La pareja invencible
Los dos kazajos, Vinok¨²rov y Kashechkin, han mostrado un nivel de simbiosis espectacular para construir la victoria del m¨¢s veterano
Si el grado de ambici¨®n de una persona se midiera por la distancia que es capaz de recorrer para buscar sus objetivos, bien podr¨ªa afirmarse que las metas que se han propuesto Alexander Vinok¨²rov y Andr¨¦i Kashechkin son infinitas. No s¨®lo Kazajist¨¢n, estepa del Asia profunda, est¨¢ a miles de kil¨®metros geogr¨¢ficos de Madrid, que hasta aqu¨ª han llegado los dos ciclistas rubios, sino tambi¨¦n a millones de kil¨®metros culturales del podio del paseo de La Castellana en el que una voz de bar¨ªtono atronador y marcial surgida de los potentes altavoces amenizaba ayer al mediod¨ªa una estampa por lo menos poco usual: dos azafatas, Clara y Marta, incrustadas entre tres ciclistas, de izquierda a derecha, Valverde, Vinok¨²rov y Kashechkin, intentaban mantener el tipo y la seriedad, mientras el solemne himno de Kazajist¨¢n, tan interminable que la organizaci¨®n lo cort¨® por lo sano, envolv¨ªa de emoci¨®n el lugar. Fue el momento elevado del ceremonial de la Vuelta, que lleg¨® a su punto m¨¢s bajo con la entrega vergonzante -ay la guerra entre la Vuelta y la UCI- del maillot blanco de l¨ªder del UCI ProTour, algo as¨ª como el reconocimiento de mejor ciclista del mundo, a Alejandro Valverde por parte del comisario de la Vuelta en un rinc¨®n publicitario a la sombra del podio.
Pero nada, ni eso, por supuesto, pod¨ªa sorprender a Vino y a Kash, los kazajos que ti?eron la Vuelta de azul turquesa y oro, cosacos sobre caballos de fibra de carbono dispuestos a desenvainar su shashka a la menor y clavarlo hasta el fondo. Ambos las han visto de todos los colores antes de llegar aqu¨ª, de llegar a convertirse en una pareja invencible, simbiosis perfecta de fuerza e inteligencia envuelta en ambici¨®n.
Vinok¨²rov ha construido desde que lleg¨® al ciclismo europeo, hace nueve a?os, un palmar¨¦s riqu¨ªsimo basado en dos cualidades primarias: la fuerza y la capacidad de usarla, sin dudas, en cualquier momento, en cualquier ocasi¨®n. Antes de ayer hab¨ªa ganado cl¨¢sicas, como la Lieja y la Amstel; carreras de ocho d¨ªas, como la Par¨ªs-Niza, la Vuelta a Suiza o la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦; etapas en Tour y Vuelta; se hab¨ªa convertido en el corredor m¨¢s temido del pelot¨®n por parte de Lance Armstrong, que ten¨ªa p¨¢nico a sus ataques demoledores y desestabilizadores, su capacidad para encadenarlos, lo que convert¨ªa casi en secundario que en t¨¦rminos de potencia -por ejemplo, subiendo a La Pandera el jueves, Vinok¨²rov, corredor compacto, casi cuadrado, de 1,76 metros y 70 kilos, despleg¨® unos 410 vatios durante 23 minutos y a tirones, sin ritmo regular, mientras Armstrong fue capaz durante los 40 minutos de Alpe d'Huez de desarrollar 450 vatios, como Indurain en el r¨¦cord de la hora- estuviera por debajo de las grandes cilindradas. Hab¨ªa conseguido todo eso, y un podio en el Tour, pero a¨²n no hab¨ªa conseguido rematar una victoria en una carrera de tres semanas. Para ello ha tenido que esperar a cumplir 33 a?os, a su fusi¨®n con Kashechkin, el corredor que dio sentido de astucia, que convirti¨® en verdaderamente definitivos, a sus ataques repetidos.
"Kashechkin es mi amigo", dice Vinok¨²rov. "Le conozco desde hace ocho a?os. Fijaos c¨®mo ha terminado de bien la segunda gran vuelta que corre, y eso que s¨®lo tiene 26 a?os. En el futuro ser¨¢ mi sucesor". No se pasa de elogios Vino con su compatriota, m¨¢s bien se queda corto con un corredor que m¨¢s que esp¨ªritu de superviviente, el que muestran muchos inmigrantes cuando llegan a un para¨ªso, ha exhibido alma conquistadora.
En 1995, aterrizaron en Bruselas un ni?o kazajo de 15 a?os, llamado Dmitri Muravyev, y su padre, que cargaba con una pesada bicicleta. Quer¨ªa que su hijo fuera ciclista profesional y aun sin saber ni una palabra fuera del ruso logr¨® encontrar a una familia, los Theunisse, una pareja que ten¨ªa una tienda de bicicletas, que se quedara con el chaval y le introdujera en el ciclismo. Tres a?os despu¨¦s, al timbre de esa casa llam¨® Kashechkin. No s¨®lo se hizo un hueco en la familia, sino que al poco tiempo, Muravyev se encontr¨® sin sitio. Kashechkin ten¨ªa 18 a?os, y ya entonces exhib¨ªa una terrible capacidad usurpadora y una inteligencia vital poco com¨²n.
Kashechkin llev¨® una vida profesional paralela a la de Vinok¨²rov, siempre en equipos distintos, hasta que el m¨¢s veterano le hizo un hueco en el Liberty de Manolo Saiz, en el equipo que hab¨ªa elegido para intentar ganar el Tour. Despu¨¦s de la ca¨ªda del t¨¦cnico c¨¢ntabro en la Operaci¨®n Puerto, lo que dej¨® a ambos fuera del Tour, Vino y Kash se reforzaron mutuamente a la hora de dise?ar un futuro que pasa obligatoriamente lejos de Saiz. Ambos pusieron a su patrocinador, al conglomerado llamado Astana, como la capital de su pa¨ªs, en manos del manager suizo Tony Rominger y de su socio Marc Biver. Con ellos est¨¢n dise?ando el Astana del 2007, y ante ellos reproducen la misma t¨¢ctica que en la carrera, s¨®lo que con un matiz: sobre la bicicleta, Vinok¨²rov act¨²a y Kashechkin decide; en las negociaciones, Kashechkin habla y Vinok¨²rov asiente.
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