Vecindad
La autora considera que no se puede dar la espalda a todo un mundo tras haber sacado provecho de sus recursos y de sus hombres y quedar al margen de las consecuencias.
Ha estallado la vecindad. Europa, una vez m¨¢s, observa con desconcierto aquello que era hasta previsible. Un Continente vecino, en situaci¨®n humanitaria l¨ªmite, viene produciendo desde hace ya tiempo, no es de estos d¨ªas, una corriente migratoria intensa, un ¨¦xodo hacia el horizonte que se percibe tan pr¨®ximo y que se adivina tan pr¨®spero.
La globalizaci¨®n, con todo su potencial tecnol¨®gico, ha hecho convivir, como nunca hab¨ªa sucedido, la manifestaci¨®n virtual de la riqueza y la expresi¨®n m¨¢s tangible de la pobreza. Las pantallas de los televisores transmiten en tiempo real c¨®mo se vive de la otra parte haci¨¦ndola m¨¢s deseable si cabe, y alguna sofisticaci¨®n, un simple GPS, un motor de m¨¢s potencia, hacen imaginable el viaje que tan improbable parec¨ªa hace apenas una d¨¦cada.
No deber¨ªa extra?arnos que desde el norte cueste entender las razones de estos grandes movimientos migratorios
Se han quebrado barreras psicol¨®gicas en cuanto al riesgo. Primero atravesaron la distancia que mediaba entre las orillas m¨¢s pr¨®ximas del Mediterr¨¢neo; m¨¢s tarde, el centenar de kil¨®metros que separaban las costas africanas de la isla de Fuerteventura; cuando esta ruta se hizo dif¨ªcil, se recorrieron mil y hasta dos mil kil¨®metros. La temeridad se abre camino, la desesperaci¨®n de estos hombres y mujeres es lo que les empuja a intentarlo aunque sea a costa de sus propias vidas. Cobra vigencia, como se ha recordado, el diagn¨®stico certero de Montesquieu: los seres humanos siguen siempre la senda de la libertad y la riqueza.
Aunque haya quien se empecine en cifrar en el presente inmediato las causas de la creciente presi¨®n migratoria africana que vive Espa?a aproximadamente desde comienzos de los noventa, lo cierto es que vienen de lejos. Al menos desde hace cinco siglos y se ha prolongado durante centurias de colonizaciones, recolonizaciones y abandonos catastr¨®ficos. El resultado est¨¢ expuesto para quien lo quiera visitar. No se puede dar la espalda a todo un mundo despu¨¦s de haber sacado provecho de sus recursos y de sus hombres y m¨¢s tarde tener la pretensi¨®n de quedar al margen de las consecuencias.
La tarea a la que nos enfrentamos no es sencilla porque, al tiempo que edificamos las respuestas inmediatas que son imprescindibles porque nos van a permitir contener las llegadas incesantes, disponemos ya de la lucidez suficiente para saber que eso no basta y que es tiempo de entrar de lleno en las causas ¨²ltimas y, sin m¨¢s demora, comenzar a actuar sobre ellas. Advierto que no bastar¨¢ con incrementar la necesaria cooperaci¨®n al desarrollo porque la brecha es demasiado profunda. Un cambio de largo alcance, una nueva mirada y una relaci¨®n radicalmente distinta desde Europa hacia ?frica son exigencias ineludibles para aventurarnos con respuestas inteligentes, a la altura de este tiempo hist¨®rico migratorio que nos ha tocado vivir.
Las primeras reacciones han sido m¨¢s inquietantes de lo que cabr¨ªa desear. Europa no atraviesa por momentos f¨¢ciles aunque, al fin y al cabo, su construcci¨®n se ha hecho siempre a partir de impulsos que han venido despu¨¦s de crisis profundas. No deber¨ªa extra?arnos tampoco que desde el norte cueste entender las razones de estos grandes movimientos migratorios de ra¨ªz econ¨®mica y que los vean ajenos a su propia experiencia pero en modo alguno deber¨ªa conducirnos al des¨¢nimo porque cada vez estamos en mejores condiciones de vencer las resistencias.
Sin embargo, tambi¨¦n debe ponerse en la balanza que la inmigraci¨®n forma ya parte, y en muy poco tiempo, de todas las agendas internacionales. Si algo nos han ense?ado los ¨²ltimos acontecimientos es que las estrategias nacionales no son suficientes para atajar las consecuencias de la actual intensidad migratoria. Se necesita tanto del reforzamiento de las relaciones bilaterales como de una multirateralidad vigorosa y eficiente, alejada de la ret¨®rica de los discursos vac¨ªos, que re¨²na a los pa¨ªses de origen, tr¨¢nsito y destino de los flujos migratorios. Y, en este terreno se ha recorrido un importante trecho en muy pocos meses aunque los resultados a¨²n nos puedan parecer menores. Hay razones para permitirnos una lectura razonablemente optimista.
En Espa?a, la respuesta ha ido desde la l¨®gica preocupaci¨®n hasta los esfuerzos desplegados para atajar las llegadas incontroladas que sufre en su condici¨®n de frontera sur del Continente, aunque el destino sea Europa en su conjunto. La muy efectiva cooperaci¨®n con Marruecos ha acabado por convertirse en un modelo al que han seguido la ya entablada con Mauritania y actualmente con Senegal y otros pa¨ªses subsaharianos. Sin duda habr¨¢ que seguir ampliando el abanico porque a cada paso que recorremos en cuanto al control de los flujos, se produce un nuevo desplazamiento de la presi¨®n, buscando nuevos espacios para hacer uso de esta vecindad entre continentes.
Ser¨ªa un error, por tanto, contraponer la ineludible reflexi¨®n sobre las razones que est¨¢n en el origen del ¨¦xodo migratorio y lo que nos exige, con la necesidad de poner en marcha medidas que nos permitan atajar la inmigraci¨®n clandestina m¨¢s inmediata. M¨ªrese por donde se quiera, cualquier pol¨ªtica de inmigraci¨®n que quiera disfrutar de alg¨²n cr¨¦dito entre la ciudadan¨ªa, debe incluir necesariamente un compromiso firme en materia de lucha contra la inmigraci¨®n irregular, una lacra que tiene como primeras v¨ªctimas a los propios inmigrantes.
Las tendencias demogr¨¢ficas para las pr¨®ximas d¨¦cadas nos dicen que las migraciones con seguridad seguir¨¢n siendo un signo de identidad para muchas de las generaciones que nos van a suceder. Desde esta lucidez, adquiere una importancia crucial que la ciudadan¨ªa incorpore a su percepci¨®n colectiva el alcance y dificultades de este fen¨®meno que ha irrumpido con inusitada aceleraci¨®n e intensidad en poco m¨¢s de una d¨¦cada. Que, entre todos seamos capaces de arrinconar la tentaci¨®n, alimentada desde algunos sectores, del mensaje populista que consiste en proponer respuestas simples a problemas complejos y construir una gran coincidencia en torno a la naturaleza extremadamente compleja y vers¨¢til de las migraciones. Que seamos capaces de saber leer, con los ojos de la inteligencia cr¨ªtica, la necesidad de dar paso a una nueva vecindad.
Consuelo Rum¨ª Ib¨¢?ez es secretaria de Estado de Inmigraci¨®n y Emigraci¨®n.
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