La revoluci¨®n ser¨¢ teatral
Excesivo, visceral, pol¨¦mico. El influyente dise?ador de Dior es, con su exquisita comprensi¨®n de la costura y su histrionismo, una fuerza irrenunciable de la est¨¦tica contempor¨¢nea
Juan Carlos Antonio es un rom¨¢ntico incorregible. Se nota en su forma de hablar y en su mirada. Pero, sobre todo, se nota en su trabajo. Juan Carlos, John desde que a los seis a?os su familia se traslad¨® de Gibraltar a Londres, es dise?ador de moda. Uno de los m¨¢s influyentes. Tambi¨¦n uno de los m¨¢s excesivos, viscerales y pol¨¦micos. Dif¨ªcilmente sus creaciones para Christian Dior, la m¨¢s emblem¨¢tica de las muy emblem¨¢ticas casas de costura francesa, despertar¨¢n indiferencia. Su f¨¦rtil imaginaci¨®n crea universos delirantes, en los que se encuentran personajes diametralmente opuestos. Una fantas¨ªa desbocada que ha acercado la alta costura a la generaci¨®n MTV y que es extremadamente rentable. Dior ha triplicado sus ventas desde su llegada y factur¨® 663 millones de euros en 2005. Es, junto a Louis Vuitton, una de las marcas estrella del primer grupo del lujo, LVMH. La ni?a de los ojos del jefe, Bernard Arnault, que la controla desde 1984. Una perla que coloc¨® en manos del alocado Juan Carlos en 1997, en una maniobra que caus¨® estupor y, en alg¨²n caso, indignaci¨®n. La estrategia ten¨ªa un objetivo: rejuvenecer. Sus m¨¦ritos para el puesto, un celebrado desfile de graduaci¨®n en la escuela Saint Martins, en 1984, inspirado en la Revoluci¨®n Francesa, 18 meses como dise?ador de Givenchy y varios a?os demostrando no s¨®lo su llamativa rebeld¨ªa y audacia, sino tambi¨¦n su maestr¨ªa en la realizaci¨®n y la modernizaci¨®n del corte al bies y la sastrer¨ªa.
Juan Carlos es, por supuesto, John Galliano. Responsable de las colecciones de alta costura y de pr¨ºt-¨¤-porter de Christian Dior, y desde 2001, tambi¨¦n de cualquier aspecto relacionado con la imagen de la marca, de los escaparates a los perfumes. Pero la cita, un mediod¨ªa de septiembre en Par¨ªs, no es en el elegante estudio de la firma en la Avenue Montaigne, sino en un edificio industrial en un barrio popular del distrito 20. Es chez Galliano. El estudio de su marca propia. Escondido bajo la piel del feo almac¨¦n, un exuberante jard¨ªn rodea una construcci¨®n luminosa. En la planta superior, en una pieza generosa de amplios ventanales, un fest¨ªn de sushi espera la llegada del hombre que da nombre y sentido a todo esto.
A los 46 a?os, Galliano invierte mucho tiempo en su aspecto. Sus salidas al final de los desfiles forman parte del espect¨¢culo. Un torso musculoso y aceitoso con un pantal¨®n de torero, un atuendo pirata o una caracterizaci¨®n napole¨®nica han sido algunas de sus ocurrencias. Pero hoy aparece discreto. Chancletas, pantal¨®n vaquero y chaleco de raya diplom¨¢tica que descubre un pecho trabajado. El pelo, largo y te?ido de rubio, est¨¢ recogido en un mo?o y cubierto por una gorra que reza Angel. Comer¨¢ poco, hablar¨¢ r¨¢pido y reir¨¢ mucho.
?Pasa m¨¢s tiempo aqu¨ª o en Dior?
Lo divido entre ambos. Tengo un ch¨®fer estupendo con el que consigo llegar a tiempo al menos 9 de cada 10 veces [risas]. Si es ¨¦poca de alta costura, paso m¨¢s tiempo en Dior. En la semana de hombre, hago pruebas en Dior, aunque sea ropa de Galliano. Somos una gran familia. Todos hacen lo posible por que est¨¦ tranquilo y centrado.
