Garc¨ªa lanza a Europa

Amain¨® el viento, apenas llovi¨® a pesar del chaparr¨®n final y el sol domin¨® la escena. Como Sergio Garc¨ªa. El castellonense fue el protagonista de la apertura de la Copa Ryder de golf. Gracias a sus dos triunfos, con Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal en los fourballs y con Luke Donald en los foursomes, Europa aventaja a Estados Unidos por 5-3. No es una renta comparable a la de dos a?os atr¨¢s (6,5-1,5), pero, por supuesto, mete presi¨®n al adversario. Su segunda victoria tuvo el m¨¦rito a?adido de ser frente a Tiger Woods y Jim Furyk. Y la primera, ante David Toms y Brett Wetterich, el de tratarse del ¨²nico partido que se escap¨® de la tremenda igualdad y no consumi¨® los 18 hoyos. "Imponente", resumi¨® el vasco su actuaci¨®n.

Hal Sutton, el capit¨¢n norteamericano de entonces, quiz¨¢ fue simplista en la cita de 2004. Ten¨ªa consigo al n¨²mero uno mundial y al dos. Emparejarlos supondr¨¢, debi¨® pensar, la segura consecuci¨®n de cuatro puntos en los dobles del viernes y el s¨¢bado. No fue as¨ª. Woods y Mickelson perdieron el primer d¨ªa sus dos partidos. Ya no volvieron a caminar codo con codo. Desde la perspectiva psicol¨®gica, sus derrotas fueron tan depresivas para los estadounidenses como efervescentes para los europeos. Tom Lehman vino a Straffan con la lecci¨®n aprendida. "Si quieren otra oportunidad, tendr¨¢n que ped¨ªrmela", advirti¨®. Ni Woods ni Mickelson lo han hecho. As¨ª que fue Furyk quien secund¨® a Woods. Curiosamente, tambi¨¦n habr¨ªan sido el dos y el uno si el torneo se hubiera disputado la semana pasada. Pero en ¨¦sta son el tres y el uno porque Mickelson ha vuelto a colarse entre ambos. En cualquier caso, la gran diferencia es que entre ellos no hay tanta lucha de egos.

Y les fue bien... contra Harrington y Montgomerie, pero no ante Garc¨ªa y Donald. El de Borriol parece decidido a hacer historia en esta competici¨®n. No en vano, incluyendo sus dos nuevos ¨¦xitos, su porcentaje de puntos en sus cuatro participaciones es del 76,47% (12 duelos ganados, 2 empatados y 3 perdidos). Nadie lo supera. "Amo la Ryder. En ella doy lo mejor", confes¨®. No era necesario que lo hiciera. Lo transpira por sus poros. En cada gesto, en cada golpe. En los aciertos y los desaciertos. Apoy¨¢ndose en los unos y rebel¨¢ndose contra los otros. Rezuma, s¨ª, ese esp¨ªritu ganador del que adolece en otras ocasiones.

Garc¨ªa lo demostr¨® con la reacci¨®n a la que arrastr¨® a Donald ante Woods y Furyk. Hab¨ªan ido por delante desde el hoyo 1 y en el 12 venc¨ªan por dos. Pero el 13 y el 14 les bastaron a sus rivales para restablecer el equilibrio. El Tigre afinaba en los lanzamientos largos. Y su pareja, en los cortos. En otras circunstancias quiz¨¢ habr¨ªa sido el principio del fin. Pero Garc¨ªa estaba conjurado consigo mismo y no pod¨ªa fallarse. De pronto, sus hierros restallaron todav¨ªa con m¨¢s precisi¨®n para dejar la pelota cerca, muy cerca, de las banderas. En el 16 no le vali¨®. Pero en el 17, s¨ª. Woods no se la sirvi¨® a Furyk tan bien como ¨¦l a Donald, al que no le tembl¨® el putter para firmar el birdie. Era el triunfo. Porque, a la desesperada, los norteamericanos incluso se fueron al agua en el 18. Woods destilaba pesar.

Todo lo contrario que Olaz¨¢bal. Su reaparici¨®n siete a?os despu¨¦s le lleg¨® a "emocionar". Por descontado, record¨® sus cl¨¢sicos d¨²os con Severiano Ballesteros, algo que lleva "en el coraz¨®n". Pero tuvo suficiente sentido del humor para comentar que, como el c¨¢ntabro sol¨ªa extraviar la pelota en la maleza, con Garc¨ªa, "recta a la calle", hab¨ªa caminado "mucho m¨¢s relajado". Estaba tan feliz que ni le molest¨® quedarse fuera de los foursomes. Lo fundamental para ¨¦l era haber regresado.

Partidos de hoy: Fourballs: Casey y Karlsson- Cink y Henry, Garc¨ªa y Olaz¨¢bal-Mickelson y Di Marco, Clarke y Westwood-Woods y Furyk, Stenson y Harrington-Verplank y Johnson. Foursomes: las parejas se decidir¨¢n tras los fourballs.