El discurso de Ratisbona
El discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, que ha irritado a tirios y troyanos, se sit¨²a dentro de la l¨®gica de su pensamiento desde que iniciara el giro conservador en la d¨¦cada de los setenta del siglo XX. Como presidente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger conden¨® a varios te¨®logos que estaban elaborando una teolog¨ªa del pluralismo religioso en di¨¢logo con otras religiones. El ceiland¨¦s Tissa Balasurya fue suspendido a divinis y posteriormente rehabilitado. El jesuita belga Jacques Dupuis, profesor de Teolog¨ªa durante casi cuarenta a?os en la India, sufri¨® un largo calvario por su obra Hacia una teolog¨ªa del pluralismo religioso, acusada de graves errores contra principios fundamentales de la fe divina y cat¨®lica. Tambi¨¦n fueron condenadas algunas obras del jesuita indio Tony de Mello. Pero los tres tuvieron defensores de lujo: la conferencia de provinciales jesuitas de Asia se pronunci¨® a favor de Tony de Mello; el arzobispo de Calcuta, Henry d' Suoza, y el arzobispo em¨¦rito de Viena, cardenal Franz K?nig, se definieron a favor de Dupuis; numerosas instituciones teol¨®gicas del mundo se colocaron del lado de Tissa Balasuriya.
El mayor ataque de Ratzinger contra el di¨¢logo interreligioso fue la Declaraci¨®n de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe Dominus Iesus, de 2000, que abri¨® una brecha profunda entre las iglesias cristianas, al tiempo que dinamit¨® todos los puentes que ven¨ªamos tendiendo te¨®logos y te¨®logas de las diferentes religiones, l¨ªderes religiosos, intelectuales y pol¨ªticos. Ratzinger afirmaba all¨ª que la Iglesia cat¨®lica es "la Iglesia verdadera" y que las "Iglesias particulares" (ortodoxas) y las comunidades eclesiales (protestantes y anglicanas) "no son Iglesia en sentido propio" (n. 17). El tono era igualmente excluyente en relaci¨®n con las religiones no cristianas. "Si bien es cierto -dec¨ªa- que los no cristianos pueden recibir la gracia divina, tambi¨¦n es cierto que, objetivamente se hallan en una situaci¨®n gravemente deficitaria si se compara con la de aquellos que, en la Iglesia, tienen la plenitud de los medios salv¨ªfica" (n. 22, subrayado m¨ªo).
La denuncia de la "dictadura del relativismo" es una constante en el pensamiento de Ratzinger. En la Dominus Iesus condenaba las teor¨ªas de tipo relativista que tratan de justificar el pluralismo religioso, "no s¨®lo de facto, sino de iure", el subjetivismo, el indiferentismo, etc¨¦tera. Todav¨ªa resuenan en mis o¨ªdos las sever¨ªsimas cr¨ªticas lanzadas contra el relativismo en la misa previa a la celebraci¨®n del c¨®nclave en el que ser¨ªa elegido Papa. Cr¨ªticas hechas desde la conciencia de poseer la verdad en exclusiva, no desde la b¨²squeda conjunta.
La cr¨ªtica del relativismo lleva derechamente a la simplificaci¨®n, deformaci¨®n y falseamiento de las posiciones del contrario. Esas desviaciones son las que se dan en el discurso de la Universidad de Ratisbona del 12 de septiembre, a partir de una cita, a mi juicio desafortunada, del emperador bizantino Miguel II Pale¨®logo, que ofrece una idea beligerante de la religi¨®n musulmana y una imagen violenta del profeta Mahoma. La propia cita, independientemente de que se comparta o no, no es casual, revela ya la tendenciosidad del discurso y, objetivamente, sit¨²a el discurso del Papa en el horizonte de la teor¨ªa del choque de civilizaciones de Huntington, para quien el islam es "la civilizaci¨®n menos tolerante de las religiones monote¨ªstas", y en el planteamiento etnoc¨¦ntrico de Sartori, que califica al islam como religi¨®n totalitaria e incompatible con la sociedad pluralista, ya que, dice, sigue pensando en la espada. "Debe quedar claro -afirmaba Ratzinger en 1996- que
no se inserta en el
espacio de libertad de la sociedad plural".
Benedicto XVI pod¨ªa haber elegido otros testimonios de la ¨¦poca m¨¢s respetuosos con el islam como los de Francisco de As¨ªs, de Raimon Llull en El gentil y los tres sabios o de Nicol¨¢s de Cusa en La paz de la fe. Francisco de As¨ªs se mostraba partidario del di¨¢logo islamo-cristiano y contrario a la cruzada contra los musulmanes por considerar que el Evangelio manda amar a los enemigos y no hacerles la guerra. Una vez convocada la cruzada, se dirigi¨® al campo de batalla y se entrevist¨® con el sult¨¢n. Los dos dialogaron en un clima pac¨ªfico y rezaron juntos. Estos testimonios hubieran sido m¨¢s conformes al objetivo del di¨¢logo de las culturas que el Papa dec¨ªa proponerse.
Por lo dem¨¢s, la violencia no pertenece a la esencia del islam, ni la guerra santa es uno de sus pilares y, menos a¨²n, un deber de los creyentes musulmanes. Constituye, m¨¢s bien, una perversi¨®n, una patolog¨ªa de la religi¨®n musulmana, como lo es tambi¨¦n del cristianismo. Como se han encargado de demostrar los estudiosos del islam, resulta incorrecto y tendencioso traducir yihad por guerra santa. Su verdadero significado es esfuerzo.
Seg¨²n Sayyid Abul al' Mawdudi (1903-1979), escritor y pol¨ªtico musulm¨¢n indio, yihad es ante todo una lucha moral en el interior de la comunidad isl¨¢mica orientada a su reforma, que consiste en el cambio tanto personal como social. Sin cambio personal en las motivaciones, los puntos de vista, los objetivos y la personalidad de cada individuo no sirven de nada los cambios pol¨ªticos y econ¨®micos. Cambio que ha de llevarse a cabo de manera gradual y a trav¨¦s de la educaci¨®n, no por la fuerza. Junto al cambio personal hay que luchar contra las injusticias y por las reformas sociales, fomentando la cooperaci¨®n para el logro de mejores condiciones de vida para todas las personas, con atenci¨®n especial a las personas m¨¢s necesitadas, como las viudas y los hu¨¦rfanos, los lisiados e incapacitados.
Hay que agradecer las excusas de Benedicto XVI y valorar positivamente la aclaraci¨®n de que no se identifica con el testimonio de Miguel II Pale¨®logo. Pero el problema no est¨¢ en una cita o en un p¨¢rrafo de la alocuci¨®n del Papa. Es el discurso en s¨ª, en su conjunto, cristiano-c¨¦ntrico y euro-c¨¦ntrico, el que hay que revisar en profundidad, porque no contribuye al di¨¢logo. Y optar por el paradigma intercultural, interreligioso e inter¨¦tnico en sinton¨ªa con la teolog¨ªa liberadora de las religiones y en convergencia con las distintas iniciativas de paz en el plano internacional.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Fundamentalismos y di¨¢logo de religiones (Trotta, Madrid, 2005).
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