75 (35) a?os
Tal d¨ªa como pasado ma?ana, 75 a?os atr¨¢s, un Congreso de los Diputados abrumadoramente masculino consent¨ªa (no sin cierto pitorreo, incluso por parte del presidente Besteiro) en elevar a las mujeres a la categor¨ªa de persona. Durante la dictadura de Primo de Rivera, en lo que al sufragio municipal se refiere, apenas hab¨ªan sido m¨¢s que un ap¨¦ndice sustituto del ser supremo: el marido inexistente, muerto o incapacitado, de forma que s¨®lo votaban las viudas o las solteras "para no introducir un elemento de confrontaci¨®n familiar". Pero parad¨®jicamente, en la Asamblea Constituyente de la Rep¨²blica, algunas de las vetadas ante la urna s¨ª hab¨ªan resultado elegidas, y por eso el grueso del debate recay¨® en dos figuras extraordinarias: Clara Campoamor y Victoria Kent. La primera, ardorosa adalid del derecho universal, fue la primera mujer en tomar la palabra en la historia del Parlamento, el 1 de setiembre de 1931. Y el 30, cuando se discut¨ªa el art¨ªculo 34 del anteproyecto de Constituci¨®n, expuso sus razones con rigor y precisi¨®n. El 1 de octubre se le enfrent¨® la diputada Kent, sin negar la mayor pero arguyendo que la medida ser¨ªa inoportuna "por el momento", dada la incultura pol¨ªtica de las mujeres, su manipulaci¨®n por parte del clero, y lo perjudiciales que esas papeletas iban a resultar para la joven Rep¨²blica. Tras un debate cuya lectura recomiendo vivamente, se vot¨® de forma nominal con importantes diferencias entre miembros de un mismo partido y del propio gobierno. El 40% de los diputados no se molest¨® en participar (o se ausent¨® para no hacerlo, como Indalecio Prieto) y los 161 pronunciamientos a favor frente a 121 en contra levantaron el j¨²bilo de las sufragistas: por supuesto no ser¨ªan ellas, en el 36, quienes asesinar¨ªan la democracia.
50 a?os despu¨¦s el movimiento de mujeres empezaba a reivindicar a Clara Campoamor, que como suele ocurrir acab¨® pagando su valor y honestidad con el ostracismo y la marginaci¨®n. En 1981 el propio Ayuntamiento de Valencia patrocinaba una Comisi¨®n Feminista que tambi¨¦n edit¨® un folleto divulgativo.
Han pasado 25 a?os m¨¢s, y la diputada republicana ya no es tan desconocida, aunque ni de lejos ha recibido a¨²n el reconocimiento que merece por dejar bien claro que los derechos de la mitad de la poblaci¨®n son irrenunciables, y que no se pueden otorgar o arrebatar en funci¨®n de a qui¨¦n beneficie su ejercicio. No s¨¦ cuanto de todo esto se ense?a en las escuelas e institutos, pero los grupos feministas la tienen en el laico altar de su memoria y algunos le han tomado el nombre, como en Bilbao. La agrupaci¨®n socialista de Benet¨²sser otorga un premio y tambi¨¦n en algunos otros lugares de nuestra geograf¨ªa, m¨¢s sensibles o con mujeres m¨¢s influyentes y agradecidas, hay plazas y avenidas. He buscado in¨²tilmente en los callejeros de Valencia (con la vara de mando en manos de una mujer) y Castell¨®n. Alicante le dedica un rinconcito apartado, por all¨¢ detr¨¢s del golf de la Playa de San Juan.
La periodista Montserrat Boix se queja en su blog de que con total "nocturnidad" el Congreso de Diputados ha bautizado como Clara Campoamor a una de sus salas.
Y si esto ocurre con una "madre" de la patria, qu¨¦ no pasar¨¢ con otras figuras que de la primera fila pasaron directamente al olvido... Quiz¨¢ sea el momento de recuperar aqu¨ª tambi¨¦n a la valenciana Mar¨ªa Cambrils, a la que todo el mundo nombra pero de la que poco se sabe. Y que sin embargo fue mentora del feminismo socialista con un libro (prologado por Campoamor) e infinidad de conferencias y art¨ªculos. Uno de ellos, publicado en El Popular de Gand¨ªa, tercia: "Pero es obvio esperar tambi¨¦n que las mujeres e hijas de los hombres de verdadero temple liberal, de no mentidos sentimientos de justicia, voten por los defensores de la Rep¨²blica. Si no fuese as¨ª, habr¨ªa para abominar de todos aquellos hombres que, erigidos en propagandistas de un ideal de redenci¨®n, no supieron o no quisieron inculcar ¨¦ste en el seno de su propia familia...".
Hace 75 a?os, 35 descontada la dictadura de Franco. Cuatro d¨ªas, como quien dice, en lo que se refiere a la participaci¨®n de las mujeres en la cosa p¨²blica.
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