No es habitual que la gran marca se muestre tan sensible a las necesidades de la peque?a.
Tardamos un poco en arreglarnos, en llegar al acuerdo. Pero todo el mundo quiere el 100% de mi concentraci¨®n y energ¨ªa, y es la manera de conseguirla.
Esa gran familia de la que habla, ?le protege?
Soy como una urraca, que se siente atra¨ªdo y coge todo lo que brilla y parpadea. No se puede proteger demasiado a una urraca porque entonces no podr¨ªa volar. Y hace falta volar para ser creativo. As¨ª que no s¨¦ si protegido es la palabra correcta. Yo ando por la calle, no tengo guardaespaldas. Obviamente, hay zonas que evito, porque pueden ser problem¨¢ticas. Lugares en los que hay mucha moda. Ir a Saint Martins provocar¨ªa un jaleo. Pero a m¨ª me encanta andar por la calle, ir de tiendas, salir. La observaci¨®n forma parte de mi trabajo.
El inter¨¦s y la sinton¨ªa con los j¨®venes y la calle es algo que los dise?adores suelen tener en sus inicios, pero que a menudo pierden cuando se establecen?
No s¨®lo no lo he perdido, sino que lo fomento. En la oficina, sentado en una mesa, s¨®lo se puede hacer una parte del trabajo. Hago viajes de investigaci¨®n para mantenerme al d¨ªa de lo que pasa en el mundo. Mi trabajo consiste en eso tambi¨¦n. A pesar de la globalizaci¨®n, cada mercado sigue teniendo sus particularidades. Hay que salir y ver qu¨¦ est¨¢ pasando. Por ejemplo, acabo de volver de un viaje a Londres, donde fui elegido hombre del a?o. Qu¨¦ mal queda decirlo [risas]. Hac¨ªa alg¨²n tiempo que no iba, y lo he encontrado muy cambiado. Los restaurantes son mucho m¨¢s contempor¨¢neos: entras al indio de la esquina y parece que est¨¢s en el centro de Nueva York. Y las tiendas estaban abiertas en domingo. ?Domingo! Los h¨¢bitos de compra son distintos. Y hay mucho m¨¢s conocimiento de la moda? Iba corriendo por Oxford Street, pas¨¦ por delante de una tienda y pens¨¦ que era Balenciaga. Par¨¦, volv¨ª atr¨¢s y me di cuenta de que era [susurra] Zara.
Adem¨¢s de los viajes para investigar mercados, son c¨¦lebres sus excursiones en busca de inspiraci¨®n a lugares ex¨®ticos.
No siempre han sido tan ex¨®ticos [risas]. Tengo mucha suerte, porque podemos hacer viajes largos, de dos o tres semanas, que suelen ser en abril y en noviembre.
?C¨®mo decide el destino?
Depende. A veces, por instinto creativo; otras, por ver c¨®mo ha progresado un mercado, o juntar las dos cosas. Por ejemplo, si voy a Rusia, voy al L'Hermitage a ver cuadros preciosos, y me fijo en los cambios en marketing. Tambi¨¦n visito las tiendas de Dior, claro, y las de Galliano. Cada vez mezclo m¨¢s negocios e inspiraci¨®n.
Otra faceta relevante de su trabajo es la uni¨®n de personajes, tiempos y estilos de lo m¨¢s distante e inconexo. Por ejemplo, Barbie y los Andes o Siouxsie Sioux y Juana de Arco.
Las cosas se encadenan. Realmente no existe una f¨®rmula, cada colecci¨®n es diferente. Es como un viaje de descubrimiento, y una puerta da a otra. Veo un cuadro fant¨¢stico, y me interesa saber qui¨¦n lo ha pintado, qui¨¦n es la se?ora que est¨¢ en el cuadro y de d¨®nde viene? A partir de ah¨ª imagino su historia: los amantes que ten¨ªa, c¨®mo se escap¨® de Rusia y se cas¨® con un hombre, y en realidad era una gitana y bailaba. Construyo una fantas¨ªa.
