Oriente Pr¨®ximo: una oportunidad para la paz
Los dram¨¢ticos y dolorosos acontecimientos de los ¨²ltimos meses en Oriente Pr¨®ximo y la cat¨¢strofe humana que han producido deber¨ªan tener la virtud parad¨®jica de aportar algunas ense?anzas y desencadenar un proceso de acci¨®n pol¨ªtica protagonizado por los gobiernos de la regi¨®n, con la asistencia de los actores internacionales m¨¢s importantes, entre los que destaca el papel reforzado de la Uni¨®n Europea. En este sentido, la Resoluci¨®n 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que puso fin a las hostilidades entre Israel y L¨ªbano, deber¨ªa propiciar una nueva din¨¢mica pol¨ªtica regional e internacional que vaya m¨¢s all¨¢ del objetivo inmediato, y sin duda imprescindible, de asegurar la aplicaci¨®n efectiva y duradera de la Resoluci¨®n.
Los enfrentamientos violentos entre Israel y L¨ªbano no han resuelto ninguno de los problemas existentes entre ambos pa¨ªses. Una vez m¨¢s, se ha demostrado la futilidad de cualquier intento de alcanzar una soluci¨®n global o parcial al conflicto de Oriente Medio por la v¨ªa de las armas. Lejos de aportar soluciones, el medio siglo largo de episodios b¨¦licos que ha conocido la regi¨®n no ha tenido m¨¢s efecto que la generalizaci¨®n del sufrimiento y la exacerbaci¨®n de la fractura pol¨ªtica, econ¨®mica y social entre los pueblos de la regi¨®n.
La reciente crisis ha vuelto a demostrar la inviabilidad de las pol¨ªticas que pretenden definir unilateralmente el statu quo regional para el futuro. En cambio, los provechosos acuerdos de paz con Egipto y con Jordania han permitido a Israel disfrutar de una vecindad segura en sus flancos meridional y oriental. Sin duda, la v¨ªa del acuerdo es la m¨¢s conveniente para que Israel asiente su relaci¨®n con sus vecinos palestinos, libaneses y sirios. El argumento tiene su reverso: la negaci¨®n del derecho de Israel a existir bajo fronteras seguras y la justificaci¨®n de la violencia y el terrorismo para doblegar a este pa¨ªs son otra suerte de unilateralismo est¨¦ril, que debe condenarse y desterrarse en el camino de una paz justa y definitiva. Otra ense?anza de la crisis es la confirmaci¨®n de que los conflictos que asuelan Oriente Pr¨®ximo no pueden tratarse de forma aislada. La globalizaci¨®n es un fen¨®meno planetario y por lo tanto tambi¨¦n regional. Los problemas y sus soluciones son cada vez m¨¢s interdependientes. No ser¨ªa realista, en este sentido, excluir a ning¨²n actor de la zona en los esfuerzos diplom¨¢ticos de b¨²squeda de una soluci¨®n que, necesariamente, deber¨¢ ser global.
Sin perjuicio de esta vinculaci¨®n de los escenarios, la experiencia de los ¨²ltimos meses viene a reforzar la centralidad del conflicto palestino-israel¨ª. M¨¢s que nunca, resulta imperativo cerrar esta herida como condici¨®n esencial para la soluci¨®n de los dem¨¢s problemas regionales. La anunciada formaci¨®n de un nuevo Gobierno palestino de unidad nacional y el consenso emergente entre las fuerzas pol¨ªticas palestinas sobre el cese de la violencia y la negociaci¨®n con Israel sobre la base de los acuerdos adoptados entre la OLP e Israel, son progresos indudables que conf¨ªo se consoliden con el paso de los d¨ªas.
En este escenario, la comunidad internacional deber¨ªa despejar sus dudas y aceptar plenamente el papel del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, que es el socio estrat¨¦gico con el que Israel deber¨ªa discutir la aplicaci¨®n de las medidas de confianza ya definidas y entablar negociaciones sobre las cuestiones pol¨ªticas sustanciales.
Concluido el en¨¦simo ciclo de las armas en Oriente Pr¨®ximo, son cada vez m¨¢s numerosas las voces que reclaman el inicio de un nuevo ciclo virtuoso de movilizaci¨®n pol¨ªtica. As¨ª, el conjunto de los pa¨ªses ¨¢rabes, a trav¨¦s de la Liga ?rabe, han mostrado el prop¨®sito de avanzar en la prometedora v¨ªa abierta en la Cumbre de Beirut de 2002, que propugn¨® la paz mediante la f¨®rmula de los dos Estados. Entre sus propuestas destaca la celebraci¨®n de una sesi¨®n ministerial el 21 de septiembre en el Consejo
de Seguridad, que es un paso positivo en la conformaci¨®n de un consenso general sobre la necesidad de un nuevo impulso negociador en favor de paz.
