Ir¨¢n, en el centro
Bush querr¨ªa haber utilizado esta semana de grandes discursos y reuniones con ocasi¨®n de la Asamblea General de la ONU para ir cerrando la tenaza diplom¨¢tica sobre Ir¨¢n. Pero ha comprendido que hay que dar un tiempo m¨¢s largo a los intentos diplom¨¢ticos de llegar a un acuerdo. Nadie desea que el r¨¦gimen de los ayatol¨¢s se haga con la bomba at¨®mica, pero la situaci¨®n no parece madura para que el Consejo de Seguridad adopte sanciones econ¨®micas, mientras la situaci¨®n se complica en Irak y Afganist¨¢n, donde Ir¨¢n tiene un papel constructivo que jugar.
En la tribuna de Naciones Unidas, Bush volvi¨® a unir dos objetivos: evitar que Ir¨¢n obtenga la bomba y forzar un cambio de r¨¦gimen. Para ello se dirigi¨® al pueblo de Ir¨¢n y no al r¨¦gimen. El presidente Ahmadineyad entreabri¨® una puerta a la suspensi¨®n, aunque no a la renuncia, del enriquecimiento de uranio "en condiciones justas", y ha sabido aprovechar medi¨¢ticamente su semana en Nueva York, sin convencer a nadie de que los responsables iran¨ªes puedan llegar a un consenso interno en esta cuesti¨®n. No hay que olvidar que, de momento, no hay constancia de que Ir¨¢n haya cometido ilegalidad alguna contra sus obligaciones como miembro del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear. Las negociaciones siguen, lo que no es poco.
En todo caso, Ir¨¢n sigue ganando posiciones. Este verano, la Administraci¨®n de Bush ten¨ªa serias esperanzas de que Israel acabara con Hezbol¨¢, al que considera un instrumento armado de Ir¨¢n. El resultado es que el l¨ªder del movimiento integrista chi¨ª liban¨¦s, Nasral¨¢, sali¨® ayer en p¨²blico en Beirut, en una manifestaci¨®n masiva para proclamar su "victoria divina", sus "20.000 cohetes" y la negativa a desarmarse. La resistencia le ha convertido en un mito no s¨®lo para los chi¨ªes, sino para todo el mundo musulm¨¢n.
Estados Unidos se ve constantemente obligado a rectificar sus propios errores. Resultan turbadoras las revelaciones del presidente paquistan¨ª, Pervez Musharraf, que ayer fue recibido por Bush, de que tras el 11-S la Administraci¨®n americana amenaz¨® con bombardearle hasta devolver a Pakist¨¢n "a la edad de piedra" si no colaboraba en la guerra para desalojar a los talibanes y a Al Qaeda de Afganist¨¢n. Pero no explican los extra?os comportamientos de los servicios secretos paquistan¨ªes en relaci¨®n con los talibanes, y que Al Qaeda se haya podido reagrupar y reforzar desde el santuario paquistan¨ª.
Bush y los republicanos necesitan evitar la impresi¨®n de fracaso y apuntarse alg¨²n tanto antes de las elecciones de noviembre, en que pueden perder el control absoluto del Congreso.
Todo lo que haga su Administraci¨®n en estas semanas debe mirarse bajo esta lupa electoral.
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