?Escribe estas historias?
Con mis equipos construimos lo que llamo mi Biblia: un libro con fotos Polaroid, im¨¢genes de pel¨ªculas, de teatro, de exposiciones, esbozos. Construimos un libro, y en eso se inspira la colecci¨®n. Es un trabajo de fondo muy importante.
Ecos de las ideas de sus colecciones de alta costura para Dior suelen encontrarse en las de 'pr¨ºt-¨¤-porter'. ?Cu¨¢l es el v¨ªnculo?
Es un tri¨¢ngulo: en la parte de arriba est¨¢ la alta costura, la esencia pura y sin diluir de la marca. Donde mi equipo y yo tenemos tiempo, medios y la oportunidad de experimentar, crear e investigar. Y eso se filtra a todos los dem¨¢s departamentos de la marca, a los perfumes, los accesorios? Todo viene de la alta costura de una manera o de otra.
Menciona mucho a su equipo?
Es que no podr¨ªa hacerlo sin ellos [risas].
Est¨¢ rodeado de colaboradores muy antiguos. Una familia grande y fiel.
Es cierto. Por ejemplo, a Steven, que es quien se ocupa de la m¨²sica en Galliano y en Dior, le conozco desde los 16 a?os. ?l se encarg¨® de la m¨²sica para mi desfile de graduaci¨®n en Saint Martins. Respeto mucho la lealtad, y soy muy leal. Es como si estuviera casado con la gente que trabaja conmigo. Se desarrolla una camarader¨ªa y es un lujo poder trabajar con tus amigos. Nick Knight lleva fotografiando las campa?as publicitarias de Dior casi 10 a?os. Hemos desarrollado una escritura, un vocabulario, una din¨¢mica. Hay quien prefiere cambiar constantemente de equipo, yo no. Me parece mucho m¨¢s enriquecedor trabajar con alguien durante mucho tiempo. Se aprende mucho m¨¢s de los dem¨¢s, y se puede ir m¨¢s lejos. A veces nos comunicamos sin mediar palabra. Es algo muy especial y muy raro en esta industria.
Algunos de ellos vinieron con usted desde Londres en 1993 y compartieron el notable cambio que vivi¨®. Pas¨® de ser el dise?ador radical de Londres a hacer trajes para la alta burgues¨ªa parisiense.
Creo que fui un precursor del look vintage, aunque en aquella ¨¦poca no sab¨ªamos a¨²n lo que era. Estaba obsesionado con los detalles de costura de otro tiempo, en un momento en que se llevaba el grunge. Quise aplicar las t¨¦cnicas de la costura a mi ropa, aunque no ten¨ªa recursos. Eso atrajo a la burgues¨ªa. No ten¨ªa ni un duro y deb¨ªan venir a ver mi ropa hasta el barrio de la Bastilla, que era cualquier cosa menos elegante. Les encant¨® lo que hac¨ªa, lo apreciaron y entendieron. Algunas de esas mujeres hab¨ªan comprado a los grandes, como Balenciaga. Nos conocimos y amamos mucho antes de que llegara a Givenchy o Dior y empezara con la alta costura.
?Por qu¨¦ dej¨® Londres?
Quer¨ªa que se me tomara en serio, ser internacional. Comprender el mercado global. Cuando estaba en Londres ya ven¨ªa a Par¨ªs a ense?ar mi ropa en las pasarelas. Me di cuenta de que Par¨ªs era la capital de la moda. Fue una decisi¨®n comercial.
Ha dicho que su objetivo es recuperar la fantas¨ªa en el vestir.
Es mi deber, reto a la gente a que sue?e.
?La mediatizaci¨®n de la moda se lo ha facilitado?
La alta costura tiene dos cometidos: vestir a determinadas clientas y hacer so?ar al resto. Hay mucha menos clientela, pero queremos que el mundo tenga acceso a ella a trav¨¦s de un pintalabios. Es algo a lo que hay que aspirar, que debe inspirar.
