El verbo
Seg¨²n la versi¨®n po¨¦tica, cuando Ad¨¢n deambulaba como un pr¨ªncipe desnudo por el Ed¨¦n, sinti¨® la necesidad de designar cada cosa que ve¨ªa con una palabra distinta y as¨ª, al nombrarlas, cre¨® el mundo. El alma primaria de la humanidad est¨¢ formada por el conjunto de las palabras que flotan en las esferas celestes y nuestro pensamiento s¨®lo es una forma de ordenarlas.
Todas las palabras tienen su significado y dispuestas de forma congruente siempre tienden a decir algo. Pero hay gente capaz de combinarlas de modo que carezcan completamente de sentido. No hace falta m¨¢s que escuchar las declaraciones de algunos pol¨ªticos.
El lenguaje se parece a una casa con luz de l¨¢mpara en las ventanas. Si nos acercamos un poco, podemos llegar a oler incluso lo que se cuece en la cocina que es la conciencia de idioma. Hay vocablos cristalinos como la sal que dan sabor a todo el puchero y otros que liberan el aroma y el color de algunas flores. Las lilas tienen un tono p¨¢lido como una camiseta azul marino deste?ida por muchos lavados. Tambi¨¦n los sustantivos se desgastan como la palabra paciencia que parece siempre a punto de agotarse. Algunas palabras son tan hermosas que s¨®lo se pueden escuchar asomados a una ventana o sentados en el porche con un chubasquero mientras llueve. Bien ordenadas las palabras pueden llevarnos tan lejos como el silbido de un tren atravesando la noche.
Si se piensa, las palabras que de verdad cuentan, nunca son m¨¢s que unas cuantas y a trav¨¦s de ellas uno podr¨ªa explicar su vida. A m¨ª me gusta la palabra jersey porque al pronunciarla todav¨ªa siento el olor de la lana subi¨¦ndome por la manga cuando de ni?a le¨ªa c¨®mics en el desv¨¢n a la luz de una linterna. Pero hay tipos a quienes les gusta ir por el mundo diciendo: usted no sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando. ?Se fiar¨ªan ustedes por ejemplo de alguien a quien se le llenase la boca con la palabra intertextualidad o planteamiento emergente o techo competencial o pluralidad acrisolada? Si las palabras huelen a rancio es que quienes las pronuncian est¨¢n muertos. Pero mucha gente escucha el rebuzno de un asno y cree que es la voz de Dios que est¨¢ creando el mundo.
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