Triunfo de Agust¨ªn de Espartinas

Agust¨ªn de Espartinas lleg¨® a la Maestranza arropado por cientos de paisanos que justificaron el viaje con una euforia desmedida, natural en estos casos. No obstante, el chaval agradeci¨® el cari?o de su gente con las dos orejas que pase¨® triunfalmente a la muerte del quinto novillo de la tarde.

Se puede discutir tan abultado premio; la exigencia de esta plaza est¨¢ bajo m¨ªnimos, y un triunfo grande siempre debe ser puesto en tela de juicio. Discutibles orejas, sobre todo cuando est¨¢n avaladas por el triunfalismo de ac¨¦rrimos partidarios, pero lo cierto es que la actuaci¨®n del torero estuvo presidida por la decisi¨®n, el arrojo, y, a veces, por el buen toreo. Recibi¨® al novillo de rodillas en la puerta de chiqueros con una limpia larga cambiada y, puesto en pie, encaden¨® unas ver¨®nicas muy animosas que presagiaban lo que vino despu¨¦s. No permiti¨® que el picador cumpliera con su obligaci¨®n, hizo un quite muy envalentonado, y brind¨® la faena de muleta a Espartaco que, como buen paisano, tambi¨¦n lo apoya. El animal tuvo recorrido y nobleza, y el novillero, embravecido, inici¨® la faena dispuesto a conseguir el triunfo, y tore¨® muy bien con la mano derecha al hilvanar dos tandas de derechazos largos y sentidos. Sufri¨® un desarme antes de corroborar sus buenas maneras con la zurda, y firm¨® seis o siete grandes y hondos naturales. Y mat¨® de una estocada desprendida de efectos r¨¢pidos. Se puede discutir el doble trofeo (la algarab¨ªa de los paisanos despista mucho), pero no admite discusi¨®n que Agust¨ªn de Espartinas busc¨® el triunfo con toda su alma, y demostr¨®, adem¨¢s, que no tiene mala concepci¨®n del buen toreo. Y todo, a pesar de su desangelada actuaci¨®n ante el parado segundo.

No tuvo m¨¢s historia la novillada. Bueno, s¨ª: lo anterior y lo posterior fue un tostonazo insufrible. Dos horas y media para espectadores ejemplares dispuestos al sacrificio del pleno aburrimiento. ?Cu¨¢ndo se tomar¨¢ alguien en serio que un festejo taurino no puede durar tanto tiempo? Despu¨¦s, se quejan de que no hay afici¨®n...

Daniel Luque re¨²ne en su persona muchas esperanzas de futuro, pero ayer no dijo nada. Sus novillos no ofrecieron facilidades, pero pareci¨® un joven de buenas maneras, aunque fr¨ªo, sin apostar por el triunfo, falto de ambici¨®n. Tuvo detalles, pero pec¨® de enorme conformismo. De la esperanza blanca se esperaba mucho m¨¢s.

Y menos suerte tuvo Salvador Fuentes, con el lote menos lucido. Se movi¨® con soltura y tambi¨¦n con pesadez, pero no pudo torear ni al inv¨¢lido primero, que se manten¨ªa en pie de milagro, ni al dificultoso sexto, que desarroll¨® sentido del malo.