Revoluci¨®n de bajo coste
La revoluci¨®n de los productos y servicios de bajo coste, la ¨²nica verdadera revoluci¨®n que he logrado vivir y disfrutar en toda mi vida, s¨®lo tiene un inconveniente: tu memoria larga. Cada vez que estoy dentro de un avi¨®n operado por aerol¨ªneas de bajo coste no puedo remediar el inmenso cabreo retroactivo que me asalta y arruina el viaje cuando recuerdo lo que yo he pagado, s¨®lo hace unos meses, por ese mismo trayecto, en avi¨®n similar, sentado en un id¨¦ntico asiento, con semejantes servicios y an¨¢logas molestias de aeropuerto.
S¨®lo me consuela saber en el momento del embarque que la seguridad a bordo es infinitamente mayor en los vuelos low cost que en los de tarifa full. A esta alturas de la peli ya deber¨ªamos saber que los miembros del holding Al Qaeda, que son unos se?oritos, s¨®lo trabajan l¨ªneas a¨¦reas regulares que s¨®lo admiten tarifa full y los suicidas de Al¨¢, adem¨¢s, siempre viajan en business. Pero a pesar de esta seguridad que te dan las l¨ªneas de bajo coste, est¨¢s todo el tiempo haciendo cuentas retroactivas y pregunt¨¢ndote durante el vuelo c¨®mo diablos fue posible que hayas pagado aquellos precios y durante tanto tiempo por lo que es exactamente igual y ahora est¨¢ tirado a pesar de que el barril de brent est¨¢ m¨¢s caro que nunca.
Y quien dice aerol¨ªneas de bajo coste dice todo lo dem¨¢s. La revoluci¨®n del low cost, que no estaba prevista por el capitalismo ¨²nicamente depredador ni por las viejas utop¨ªas progres, ha evidenciado la gran estafa en la que hemos vivido estos ¨²ltimos a?os s¨®lo por el deseo universal de ser modernos y querer estar sincronizados con el globo. Repaso los productos y servicios sincronizadores o que sencillamente nos facilitan la vida y los encuentro todos dr¨¢sticamente rebajados. Aquellos lujos para estar al loro que en su d¨ªa supon¨ªan una fortuna, ahora mismo son saldos, tarifas planas, vuelos o cruceros de bajo coste, conexiones baratas, cacharrer¨ªas digitales de baratillo, im¨¢genes y sonidos depreciados, mercanc¨ªas de tenderete, todo a cien.
?sta es mi personal y provisional lista como ciudadano-cliente de las estafas retrospectivas que hasta el momento ha implicado esa revoluci¨®n sin autor ni teor¨ªa del low cost: las aerol¨ªneas, los microprocesadores, el correo electr¨®nico, la banda ancha, el tr¨¢fico telef¨®nico, las im¨¢genes digitales, los videojuegos, los hoteles de cuatro estrellas, las vacaciones caribe?as, los cruceros mediterr¨¢neos, la producci¨®n de cine, m¨²sica y televisi¨®n, y hasta lo que parec¨ªa imposible, sobre todo aqu¨ª: esas arquitecturas tan decentes y vanguardistas de bajo coste que estos mismos d¨ªas exhibe la Bienal de Venecia.
Tendr¨¦ que acostumbrarme a esta nueva revoluci¨®n del low cost, para la que todav¨ªa no estoy preparado, y dejar que de entrada, cuando consumo bajo coste (siempre que puedo), me corroa el pensamiento de haber sido timado en su d¨ªa, ayer, por esa precipitaci¨®n tan provinciana. Sobre todo, habr¨¢ que admitir de una vez por todas que ¨¦sta es la ley impronunciable que rige el capitalismo moderno o hipermoderno: "Ma?ana por la ma?ana, muchacho, todo ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil y barato".
El problema consiste en saber con precisi¨®n por qu¨¦ aquellos productos y servicios elitistas que hasta ayer nos arruinaron por el simple hecho de querer estar sincronizados o ser los primeros, ahora son ofertas masivas de baj¨ªsimo coste. Desde los vuelos f¨ªsicos hasta las navegaciones virtuales, desde el ocio de lujo hasta las cacharrer¨ªas dom¨¦sticas, desde las im¨¢genes de Hollywood hasta las im¨¢genes de YouTube, desde aquel imposible dise?o high-tech del living hasta la actual masificaci¨®n digital del cuarto de estar decorado por Ikea.
Y aqu¨ª tengo una teor¨ªa de bajo coste. Lo ¨²nico que ocurri¨® a finales del siglo pasado es que al capitalismo de consumo, el ¨²nico realmente existente, se le acab¨® el viejo chollo, truco o magia potagia de los intermediarios, concesionarios, distribuidores, oficinistas, repartidores y dem¨¢s tropa burocr¨¢tica de exclusivo encarecimiento. Porque cuando empez¨® a establecerse, sobre todo gracias a la l¨®gica aritm¨¦tica y global de la Red, una relaci¨®n m¨¢s directa, personal, interactiva y democr¨¢tica entre los ciudadanos-patrones y los ciudadanos-clientes, que as¨ª es como se pronuncia hoy la vieja lucha de clases; cuando empezaron a suprimirse los temibles terceros, ese mismo d¨ªa la revoluci¨®n (de la vida cotidiana) adopt¨® el formato low cost. La nueva utop¨ªa incruenta y adem¨¢s, ojo a la novedad, de doble uso ideol¨®gico.
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