"Enterramos a Dios y vimos que se puede vivir sin ¨¦l"
El brit¨¢nico Martin Amis (1949) es uno de los escritores que intervienen hoy en el Festival Hay de Segovia en una conversaci¨®n con Carmen Posadas. Incisivo e ir¨®nico, con una prodigiosa habilidad para practicar los g¨¦neros m¨¢s distintos, mordaz y tierno, vers¨¢til, Amis ha publicado recientemente The house of meetings (La casa de los encuentros) en Reino Unido. En Espa?a, su ¨²ltimo libro traducido es Perro callejero (Anagrama), que se suma a t¨ªtulos tan distintos como, entre otros, las novelas Dinero, Campos de Londres o Tren nocturno, los relatos de Mar gruesa, su autobiograf¨ªa Experiencia, su infernal cr¨®nica sobre los horrores de Stalin (Koba el Temible) o sus trabajos period¨ªsticos y de cr¨ªtica literaria reunidos en Visitando a Mrs. Nabokov y La guerra contra el clich¨¦.
"La historia se ha acelerado de manera vertiginosa. No hay tiempo para observar"
"Los fan¨¢ticos islamistas no aceptan nuestra manera de vivir"
"Las mujeres han acumulado mucho poder a costa del hombre"
Pregunta. Ha escrito que lo autobiogr¨¢fico ha marcado buena parte de la ficci¨®n en los ¨²ltimos a?os. ?Sigue siendo as¨ª?
Respuesta. Si hubiera que destacar una caracter¨ªstica en la literatura que se escribe hoy ser¨ªa la diversidad. En temas, momentos y espacios. Es cierto que lo autobiogr¨¢fico, y tambi¨¦n la historia, siguen siendo motores esenciales que alimentan la ficci¨®n actual, pero lo que yo creo que pasar¨¢ a primer plano es todo cuanto est¨¦ relacionado con los atentados del 11-S. Han cambiado radicalmente el mundo y esos cambios tiene que recogerlos la literatura. Pero para poder contar lo que entonces se vivi¨® y las transformaciones que vinieron despu¨¦s se necesita tiempo, que las cosas se vayan sedimentando. Tienen que pasar cuatro o cinco a?os para empezar a asimilar lo que ocurri¨®.
P. Hay muchos escritores que ya se han manifestado...
R. Salman Rushdie volc¨® en Fury su visi¨®n de los atentados, se puso a escribir sobre lo que estaba viviendo. Pero ¨¦l mismo comentaba que la poes¨ªa es la emoci¨®n que se recuerda en tranquilidad. Quiz¨¢ en Fury le falt¨® esa tranquilidad, estaba demasiado cerca.
P. ?C¨®mo cree que han afectado los atentados a personajes como los de Dinero, con ese nihilismo despreocupado y perverso?
R. El estado en el que vive buena parte de la juventud es semejante al del que acaba de ser anestesiado con novoca¨ªna. Est¨¢n anestesiados. Y un acontecimiento de esas caracter¨ªsticas refuerza a¨²n m¨¢s esa sensaci¨®n. As¨ª, hay muchos j¨®venes que llenan su cuerpo de imperdibles o que se autolesionan haci¨¦ndose cortes en los brazos por ese af¨¢n de romper con esa anestesia general. Pero no es f¨¢cil, y siguen arrastrados a una vor¨¢gine de compras, consumo, sexo y fiestas que pone entre par¨¦ntesis todo lo dem¨¢s. Van de un lado a otro, su horizonte ¨²nico es el presente.
P. ?Qu¨¦ hay entonces del futuro?
R. La historia se ha acelerado de manera vertiginosa. Ya no hay tiempo para detenerse y observar lo que ocurre, y por eso la poes¨ªa est¨¢ muriendo. Todo va demasiado deprisa, no se puede parar.
P. Los discursos sobre Dios ocupan cada vez mayor lugar. Ah¨ª est¨¢ el reguero de protestas que han desencadenado los comentarios del Papa sobre el islam. ?Hay una vuelta a la religi¨®n en estos tiempos inciertos?
R. No creo que ocurra nada de eso en Europa. Creo que aqu¨ª enterramos a Dios y nos dimos cuenta de que se vive muy bien sin ¨¦l, sin sus dones y sus exigencias. En Am¨¦rica son, en cambio, muy religiosos, aunque la situaci¨®n puede resultar parad¨®jica. Hace poco estuve en Las Vegas. Y si hay un lugar en el mundo que no tenga nada que ver con el islam ese lugar es justamente Las Vegas. Los fan¨¢ticos islamistas han desencadenado su furia porque no aceptan nuestra manera de vivir. No toleran lugares como Las Vegas. Y no aceptan la emancipaci¨®n de la mujer, por ejemplo, que les resulta intolerable.
P. Tampoco los hombres de Occidente han asimilado bien la liberaci¨®n femenina, aunque de manera muy distinta. Es un tema, el de las actuales relaciones entre hombres y mujeres, que recorre sus libros m¨¢s recientes.
R. En el libro que estoy escribiendo ahora vuelvo sobre este asunto. Se llama The pregnant widow (La viuda embarazada) y arranca de un comentario del pensador ruso Alexander Herzen que dec¨ªa que cuando se produce una revoluci¨®n y ha de empezar un nuevo orden, hay un periodo de tiempo en el que la mujer ha quedado embarazada, el padre se ha ido ya pero el hijo no ha nacido todav¨ªa. Es lo que ocurre con la revoluci¨®n feminista. Llevamos como dos tercios del embarazo, pero los cambios definitivos no se han asentado todav¨ªa. Las mujeres han acumulado mucho poder a costa del hombre, en una verdadera revoluci¨®n de terciopelo, pero siguen insatisfechas porque siguen ocup¨¢ndose de la casa. Hace falta que los cambios contin¨²en.
P. Tambi¨¦n en el panorama literario se han producido cambios. Ya no parece f¨¢cil compartir una escala de valores y pronunciarse sobre la calidad de lo que se escribe.
R. Lo que no tolera la sociedad actual es que pueda haber una suerte de ¨¦lite en el mundo literario. El af¨¢n de allanar las diferencias, de buscar una nivelaci¨®n, de manifestar que todos pueden hacer lo mismo puede a la larga terminar con este trabajo. Lo coment¨¢bamos hace poco con unos colegas en Boston: la literatura tal como la entendemos se ha acabado, no existe. Todo viene del radicalismo del 68, donde se defend¨ªa que no hay opiniones superiores, que todos valemos lo mismo. Pero el talento no se reparte de manera igualitaria. Algunos lo tienen, otros no. Eso se respeta en el mundo de la ciencia, pero no en la historia, la novela o la sociolog¨ªa. En esos campos se da por hecho que todos valen lo mismo.
P. El mercado y los medios de comunicaci¨®n pueden haber colaborado en este fen¨®meno al rendirse ante las grandes campa?as de autores que ten¨ªan todav¨ªa mucho que demostrar.
R. Cuando empec¨¦, publicaba mis libros y como mucho aparec¨ªa alguna rese?a. A partir de los ochenta, empezaron los viajes, los hoteles, las entrevistas, las fiestas. Esta revoluci¨®n de minibar que tanto est¨¢ afectando a los escritores j¨®venes. Antes nos pon¨ªamos a escribir porque ten¨ªamos dentro algo que ten¨ªa que salir fuera. Ahora muchos autores publican para salir en televisi¨®n.
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