Sumarios paralelos
La interpelaci¨®n urgente presentada la semana pasada por el portavoz parlamentario del PP para exigir el "esclarecimiento de la verdad" del 11-M prosigui¨® la estrategia puesta en marcha por el principal partido de la oposici¨®n desde que perdi¨® el poder hace dos a?os y medio: encenagar las aguas, negar las evidencias y restar legitimidad a la investigaci¨®n judicial de la Audiencia Nacional; a juicio de Eduardo Zaplana, seguir¨ªan existiendo "muchas m¨¢s sombras que luces" en torno al sangriento atentado. Dictado ya el auto de procesamiento, los hechos acreditados por la instrucci¨®n sumarial se corresponden a grandes l¨ªneas, sin embargo, con las pautas seguidas por el terrorismo islamista en las matanzas de Nueva York, Casablanca, Londres y Bombay. Los intentos pol¨ªticos y period¨ªsticos de condicionar desde fuera las diligencias a fin de buscar otra autor¨ªa han sido infructuosos: tambi¨¦n las presiones para arrebatar la instrucci¨®n del sumario al juez Juan del Olmo -poco sumiso a las ¨®rdenes dictadas por los medios de comunicaci¨®n- fracasaron definitivamente la semana pasada cuando el Consejo General del Poder Judicial se limit¨® a considerar como falta leve una equivocaci¨®n inintencionada en un tr¨¢mite menor. Los huecos, discontinuidades y confusiones -inevitables- del relato judicial resultante se deben en gran medida a las dificultades intr¨ªnsecas de una investigaci¨®n compleja, agravadas tras el suicidio en Legan¨¦s del n¨²cleo fundamental de los autores de la b¨¢rbara acci¨®n: las inc¨®gnitas a¨²n por despejar no afectan ni al sentido ni a la trama b¨¢sica de los acontecimientos.
La nueva moci¨®n del Grupo Popular sobre la materia debatida ayer en el Congreso retom¨® los supuestos puntos oscuros de las investigaciones sumariales (la furgoneta abandonada en Alcal¨¢, la mochila trasladada a Vallecas, la dinamita utilizada, etc.) para invalidar la instrucci¨®n en su conjunto. A la hora de sembrar dudas, lanzar sospechas y sugerir insidias en torno al trabajo policial y judicial del 11-M, el PP ha contado con la inestimable ayuda de los periodistas de El Mundo y de la radio de los obispos, que se han dedicado desde hace dos a?os a construir un sumario paralelo de la se?orita Pepys para fundamentar unas conclusiones prefijadas de antemano: un enloquecido c¨®mic de im¨¢genes abigarradas dibujado por un l¨¢piz delirante.
El procedimiento de esos supuestos periodistas de investigaci¨®n es presentar, como si fuesen hip¨®tesis de trabajo veros¨ªmiles, una serie de conjeturas descabelladas para exigir a la polic¨ªa y a los jueces que centren todos sus esfuerzos en investigarlas. Esa falseada narraci¨®n atribuye a los terroristas islamistas una participaci¨®n a lo sumo subalterna en la ejecuci¨®n material del atentado, supuestamente organizado por un estado mayor conjunto formado por ETA, esp¨ªas extranjeros y miembros de los cuerpos de seguridad y de inteligencia espa?oles a fin de hacer perder las elecciones al PP y elevar a Zapatero al poder; sabedor de su deuda con los terroristas, el presidente del Gobierno boicotear¨ªa conscientemente la investigaci¨®n del 11-M. Esa extravagante tesis se acoge a las reglas de la probatio diabolica: quienes la formulan no est¨¢n obligados a demostrar su veracidad y corresponde a quienes la rechazan probar su falsedad. En el montaje de esa tergiversaci¨®n desempe?an un papel estelar los delincuentes comunes y confidentes policiales que ayudaron a los islamistas a preparar el crimen y que est¨¢n imputados en el sumario: sus declaraciones -inveros¨ªmiles, cambiantes y autoexculpadoras- son aceptadas como la verdad del Evangelio.
Las motivaciones de los periodistas que tratan de sustituir en su tarea investigadora y enjuiciadora al Poder Judicial mezclan las apuestas pol¨ªticas con las estrategias comerciales; su ensordecedor ruido medi¨¢tico se mantendr¨ªa, sin embargo, dentro de esa burbuja lun¨¢tica si el PP no hiciese suya tal fabulaci¨®n. Los dirigentes populares han roto los c¨®digos de comportamiento democr¨¢tico propios de un Estado de derecho al utilizar la sede del Parlamento para poner en cuesti¨®n no s¨®lo la independencia del Poder Judicial sino tambi¨¦n la lealtad institucional de los miembros de los cuerpos de seguridad que practicaron las detenciones de los sospechosos del 11-M en las semanas siguientes a la perpetraci¨®n del crimen: mientras era ministro del Interior el hoy secretario general del PP, ?ngel Acebes.
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