La fuerza de la historia

La historia de la literatura puede decirse de muchas maneras, pero en cualquier caso debe empezar por pensarse en sus propios t¨¦rminos. Por mucho que lleve tambi¨¦n otras miras, la obra literaria es, antes de nada, historia de la literatura, porque nace como emulaci¨®n de otras obras. En la secuencia que por ende se establece, los textos de un momento dialogan no s¨®lo con los contempor¨¢neos y los pasados, sino tambi¨¦n con los futuros, y cambian de sentido seg¨²n cambian las ¨¦pocas. En tal perspectiva se sit¨²an los trabajos que Alberto Blecua ha tenido la valent¨ªa de juntar (con lo que est¨¢ cayendo) bajo la a?eja r¨²brica de 'Estudios de historia literaria'.

Eso exactamente son, con ejemplar plenitud. Sin olvidar otras dimensiones, la atenci¨®n de Blecua va principalmente a los aspectos en que los textos se aclaran a la luz de la tradici¨®n y la tradici¨®n se revela en todo su alcance cuando los textos se le reconocen como suyos. Signos viejos y nuevos dedica excelentes p¨¢ginas a un San Juan de la Cruz o un G¨®ngora, pero tampoco deja de hablar de ¨¦sos y otros grandes nombres cuando parte de autores y t¨ªtulos m¨¢s modestos. As¨ª, la atribuci¨®n a Lope de Rueda del Di¨¢logo sobre la invenci¨®n de las calzas y otras baratijas, rectamente impugnada (aunque discrepo de alg¨²n particular bibliogr¨¢fico), no es desde luego cosa de primera importancia. Lo es, en cambio, la explicaci¨®n de c¨®mo y por qu¨¦ esas piececillas se ahijaron al batihoja sevillano a principios del Seiscientos, en el marco de las pol¨¦micas sobre antiguos y modernos y sobre el papel que en la teor¨ªa y la pr¨¢ctica de la nueva literatura reivindicaban nada menos que Cervantes y Lope de Vega. De suyo, el Auto de la pasi¨®n toledano de finales del siglo XV ocupa un lugar min¨²sculo en el panorama del teatro espa?ol, pero el an¨¢lisis tem¨¢tico, ling¨¹¨ªstico y m¨¦trico a que lo somete Blecua ense?a a distinguir en su interior una serie de estratos superpuestos que llevan desde el drama lit¨²rgico y la Representaci¨®n de los Reyes Magos hasta los inicios del auto sacramental.

Signos viejos y nuevos es to-

do un atlas de los caminos y los tiempos que recorre la historia de la literatura. La l¨ªrica de Fray Luis de Le¨®n, por ejemplo, se ilumina aqu¨ª ex contrario o por exclusi¨®n, describiendo lo que no es, oponi¨¦ndola a las ma?as del entorno po¨¦tico del agustino. En los versos de Gregorio Silvestre, se deslinda n¨ªtidamente la er¨®tica del "fino amor" que domin¨® la poes¨ªa del Renacimiento y el Barroco, en triunfadora competencia con las concepciones del petrarquismo y del neoplatonismo. De las dos versiones de la Rep¨²blica literaria importa menos si se deben o no a Saavedra Fajardo (y en ¨²ltima instancia Blecua juzga ahora ap¨®crifas ambas) que los diversos climas culturales que suponen, entre la aguda cr¨ªtica del humanismo decadente y una pedanter¨ªa "escolar y de p¨²lpito". Los mutantes avatares de los textos se palpan en un ejemplar de la princeps de Bosc¨¢n y Garcilaso anotado por un lector del XVIII y contraanotado por otro del XIX, con cristalinas declaraciones de sus respectivas est¨¦ticas. Valiosa contribuci¨®n a una ya urgente historia de las historias de la literatura espa?ola es por otro lado el examen de los or¨ªgenes y desarrollos de la noci¨®n de "Siglo de Oro".

En los estudios literarios es hoy frecuente ir mendigando teor¨ªa e ignorando la que sin duda ten¨ªa como propia la literatura de anta?o. Ciertamente no es el caso de Alberto Blecua, quien concede todo el relieve que merecen a las que en el Quijote se llaman "las dulc¨ªsimas y agradables ciencias de la poes¨ªa y de la oratoria". Del excelente an¨¢lisis de un cap¨ªtulo del Persiles con los anteojos de la ret¨®rica, subrayo una observaci¨®n que vale por un entero tratado de la novela espa?ola entre el Lazarillo y el Critic¨®n: "En Cervantes la elocutio est¨¢ al servicio de la inventio, y no como suced¨ªa, y acab¨® sucediendo, al rev¨¦s".

En an¨¢logo sentido, significa-

tivo en extremo es tambi¨¦n el ensayo sobre el apotegma en Espa?a, que no se limita a describir el aprendizaje e inventariar las colecciones del g¨¦nero, antes se extiende a apuntar c¨®mo ¨¦ste se filtra en otras modalidades literarias. Tampoco los trabajos sobre la fortuna de Virgilio son meras retah¨ªlas de ediciones y traducciones, y, en especial, Blecua muestra que el norte virgiliano es imprescindible para orientarse en el mar de las controversias en torno al Polifemo y las Soledades.

Las alusiones que preceden no agotan el contenido de Signos viejos y nuevos. Todo el libro exhibe la misma anchura de horizontes, destila muchos otros buenos saberes y est¨¢ escrito en una prosa limpia y atractiva, rica en resonancias cl¨¢sicas. Si en algo llevo a?os disintiendo del autor es en la valoraci¨®n del m¨¦todo (presuntamente) lachmanniano para la edici¨®n de textos espa?oles, y en el cap¨ªtulo que aqu¨ª versa sobre el asunto yo dir¨ªa que Alberto se aviene a traer el agua a mi molino. Porque de los problemas concretos que presenta ninguno se resuelve con la estem¨¢tica, y la importante discusi¨®n de la idea de "arquetipo" (muy tenida en cuenta por expertos de otros pa¨ªses) muestra justamente el callej¨®n sin salida al que arrastra el tal m¨¦todo. Para m¨ª, miel sobre hojuelas.