¢? El f¨²tbol fue muy importante, nos dio alegr¨ªa. Y si ahora se puede recuperar la alegr¨ªa, no es por el f¨²tbol, es por la pol¨ªtica? La gente tiene esperanzas en Tabar¨¦ V¨¢zquez, y son fundadas?
?Y cuando el f¨²tbol se recupere, se habr¨¢ recuperado Uruguay?
No s¨¦ si el f¨²tbol se va a recuperar, no tengo demasiadas esperanzas, pero Uruguay se recuperar¨¢.
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