Los 'ultras' sacan pecho en Hungr¨ªa
La extrema derecha se apropia de los s¨ªmbolos hist¨®ricos y trata de aprovechar la diversidad de los manifestantes contra el Gobierno para cobrar protagonismo

Uno de los lugares m¨¢s tur¨ªsticos de Budapest, el enorme Parlamento neog¨®tico, se ha convertido en los ¨²ltimos 13 d¨ªas en el centro de una concentraci¨®n que empez¨® como l¨®gica protesta contra un primer ministro mentiroso, pero que ha pasado sucesivamente a parecer un botell¨®n festivo, un comedor social de gulash y terminar¨¢ como un marat¨®n cultural. Todo ello aderezado con una simbolog¨ªa, mezcla de historia y leyenda, de la que se ha apropiado la extrema derecha para tratar de recobrar protagonismo gracias a una crisis cuyas consecuencias reales se ver¨¢n en las elecciones locales de ma?ana.
La bandera de Hungr¨ªa, de franjas horizontales roja, blanca y verde, se mezcla con la ense?a de franjas blancas y rojas que todos sus portadores en la plaza Kossuth, donde se encuentra el Parlamento, relacionan con el linaje de Arpad, el jefe tribal que fund¨® el pa¨ªs en el siglo IX. Nadie menciona que es tambi¨¦n la bandera utilizada por los nazis h¨²ngaros, que inclu¨ªa como escudo una cruz con puntas en flecha. Tambi¨¦n abunda la bandera de Hungr¨ªa con un agujero en el centro, en recuerdo del fallido levantamiento contra los sovi¨¦ticos en 1956, cuando se recort¨® el escudo comunista. Un s¨ªmbolo que los revolucionarios de 2006 se han apropiado, y cuyo 50? aniversario, el pr¨®ximo 23 de octubre, ya est¨¢ provocando tensiones en una sociedad dividida al 50% entre partidarios de la izquierda y de la derecha.
La polic¨ªa atribuye a hinchas del Ferencv¨¢ros el ataque a la televisi¨®n del pasado d¨ªa 19
Familias conservadoras se mezclan con estudiantes, jubilados con discursos incendiarios, vagabundos que aprovechaban el reparto de comida gratis hasta que ayer se prohibi¨® por razones sanitarias, j¨®venes con indumentaria militar y cabezas rapadas. "Esta manifestaci¨®n tiene relaci¨®n con el primer ministro, pero tambi¨¦n un contenido antiglobalizaci¨®n, de defensa de los derechos locales", explica Pal Csob¨¢n, de 46 a?os, que deja claro que es profesor de Historia e Ingl¨¦s, y no un "ignorante". El ataque a la globalizaci¨®n y a las multinacionales es el arranque de un discurso mucho m¨¢s peligroso. "El problema es que alguien quiere dominar el mundo: los que tienen el dinero, los jud¨ªos", explica un amable jubilado de 88 a?os.
Pese a este tipo de comentarios, los distintos grupos que se atribuyen la organizaci¨®n de los manifestantes aseguran que es una concentraci¨®n espont¨¢nea, sin respaldo de ning¨²n partido, y que los radicales son s¨®lo unos pocos. Sin embargo, polit¨®logos y periodistas locales coinciden en que conocidos ultraderechistas y nacionalistas -conceptos muy ligados en Hungr¨ªa- protagonizan en gran medida la protesta.
A los militantes fascistas se a?aden obreros que perdieron su trabajo tras la ca¨ªda del comunismo en 1989, y cada vez m¨¢s j¨®venes universitarios en paro, que no se sienten representados por ning¨²n partido tradicional. "Es inevitable que los partidos radicales absorban a estos j¨®venes", augura Laszlo K¨¦ri, investigador senior del Instituto de Pol¨ªticas de la Academia de Ciencias de Hungr¨ªa. "Es peligroso, porque estos intelectuales son los profesores del ma?ana", dice el presidente de la Confederaci¨®n de Comunidades Jud¨ªas en Hungr¨ªa, Peter Feldm¨¢jer, que cifra en 100.000 los jud¨ªos en un pa¨ªs con 10 millones de habitantes.
Pero lo curioso, para K¨¦ri, es la aparici¨®n junto a estos grupos de los hooligans de equipos de f¨²tbol como el Ferencv¨¢ros, se?alados por la polic¨ªa como los autores del ataque a la televisi¨®n p¨²blica en la madrugada del martes 19, y de los disturbios de los dos d¨ªas siguientes, los m¨¢s graves que se recuerdan en Hungr¨ªa desde 1956. "La semana pasada aparecieron en el centro de la situaci¨®n pol¨ªtica, se convirtieron en jugadores principales por primera vez en 15 a?os. ?Qui¨¦n les invit¨®?", se pregunta.
No tiene respuesta, pero cree que la ultraderecha ya estaba preparando una acci¨®n que les diera protagonismo, probablemente para el aniversario del 56. La filtraci¨®n de una cinta el domingo 17, en la que el jefe del Gobierno socialista-liberal, Ferenc Gyurcsany, reconoc¨ªa haber mentido sobre la situaci¨®n econ¨®mica para ganar la reelecci¨®n en abril, fue la excusa perfecta. Kriszti¨¢n Szabados, director del centro de an¨¢lisis Political Capital, recuerda que, durante los d¨ªas previos, Viktor Orban, el presidente del conservador Fidesz, el principal partido de oposici¨®n, "empez¨® a usar palabras hasta ahora ausentes del lenguaje pol¨ªtico, como levantamiento o resistencia".

Un arma de doble filo
La ambigua relaci¨®n del l¨ªder de la oposici¨®n, Viktor Orban, con los extremistas puede desembocar en un resultado parad¨®jico: en lugar de ganar las elecciones locales, que ha planteado como un plebiscito sobre el primer ministro, Ferenc Gyurcsany, la percepci¨®n popular de que ha alimentado los disturbios puede movilizar a los votantes socialistas, pese a su descontento.
Y la coalici¨®n en el Gobierno trata de explotar esta relaci¨®n. "Este pa¨ªs ha sido sensato siempre, y el domingo tambi¨¦n lo ser¨¢, y votar¨¢ a la paz y a la tranquilidad", conclu¨ªa Gyurcsany un mitin el jueves en apoyo del alcalde de la capital, el liberal Gabor Demszky, que se presenta a su quinto mandato consecutivo.
Tambi¨¦n pueden sacar provecho, aunque a medio plazo, los ultraderechistas Partido de la Justicia y la Vida H¨²ngaro (MIEP), y el Movimiento por una Hungr¨ªa Mejor (Jobbik). Su alianza en las elecciones generales s¨®lo les report¨® el 1% de los votos, lejos del 5% necesario para entrar en el Parlamento, porque sus bases prefirieron el voto ¨²til al conservador Fidesz.
El MIEP s¨ª logr¨® esca?os en 1998. Los expertos coinciden en que el futuro es del Jobbik, pues el MIEP es muy personalista, y su l¨ªder, Istv¨¢n Csurka, supera los setenta a?os. Las protestas de estos d¨ªas, seg¨²n K¨¦ri, les ha proporcionado "un aprendizaje pol¨ªtico" importante.
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