Cartas desde el fin del mundo
El 6 de enero de 1971, Ant¨®nio Lobo Antunes part¨ªa a bordo del Vera Cruz hacia Angola. Reci¨¦n licenciado en medicina, deb¨ªa cumplir enseguida con su servicio militar y le toc¨® hacerlo participando en la guerra colonial que Portugal manten¨ªa con el pa¨ªs africano. Seis meses antes hab¨ªa contra¨ªdo matrimonio con Mar¨ªa Jos¨¦, una mujer que apenas ten¨ªa veinte a?os. Ella qued¨® esper¨¢ndole en Lisboa y esperando tambi¨¦n su primer hijo. Lobo Antunes inici¨® con Z¨¦, la misma noche de su partida, un epistolario que mantuvo durante los dos a?os que dur¨® su estancia en ?frica. Desde la primera carta se manifiesta un hombre joven, enfermo de nostalgia y melancol¨ªa: "Mi a?oranza es ya indescriptible, y mi soledad enorme...". Y desde la primera carta quedan tambi¨¦n perfiladas las inquietudes que acompa?ar¨ªan al escritor durante toda su estancia en la contienda: la preocupaci¨®n por mantener vivo el amor de su mujer, su af¨¢n por conseguir tiempo para escribir y convertirse en escritor, y la reflexi¨®n siempre impl¨ªcita del sinsentido de esa guerra, de cualquier guerra. M¨¢s de trescientas cartas en las que el escritor cont¨® d¨ªa a d¨ªa su particular infierno. Y en todas ellas la descripci¨®n del paisaje, el recuerdo de esa belleza desconcertante de la tierra angole?a, protagonista m¨¢s tarde en toda la obra literaria del escritor portugu¨¦s.
Cartas de la guerra. Correspondencia desde Angola
Ant¨®nio Lobo Antunes.
Traducci¨®n de Dolores Vilavedra.
Debate. Madrid, 2006. 429 p¨¢ginas. 22 euros.
Estas cartas no fueron escritas para ser publicadas
Cuando el libro se present¨® en
Lisboa lo hicieron las hijas del escritor, Mar¨ªa Jos¨¦ y Joana Lobo Antunes. Las dos hermanas, responsables de la edici¨®n, cumpl¨ªan al publicarlo con la promesa que hicieron a su madre. ?sta, enferma de un c¨¢ncer de ri?¨®n, pidi¨® a sus hijas poco antes de morir que hicieran p¨²blico este epistolario. Desde luego las cartas no fueron escritas para ser publicadas, todo lo contrario. Las hay de tal intimidad que se comprenden las reticencias del escritor. Pero las propietarias eran sus hijas y la voluntad la de su mujer, y ante eso poco pudo a?adir el escritor. En cada una de las cartas ¨¦l le declaraba su amor sin fisuras: "Me haces falta en todo, una falta permanente y horrible, que se acent¨²a cada d¨ªa como un vac¨ªo en el est¨®mago, un hueco en el espacio, un sincero v¨¦rtigo en el centro de la cabeza
...". Y, sin embargo, se separ¨® de ella poco tiempo despu¨¦s de regresar de la guerra, coincidiendo con la revoluci¨®n de los claveles. Quiz¨¢ arrastrado, seg¨²n ¨¦l mismo ha reconocido, por la moda, por una modernidad mal asimilada. Vivieron separados m¨¢s de veinte a?os, hubo otros matrimonios, pero cuando Lobo Antunes supo de su enfermedad volvi¨® con ella y retom¨® ese amor, el ¨²nico amor, seg¨²n ha declarado, que ha contado en su vida. Las cartas tienen un inter¨¦s capital y no s¨®lo para los interesados en la obra de Lobo Antunes. En su conjunto constituyen la cr¨®nica de una guerra contada desde dentro, d¨ªa a d¨ªa: "Esto es el fin del mundo: pantanos y arena. La peor zona de la guerra de Angola: 126 bajas en el batall¨®n que relevamos, si bien con s¨®lo dos muertos pero con amputaciones diversas...". O: "Si cierras con fuerza una puerta me ver¨¢s tirarme al suelo y empezar a disparar por un reflejo condicionado. Eso es en lo que nos convierte la guerra: insectos luchando por la propia supervivencia en un frenes¨ª de patas y antenas". Son las vivencias de un chico de familia acomodada que se enfrenta a un horror que desde luego determinar¨ªa toda su vida: "El infierno consiste en acordarnos durante toda la eternidad. ?No es verdad?", escrib¨ªa en Buenas tardes a las cosas de aqu¨ª abajo. A la vez es la historia de toda una generaci¨®n condicionada de forma irremediable por aquel conflicto.
Pero las cartas tambi¨¦n hablan
de alguien que quiere convertirse en escritor y que libra su particular batalla con las palabras: "...
?Podr¨ªa acercarme a esto? -habla de Faulkner-. En el fondo creo que s¨ª, con mucha renuncia, mucha entrega y, sobre todo, mucho trabajo: La cantidad de virtudes necesarias para ser un buen escritor es enorme. No basta con haber nacido, es preciso hacerse. Y agitar el ¨¢rbol para que queden s¨®lo las mejores hojas...".
Estamos ante un documento impagable para rastrear las claves de un escritor cuya obra es un instrumento para ahondar en el n¨²cleo de la vida. De la suya, de la nuestra.
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