"I love Lepe"
QUISIERA, LO QUE YO quisiera es estar en la categor¨ªa de los Ofendidos, pero mi biograf¨ªa no me lo permite. Mi biograf¨ªa es una mancha. Nac¨ª para ser una simple individua. Ser una individua es bien dif¨ªcil. Todos los "individuos" que est¨¦n leyendo esta columna en estos momentos sabr¨¢n de lo que hablo. Me gustar¨ªa ser de alg¨²n grupo Ofendido y as¨ª estar protegidita por el entorno, pero la que nace individua muere individua. No ha habido una religi¨®n que me exaltara, una ideolog¨ªa absoluta a la que quisiera aferrarme, no hablo una lengua amenazada. Lo siento. Tal vez podr¨ªa haberme valido de mi condici¨®n de mujer, pero, para colmo, siempre me he sentido una privilegiada. Me he peleado (?y me pelear¨¦!) por la igualdad, pero sin sacar tajada del asunto. Y no es la bondad lo que me mueve. ?Si al menos fuera la bondad! No, ser individua es algo gen¨¦tico. Se nace o no se nace. Microbi¨®logos de la Universidad de Ohio llevan a?os estudiando este raro fen¨®meno y no dan con la respuesta. Es misterioso por qu¨¦, por ejemplo, un pueblo como Lepe, que podr¨ªa inscribirse en la lista de pueblos ofendidos, no lo consigue. Vamos, es que ni lo intenta. En Lepe habitan los protagonistas de la mitad de los chistes del Estado. Chistes en que los leperos quedan de brutos, catetos y absurdos. No s¨®lo no se ofenden, sino que se han hermanado con el pueblo de Tomelloso, localidad tambi¨¦n objeto de chistes comarcales. El alcalde de Tomelloso me daba una explicaci¨®n sociol¨®gica: cuando un pueblo es pr¨®spero provoca envidia; con la envidia viene la sa?a. Te¨®ricamente, la explicaci¨®n me gusta, pero la realidad es m¨¢s retorcida. El acceso a la liga de los Ofendidos es caprichoso: hay Ofendidos que se merecen serlo y hay pueblos pr¨®speros que no se apean de su condici¨®n de agraviados. Pero desde aqu¨ª lo digo: aplaudo ese hermanamiento. En un mundo de ofendidos sin causa, ellos viven su condici¨®n de diana de todos los chistes con mucha guasa. En Nueva York, tan pol¨ªticamente correcta, donde se te puede caer el pelo si haces una bromita de g¨¦nero, de condici¨®n sexual, de cultura ancestral o religiosa, las bromas has de hacerlas con los de Nueva Jersey. Est¨¢ permitido. Para un neoyorquino, todo aquel que sea horterilla, palurdo, conduzca mal y vista como Carmela, la mujer de Tony Soprano, es de Nueva Jersey. Recuerdo aquella pel¨ªcula extraordinaria, Happiness, en la que uno de esos maravillosos chistes sutiles era la imagen de un t¨ªo bastante acabado que luc¨ªa una camiseta en la que se le¨ªa: "I love New Jersey". Y es que el objetivo del humor o de la cr¨ªtica se va haciendo cada d¨ªa m¨¢s estrechito, porque los Ofendidos pueden ser pocos o muchos, pero muestran virulentamente su agravio siempre que pueden. De acuerdo, de acuerdo, pens¨¦ al d¨ªa siguiente de las declaraciones del Papa, el hombre ha podido ser poco diplom¨¢tico, el hombre santo ha sido llegar y meter la pata, pero, amiguitos, ?era para tanto?, ?no puede quedar un poquito herida tambi¨¦n la sensibilidad de una abuela cat¨®lica que ve c¨®mo se quema la figura del Papa?, ?o es que dentro de las sensibilidades hay unas que valen m¨¢s y otras que valen menos? Me lo dec¨ªa Tony Mart¨ªnez, pap¨¢ de los Gui?oles, ese dulce ser al que siempre hay que llamar cuando parece que el mundo se derrumba porque sabr¨¢ arrancarte una sonrisa: "De lo que estamos hablando es de miedo". Me parece una buena pista de la que deber¨ªan tomar nota esos pobres microbi¨®logos de Ohio: para poder ser admitido en la lista de los Ofendidos y que cuele hay que dar un poquito de miedo, hay que ser amenazante, hay que volver a la adolescencia y verte respaldado por tu grupete. Cu¨¢nta raz¨®n escond¨ªa aquel chiste genial de Gila (al que tuve la suerte de dar un beso en su camerino cuando a¨²n no se hab¨ªa quitado el casco de soldado, que para ¨¦l era el casco de obrero, de c¨®mico): "Sal¨ªa con mi se?ora del cine y en esto que veo que le est¨¢n dando una paliza a un t¨ªo entre cuatro, y voy y le digo a mi se?ora, suj¨¦tame, que no respondo, y mi se?ora par¨¢ndome. Hasta que consegu¨ª librarme de mi se?ora, me fui hasta ellos y, mira, le dimos una tunda entre los cinco". Ser individua tiene sus ventajas, quiero decir, que te permite cierta libertad de movimiento, no tienes por qu¨¦ ir con el grupete a ense?ar los dientes a todas partes; pero tambi¨¦n es verdad que, en este mundo, si no alcanzas la calidad de Ofendido, no eres nadie, as¨ª que ser una individua (a secas) te convierte en un ser extremadamente vulnerable. No le das miedo a nadie, y eso es fatal porque te conviertes en un Calimero, todo el d¨ªa con el casco de huevo sobre la cabeza, diciendo aquello de "siempre la toman con los m¨¢s peque?os". Que conste que yo tengo cierta costumbre: ya me pegaban mis hermanos. Pas¨¦ toda mi infancia queriendo hacerme mayor para poder pegar a alguien, pero, malditas sean las circunstancias, en vez de convertirme en cisne, como el patito feo, me convert¨ª en la individua que escribe esto. La individua que escribe se encontr¨® el otro d¨ªa con su amigo el librero Miguel Hern¨¢ndez (que tambi¨¦n me pega) y ¨¦l me dijo que no le gust¨® que la semana pasada escribiera esta frase: "Tan joven era que a¨²n votaba a Izquierda Unida". Me dijo que no estaba bien hacer semejante chiste. Me qued¨¦ encogidilla, me puse el casco de Calimero y ech¨¦ a andar por la calle Barquillo (?a que da pena, mucha pena, esta imagen?). Pero de pronto vi una tienda donde imprim¨ªan camisetas a tu antojo y entr¨¦, y le dije al hombre: "Oiga, buen hombre, ?me har¨ªa una con la frase 'I love Lepe'?".
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