Utrera se quit¨® el luto
Los nudillos de la barra de un bar toman el golpe del yunque y lo pasan a una bater¨ªa que ser¨¢ quien gu¨ªe al cantaor en la interpretaci¨®n del martinete. Lo mismo ocurrir¨ªa m¨¢s tarde con la seguiriya denominada did¨¢ctica. Para ambos estilos, se eligi¨® el baile de taconeo seco de Pepe Torres que med¨ªa e ilustraba el tiempo. Es la forma de presentar el comp¨¢s de amalgama que tiene este gitano de Utrera llamado Tom¨¢s de Perrate, quien cuenta para el prop¨®sito con la complicidad de ese avanzado que ha sido y es Ricardo Pach¨®n.
Con una carga gen¨¦tica de las que tiran de espaldas -pues une a la de su familia paterna la del mismo Manuel Torre-, a Tom¨¢s le cost¨® trabajo creerse que pod¨ªa ser cantaor, pero cuando se ha decidido, lo ha hecho con una convicci¨®n y una fuerza realmente llamativas.
Su forma de concebir el cante gitano del siglo XXI tambi¨¦n le hace atreverse a presentar tangos y buler¨ªas con acompa?amiento de banda el¨¦ctrica, mientras deja para la sole¨¢ tradicional, la de los campos de Utrera y Alcal¨¢, el solo acompa?amiento de la guitarra que, trat¨¢ndose de Antonio Moya, es m¨¢s que un acompa?amiento: es casi su otra mitad. Su trabajo en la noche del domingo fue de fuerza y brillantez a un tiempo, llevando al cantaor en volandas y luci¨¦ndose en el apartado personal.
A Tom¨¢s, en la puesta en escena de su grabaci¨®n, le llev¨® unos minutos hacerse con la situaci¨®n. Cosas de la responsabilidad y tambi¨¦n de una disposici¨®n sobre las tablas que no era la convencional, con el cantaor en el centro y su tocaor en la posici¨®n de uno m¨¢s de la banda. Pero cuando logr¨® adquirir el tono tras la se?alada ton¨¢ y martinete y unos cupl¨¦s, en los que no terminaba de despegar, su cante tuvo una trayectoria tan ascendente como su dominio de la escena y de la banda, que parec¨ªa un l¨ªder rockero dirigiendo a los suyos. Pero no, ¨¦l es gitano, orgulloso de su herencia, y con su voz gruesa y cavernosa siempre remitir¨¢ a la esencia de un cante que est¨¢ asentado en su tierra y en su familia y que ¨¦l hace tan propio como para tomarse esas libertades formales que han definido su lanzamiento.
Tres fueron los temas que se acogieron a esa modalidad y los tres sonaron tan flamencos como el¨¦ctricos. Flamencos por la fuerza cantaora de Tom¨¢s, que es capaz de sobreponerse a la potencia de los amplificadores, pero tambi¨¦n por el acompa?amiento cabal de sus hermanos y primos que palmean lo mismo en ac¨²stico que en el¨¦ctrico haciendo suya la propuesta. Tambi¨¦n est¨¢ su timbre, "Como tengo voz sonora, aqu¨ª me pongo a cantar", que le sirve para el juego de hacer realidad esos infundios que son tradici¨®n familiar y que, en el disco, se plasman en el tema Compay Diego: "Yo quiero ser bar¨ªtono o tenor..."
Antes de ¨¦ste, sonaron los tangos de El Piyayo en clave reggae, que son todo un hallazgo, optimismo al comp¨¢s del 3x4, la canci¨®n Olvidarte, de Pancho C¨¦spedes, donde se vio la mejor muestra de esa habilidad utrerana para el cupl¨¦ en comp¨¢s de buler¨ªas, pero tambi¨¦n de transmitir el lirismo amoroso del poema. Y m¨¢s buler¨ªas en esas antes dichas dedicadas a Diego del Gastor. No s¨¦ que dir¨ªa el guitarrista si lo oyese, pero sus falsetas sonaron m¨¢s que bien en los dedos el¨¦ctricos de Ricardo Moreno, aunque la escuela gastore?a realmente irradiaba de las manos de un Moya, que repetimos, estuvo prodigioso.
Para cerrar la noche, dijo Tom¨¢s que el mejor homenaje que se le pod¨ªa hacer a los desaparecidos -Fernanda de Utrera, Turronero, Manuel de Angustias, su padre y t¨ªa Perrates- era lo que ven¨ªa a continuaci¨®n. Una fiesta por buler¨ªas con ese comp¨¢s cadencioso y ralentizado de la tierra. En ella, puede que hubiera desigualdad, pero a esas alturas ya no importaba. Decididamente, con toda la familia arropando al continuador de la estirpe, se podr¨ªa decir que Utrera se quit¨® el luto impuesto por desapariciones tan seguidas . Salud.
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