Afirma que su inter¨¦s por vestirse le viene de su madre. ?Le arreglaba mucho de peque?o?
S¨ª. Para ir a la feria, o a una corrida de toros, o incluso a la tienda de la esquina. Hab¨ªa que ir de punta en blanco. Creo que es algo muy latino.
?Cree que deber¨ªamos reintroducir la vanidad en nuestra cultura?
No creo que sea s¨®lo vanidad, es respeto a los dem¨¢s. Ir bien vestido es una deferencia hacia los que nos rodean.
Su madre es de La L¨ªnea de la Concepci¨®n, ?recibi¨® una educaci¨®n espa?ola?
Mi padre se fue primero a Londres y despu¨¦s nos trajo a mi madre, a mis dos hermanas y a m¨ª. Yo ten¨ªa seis a?os. Nos instalamos en Streatham, al sur de Londres, y creo que al principio no peg¨¢bamos mucho. Por supuesto, mi madre se trajo su cultura con ella: la religi¨®n, el color, la m¨²sica. No cort¨® de repente con su historia, ni la escondi¨®. Lo llevaba dentro. De hecho, ha vuelto a vivir en La L¨ªnea.
?Qu¨¦ lengua habla con su familia?
Con mi padre y mis hermanas siempre habl¨¦ en ingl¨¦s, y con mi madre, en espa?ol. Como con mis t¨ªas y mis t¨ªos espa?oles. O, para ser m¨¢s exactos, en andaluz. Posiblemente no me entender¨ªas.
?Siente cercana la cultura espa?ola?
Por supuesto, es parte de mi ADN. El baile, la m¨²sica? los toros, la pasi¨®n, la dignidad. Los obst¨¢culos se superan y se mira adelante. La cultura de la muerte y la manera en que la gente se enfrenta a ella es muy diferente a la anglosajona. Tambi¨¦n la pasi¨®n. Soy brit¨¢nico, pero me siento muy orgulloso de mis or¨ªgenes. Me educaron como espa?ol, as¨ª que nunca me he considerado ingl¨¦s. Me emociono mucho cuando voy a Espa?a. Cuando escucho flamenco pierdo el control y me encanta bailarlo.
?Baila flamenco?
Un poco. Mi madre y mis t¨ªas me ense?aron.
Antes era su madre la que le vest¨ªa elegantemente. ?Ahora la viste usted?
S¨ª. Y a mis hermanas tambi¨¦n.
Algunas de sus colecciones han sido muy controvertidas. ?Es la pol¨¦mica una forma de ser fiel Dior, una marca revolucionaria desde el New Look?
Nunca se trata de una provocaci¨®n deliberada y gratuita. Eso no me interesa, porque no es la manera de crear vestidos maravillosos. Pero si mi trabajo provoca una reacci¨®n, me alegro. Si provoca emoci¨®n, todav¨ªa m¨¢s. Es cierto que Dior fue uno de los primeros en usar su creatividad para conmocionar. Sus siluetas ten¨ªan la sorpresa de lo nuevo.
Lleva casi diez a?os en Dior. ?Ha interiorizado ya la marca y su mensaje?
Incluso antes de atravesar por primera vez la puerta de Dior, me prepar¨¦ much¨ªsimo para comprenderlo. Cada d¨ªa aprendo y descubro cosas nuevas. Aunque me pas¨¦ mucho tiempo en los archivos, ten¨ªa que pensar en lo que har¨ªa Dior si estuviese vivo, porque no quer¨ªa ser s¨®lo nost¨¢lgico o retro. Dediqu¨¦ seis meses a psicoanalizar a Dior. Llegu¨¦ a su madre, y a su influencia. Me met¨ª de lleno, y por eso hoy todo est¨¢ dentro de m¨ª y sale sin esfuerzo.
?El esp¨ªritu de Dior le ha pose¨ªdo?
De alguna manera, s¨ª [risas].
Volviendo a la pol¨¦mica causada por algunas de sus colecciones, ?cree que a veces no se le ha comprendido bien?