No hay duda de que las partes necesitar¨¢n un apoyo exterior sustantivo para impulsar y garantizar el ¨¦xito de los esfuerzos diplom¨¢ticos. Sin cuestionar la importancia de los Estados Unidos, la Uni¨®n Europea y sus Estados miembros, que han contribuido decisivamente al apaciguamiento de la crisis reciente, emergen como actores indispensables en Oriente Pr¨®ximo. M¨¢s all¨¢ de su papel tradicional como donantes, su protagonismo como proveedores o garantes de seguridad en el sur de L¨ªbano y en la frontera de Rafah demuestra que el nuevo y decidido compromiso europeo es indispensable en el proceso de paz. En este contexto, Espa?a se ha consolidado como un actor especialmente cualificado, con una importante contribuci¨®n en las ¨¢reas pol¨ªtica, securitaria y de cooperaci¨®n.
El papel de Europa y de los Estados Unidos deber¨ªa traducirse en una revitalizaci¨®n del Cuarteto de Madrid, que podr¨ªa incorporar el valor a?adido de algunos pa¨ªses clave de la regi¨®n, multiplicando as¨ª su capacidad de revitalizar el proceso de paz. Quiz¨¢ fuera oportuno que todas las partes interesadas se reuniesen de nuevo, al nivel que lo hicieron en 1991, para reafirmar su compromiso con una soluci¨®n global y con los principios b¨¢sicos en que ¨¦sta deber¨ªa basarse.
Una vez asumido por todos que la paz s¨®lo ser¨¢ lograda como consecuencia de una negociaci¨®n, deseo afirmar mi convicci¨®n de que en esta tarea lo m¨¢s importante no es inventar soluciones novedosas sino tener el coraje, la generosidad hist¨®rica y la voluntad pol¨ªtica necesaria para aplicar las f¨®rmulas que, en una ampl¨ªsima medida, han sido ya examinadas en el curso de pasados ejercicios negociadores (Camp David y Taba) y propuestas por la sociedad civil en los eventos de diplomacia paralela, que han apuntado soluciones equilibradas incluso para los nudos gordianos del Estatuto final.
Para garantizar el ¨¦xito de los acuerdos que pudieran alcanzarse, ser¨¢ necesario acompa?arlos, e incluso precederlos, de un nutrido paquete de medidas de acompa?amiento internacional que permitan aliviar, a la mayor brevedad posible, la situaci¨®n econ¨®mica y social de la regi¨®n, cuyos ciudadanos deben poseer un horizonte de esperanza de mejor¨ªa de condiciones de vida en todos los planos.
Hoy, cuando estamos a punto de conmemorar el decimoquinto aniversario de la Conferencia de Madrid, debemos ser conscientes de que hemos entrado en el siglo XXI arrastrando un problema del siglo pasado, que no deber¨ªa prolongarse por m¨¢s tiempo. El viejo conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, que tantas vidas e ilusiones ha cercenado, se ve entrecruzado por otros desaf¨ªos del nuevo siglo, como el terrorismo de cu?o global, las armas de destrucci¨®n masiva, el expediente nuclear, la energ¨ªa, etc. Todas estas cuestiones han de tratarse en un marco multilateral para promover y garantizar la seguridad y la estabilidad regional. Los nuevos actores de la zona deber¨ªan contribuir activamente a consolidar un nuevo orden regional y alejarse de actitudes o intervenciones que alimenten el recurrente desorden regional.
Frente a quienes manipulan la frustraci¨®n de los habitantes de Oriente Pr¨®ximo y proclaman falsamente la incompatibilidad de Occidente y el mundo isl¨¢mico, y para evitar un deterioro a¨²n mayor de la situaci¨®n, perpetuando las dif¨ªciles circunstancias en que se halla sumida hoy en d¨ªa la regi¨®n, debemos aprovechar las oportunidades que ahora se nos presentan y acometer sin m¨¢s dilaci¨®n la construcci¨®n de una paz justa y global en la regi¨®n.
Miguel ?ngel Moratinos Cuyaub¨¦ es ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n.
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