?Uni¨®n pol¨ªtica sin partidos europeos?
La pol¨ªtica europea pivota alrededor de dos ejes: el cl¨¢sico derecha / izquierda y el que afecta a la concepci¨®n comunitaria bien intergubernamental o supranacional. Se trata de dos dimensiones que se entrecruzan (por ejemplo, no es cierto que todas las derechas sean nacionalistas y las izquierdas federalistas), siendo destacable el hecho de que los partidos son menos cohesivos en el segundo eje. Hasta ahora las esperanzas de los federalistas europeos se hab¨ªan centrado en las din¨¢micas objetivamente integracionistas de las instituciones de la UE y de las pol¨ªticas p¨²blicas comunitarizadas. Las primeras tienen un impulso integrador cierto, pero limitado pues se dise?aron desde una ¨®ptica funcionalista sin pretensiones de dar paso a genuinas estructuras para un gobierno europeo. Las pol¨ªticas comunitarizadas ayudan m¨¢s en aquel sentido, pero por s¨ª solas no bastar¨¢n para federalizar.
?De d¨®nde sacar impulso pol¨ªtico integracionista? La respuesta democr¨¢tica te¨®rica deber¨ªa ser la de los ciudadanos, pero se constata que las opiniones p¨²blicas europeas est¨¢n muy divididas al respecto y hoy, adem¨¢s, desmotivadas; por no mencionar la ausencia de un verdadero "pueblo" europeo. Por tanto, habr¨ªa que confiar en las ¨¦lites pol¨ªticas pues -se supone- aspiran a dirigir a la sociedad. Si esto es as¨ª, la clave est¨¢ en los partidos: en efecto, pese a toda la literatura sobre la "crisis" de los mismos (?que tiene m¨¢s de un siglo de historia!) ¨¦stos son objetivamente insustituibles y subjetivamente imbatibles en su ¨¢mbito y, por tanto, son los protagonistas del proceso pol¨ªtico europeo, tal como recuerda Simon Hix, quiz¨¢ el mejor especialista al respecto.
En la UE los problemas en este sentido son los siguientes: 1) las federaciones europeas de partidos son, de hecho, virtuales, 2) el nacionalismo ("ir a Europa" a defender los intereses nacionales) est¨¢ profundamente arraigado en todos ellos y 3) los aparatos nacionales no est¨¢n dispuestos en absoluto a ceder competencias soberanas propias a federaciones transnacionales de partidos. En consecuencia, hoy por hoy es imposible dar paso a un sistema unificado de partidos europeos, pero s¨ª se pueden dar pasos para reforzar en su seno estrategias integracionistas. Admito que ni a¨²n en el supuesto de que ¨¦stas fueran mayoritarias habr¨ªa plenas garant¨ªas para ir hacia una UE como federaci¨®n pol¨ªtica, pero es que sin tal premisa ni se puede arrancar.
Por tanto, la batalla prioritaria est¨¢ en el seno de los partidos pues s¨®lo si en ellos dominaran los federalistas europeos se podr¨ªa intentar inclinar la balanza de las divididas opiniones p¨²blicas. En otras palabras, el predominio de los europe¨ªstas no instrumentales podr¨ªa facilitar (no asegurar) el progresivo refuerzo de las tesis y las pol¨ªticas integracionistas, lo que s¨ª contribuir¨ªa a cambiar la fisonom¨ªa y el car¨¢cter de la actual UE. En suma, si la pol¨ªtica en general es la suma de estructuras, procesos y resultados se constata que ni las primeras (instituciones) ni las ¨²ltimas (pol¨ªticas p¨²blicas) son suficientes para el objetivo federal, de ah¨ª que la clave radique en los actores fundamentales de los procesos, los partidos.
En el Parlamento Europeo est¨¢n presentes cerca de un centenar de partidos, pero hay embriones de unidad: los eurogrupos parlamentarios (siete) y, m¨¢s interesante, los europartidos (cinco y otro m¨¢s en proceso de creaci¨®n). El Partido Popular Europeo -la primera formaci¨®n de la UE- va bastante adelantado en su configuraci¨®n, pese a la existencia de sus dos almas con sensibilidades diferentes al respecto (la democristiana tradicionalmente federalista y la liberal-conservadora mucho m¨¢s nacionalista). Los socialistas europeos tienen asimismo visiones diferenciadas seg¨²n sus propias tradiciones nacionales (los socialdem¨®cratas alemanes son federalistas, pero los laboristas brit¨¢nicos no). Si esto ocurre en los dos grandes, en el resto el fen¨®meno de la divisi¨®n se reproduce con m¨¢s o menos intensidad, aunque entre los Verdes y la izquierda poscomunista (aqu¨ª con m¨¢s matices) predominan de modo bastante claro los integracionistas, mientras que en algunos grupos el rechazo al federalismo es frontal (por ejemplo, la extrema derecha).
En la actual situaci¨®n, los partidos europeos est¨¢n m¨¢s dispuestos a "cooperar" que a "integrarse" y es que la UE no es un estricto sistema pol¨ªtico (aunque tenga algunos rasgos) basado en la din¨¢mica mayor¨ªa de gobierno y minor¨ªa de oposici¨®n. Adem¨¢s, no existe una clase pol¨ªtica europea como tal y las elecciones al Parlamento Europeo son de segundo orden. Con todo, hay algunos avances en votaciones conjuntas (aumenta la disciplina de voto transnacional) y la regla de la unanimidad se va reduciendo cada vez m¨¢s. En conclusi¨®n, la batalla prioritaria de los federalistas europeos est¨¢ en el seno de los partidos y, paralelamente, en conseguir revertir la apat¨ªa y divisi¨®n de las opiniones p¨²blicas explicando las ventajas de tal propuesta.
El afianzamiento del europe¨ªsmo pol¨ªtico en los partidos y en la sociedad podr¨ªa facilitar (aunque no asegurar) el progresivo refuerzo de las tendencias federalistas y eso s¨ª que contribuir¨ªa a cambiar la actual naturaleza economicista de la UE.
Ces¨¢reo R. Aguilera es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica. Universidad de Barcelona.
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