Desde luego [risas]. Hubo una colecci¨®n llamada The clochards que no entendi¨® casi nadie. Me inspir¨¦ en lo que yo llamaba el mundo h¨²medo de Par¨ªs: la ciudad, la arquitectura cambia totalmente bajo los puentes. Su imagen me recuerda a la de la pel¨ªcula La ley del silencio, de Marlon Brando. Fantase¨¦ sobre personajes llenos de dignidad, magn¨ªficas criaturas. Una historia rom¨¢ntica y po¨¦tica. Eso fue todo realmente. Y lo que pas¨® despu¨¦s, los disturbios delante de la tienda de la avenida Montaigne, y la gente que escribi¨® insultos? Estaban completamente equivocados, era una visi¨®n rom¨¢ntica: yo crec¨ª viendo las pel¨ªculas de Charlie Chaplin. Fue una reacci¨®n hip¨®crita. ?Por qu¨¦ nadie hace lo mismo cuando un dise?ador se inspira en la India? All¨ª tambi¨¦n hay extrema belleza y extrema pobreza. Eso por no hablar de que hay marcas que, encima, fabrican sus lujosos vestidos all¨ª, con ni?os ciegos, mientras que Dior lo hace s¨®lo en Francia. La diferencia es que esos referentes son mucho m¨¢s frecuentes. Lo que yo hice no formaba parte del vocabulario de la moda. De todas formas, me pareci¨® interesante pasar de la secci¨®n de moda a la de noticias.
Provocar una reacci¨®n?
Pas¨® lo mismo cuando me inspir¨¦ en la lencer¨ªa para hacer vestidos de noche transparentes. Al principio, todo el mundo se escandaliz¨®, pero ahora es lo que lleva cualquier mujer por la noche.
?Se siente responsable de algunos de los cambios en el vestir reciente?
S¨ª. El otro d¨ªa estaba comiendo con unos amigos y a nuestro alrededor hab¨ªa un mont¨®n de mujeres con transparencias y prendas de inspiraci¨®n lencera. ?Y eso es m¨ªo! Me enorgullece, porque estaban guapas y ese estilo implica una mayor libertad para vestirse.
?Qu¨¦ influencia tienen los cambios pol¨ªticos y sociales en la moda?
Afectan mucho, pero hace falta tiempo y distancia para verlo. Ahora mismo veo claro que Margaret Thatcher y Londres tuvieron mucho que ver en la est¨¦tica rabiosa y desesperada de la ¨¦poca. Est¨¢bamos entre la espada y la pared porque no ten¨ªamos dinero, y hac¨ªamos cosas incre¨ªbles para expresarnos.
?Piensa que hace falta tiempo para ver el efecto de acontecimientos recientes como el 11-S o la guerra de Irak?
No, eso se puede ver hoy. Esa oscuridad, esa agresi¨®n? se ha reflejado en la moda y en el mercado. Este oto?o, Prada ha hecho una colecci¨®n extremadamente agresiva, dura. Ya no es todo tan bonito. Hay cierta oscuridad en la moda actualmente. Es ligeramente m¨¢s g¨®tica. Y eso tiene que ver con la pol¨ªtica, con el momento hist¨®rico.
Contratar a un dise?ador joven para rejuvenecer una marca tradicional se ha convertido en una f¨®rmula muy repetida, pero cuando usted lleg¨® a Givenchy hace 11 a?os no era algo para nada com¨²n y provoc¨® un gran revuelo.
Arnault fue de los primeros en darse cuenta de que la alta costura y el lujo ten¨ªan que entrar en el siglo XXI. Cuando yo llegu¨¦ a Givenchy hubo un shock. Despu¨¦s, todo cambi¨®, y cualquier marca, desde Yves Saint Laurent hasta Balenciaga, apost¨® por el mismo modelo.
?Se ve como un modelo a seguir?
Yo sigo aqu¨ª, muchos de los otros no [risas]. Cuando yo llegu¨¦ a Dior hab¨ªa unas 60 tiendas. Ahora, m¨¢s de 200. Hemos crecido juntos.
Llevaba menos de un a?o en Givenchy cuando, un viernes a las cinco de la tarde, le llamaron para decirle que Arnault quer¨ªa verle y le mandaron un coche negro con cristales tintados. Debi¨® de pensar que hab¨ªa hecho algo muy malo?
S¨ª [risas]. No se suele recibir ese tipo de llamada un viernes por la tarde. Nadie trabaja en Par¨ªs el viernes por la tarde. ?Todos est¨¢n camino al campo!
?Cree que ten¨ªa pensado mandarlo a Dior desde el principio? ?Que Givenchy era una especie de prueba?
Nunca se lo he preguntado, pero creo que s¨ª. Obviamente, fue una experiencia de aprendizaje. Me alegro de haber estado en Givenchy, porque as¨ª, cuando llegu¨¦ a Dior, a pesar de estar sorprendido y sacudido, ten¨ªa una cierta idea. ?Por lo menos sab¨ªa qui¨¦nes eran aquellas personas con batas blancas! [Risas]. S¨ª, creo que fue una especie de prueba. Si fue a prop¨®sito o no, habr¨ªa que pregunt¨¢rselo al se?or Arnault.
?Qu¨¦ pas¨® tras la reuni¨®n de ese viernes?
Yo no dud¨¦ en aceptar, pero no se lo pod¨ªa decir a nadie porque Gianfranco Ferr¨¦ segu¨ªa en la empresa y hab¨ªa que evitar posibles desequilibrios. Fue una agon¨ªa, porque estaba incre¨ªblemente emocionado, y no pod¨ªa compartirlo.
?Cu¨¢nto tiempo guard¨® el secreto?
Bastante. Se mont¨® un gran revuelo, y todos los d¨ªas se publicaba que el puesto era para tal o cual dise?ador. De hecho, llegu¨¦ a creerme que hab¨ªa sido un sue?o y que no me lo hab¨ªan ofrecido en realidad. Y as¨ª estuve durante varios meses, en los que adem¨¢s ten¨ªa que concentrarme en mis colecciones y las de Givenchy. No pod¨ªa ponerme a cantar y bailar sobre las mesas?
?Flamenco?
Oh, s¨ª, creo que bail¨¦, pero s¨®lo al llegar a casa [risas]. Nunca he bailado flamenco delante de monsieur Arnault.
?Y delante de Sidney Toledano, presidente de Christian Dior?
Igual en las fiestas en Galliano, a las que Sidney siempre viene, es posible que lo haya hecho [risas].
En mayo present¨® en Nueva York, por primera vez, la colecci¨®n de crucero 2007. La ropa, adem¨¢s, era menos fantasiosa, m¨¢s sobria. ?Fue un acercamiento al mercado estadounidense?
Est¨¢ enfocado al mercado estadounidense, s¨ª. Quer¨ªamos ense?ar una elegancia cool, que fuese lujoso, pero no estirado. Y nos pareci¨® el momento adecuado para presentar la colecci¨®n en una pasarela m¨¢s ¨ªntima. Nos esforzamos por entrar en esos mercados con integridad, y yo creo que lo apreciaron. De hecho, monsieur Dior reinterpretaba sus colecciones para sus clientas estadounidenses. Y tambi¨¦n para el mercado ingl¨¦s. Fue pionero en muchas cosas, as¨ª que a veces no hacemos m¨¢s que seguir sus pasos.
Al final de sus desfiles siempre aparece con un aspecto y un atuendo relacionados con la est¨¦tica de la colecci¨®n. ?Cu¨¢ndo y por qu¨¦ empez¨® con esa pr¨¢ctica?
No lo decid¨ª conscientemente. Es el resultado final del proceso creativo. Como un actor, me meto de lleno en la investigaci¨®n y vivo como un personaje m¨¢s de la historia que estoy creando. Las ideas que vas probando, las combinaciones, los colores? tu aspecto se contagia de eso. Simplemente sucede.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.