El PSUC en la historia
El comienzo ma?ana del I Congreso de Historia del PSUC con motivo del 70? aniversario de su fundaci¨®n coincide con el estado grav¨ªsimo de Antoni Guti¨¦rrez, el Guti, que fue secretario general del PSUC durante ocho a?os (1977-1981; 1982-1986) y quiz¨¢ el dirigente de este partido que concit¨® m¨¢s expectativas en la transici¨®n democr¨¢tica. La crisis autodestructiva del PSUC en 1981 le afect¨® como m¨¢ximo dirigente. Aquella crisis fue un golpe fatal, definitivo, hacia todos aquellos que supieron luchar con generosidad y unidad contra la dictadura y, por el contrario, no supieron evitar la lucha fratricida en el nuevo contexto pol¨ªtico de la democracia.
Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Borja de Riquer, en sendos art¨ªculos publicados en el libro-cat¨¢logo de la exposici¨®n Gent del PSUC, realizada entre 1998 y 1999 en el Museo de Historia de Catalu?a, coincid¨ªan en dividir la historia del PSUC en tres etapas: 1) el partido combatiente contra la sublevaci¨®n fascista y, a la vez, sometido al dictado de Mosc¨² y de la Internacional Comunista; 2) el partido de la resistencia a la dictadura que supo encabezar en las d¨¦cadas de 1960 y 1970 un amplio movimiento sociopol¨ªtico por el cambio democr¨¢tico, con la constituci¨®n de la Assemblea de Catalunya (1971), como punto culminante; 3) el partido autodestructivo que comienza su declive en la p¨¦rdida de protagonismo pol¨ªtico, en la medida que avanza la reforma democr¨¢tica y sus condicionantes impuestos, y que va dividi¨¦ndose sobre un mar de fondo de intransigencia ideol¨®gica. Borja de Riquer escribe acertadamente, que el PSUC ten¨ªa mayor influencia en la sociedad catalana cuando consegu¨ªa ser en mayor grado un partido nacional catal¨¢n, cuando era m¨¢s heterog¨¦neo en su composici¨®n interna, incluso cuando el PSUC estaba m¨¢s a contracorriente de ciertas ortodoxias y de dirigismos exteriores.
Ciertamente, los periodos de mayor prestigio y proyecci¨®n pol¨ªtica del PSUC coinciden con su heterogeneidad interna y con su capacidad aut¨®noma de movilizar a la sociedad catalana. Esto sucede especialmente en la d¨¦cada de 1960 y 1970, pero tambi¨¦n durante la Guerra Civil, aunque en este caso la dependencia estalinista y la intromisi¨®n del PCE avisan sobre lo dif¨ªcil que ser¨¢ en el futuro mantener la independencia del PSUC. No pueden explicarse, por ejemplo, las crisis tan autodestructivas de 1949 y de 1981 sin referirse a Santiago Carrillo, y no precisamente para bien. Comorera y el Guti lo padecieron desde la m¨¢xima responsabilidad como secretarios generales. El PSUC no dej¨® de ser una anomal¨ªa en la historia del PCE. Por supuesto, ¨¦ste no es un problema exclusivo del PSUC, sino de todo partido nacional catal¨¢n que mantiene una relaci¨®n org¨¢nica con la hom¨®nima izquierda estatal.
El PSUC fue realmente un partido nacional en el sentido que consigui¨® representar la singularidad y diversidad de la sociedad catalana. La numerosa militancia atra¨ªda por este partido durante la guerra o en la d¨¦cada de 1970 expresa el acierto pol¨ªtico en las estrategias seguidas en la defensa de la democracia republicana y del autogobierno de Catalu?a. Los militantes hicieron influyente al PSUC en la primera parte de la d¨¦cada de 1970 con su liderazgo y capacidad aut¨®noma para crear organismos unitarios en los distintos sectores y territorios. Se dijo que el PSUC era m¨¢s que un partido porque aparecia por todas partes en forma de dirigentes sindicales, vecinales, profesionales, universitarios e intelectuales. Josep Fontana se refiri¨® el pasado 23 de julio a esta historia positiva del PSUC, como la historia de miles de ciudadanos comprometidos con la democracia, de militantes por la libertad y el socialismo que lucharon en los tiempos dif¨ªciles contra la dictadura, cuando se hac¨ªa pol¨ªtica por convicci¨®n. La transici¨®n democr¨¢tica espa?ola bajo la aceptaci¨®n previa de la monarqu¨ªa, condicion¨® el cambio pol¨ªtico y, tambi¨¦n, el futuro del PSUC. Explot¨® la crisis y la heterogeneidad del PSUC salt¨® por los aires. No se supo, o no se quiso convivir en la pluralidad de opciones, que se enfrentaron sectariamente. Adem¨¢s, la democracia abri¨® la posibilidad de ejercer la pol¨ªtica como profesi¨®n y todo cambi¨® en la organizaci¨®n interna del PSUC, en su relaci¨®n con los movimientos sociales, en la misma implicaci¨®n de la militancia cada vez m¨¢s desactivada. La democracia liberal divide a los ciudadanos entre los que ejercen la pol¨ªtica como profesi¨®n y los que se dedican a otras profesiones. El ciudadano activo, militante en la pol¨ªtica por convicci¨®n, no encaja bien en este sistema.
La historia del PSUC tiene claroscuros, como las biograf¨ªas de sus dirigentes. ?pocas pluralistas y constructivas, tambi¨¦n ¨¦pocas dogm¨¢ticas y autodestructivas. No se salvan de estas luces y sombras sus m¨¢s destacados dirigentes: Joan Comorera, Gregorio L¨®pez Raimundo y Antoni Guti¨¦rrez D¨ªaz. Pero hay algo previo y esencial: el reconocimiento a ellos y a toda la militancia del PSUC, que se comprometieron en la acci¨®n pol¨ªtica por la libertad, la democracia y el socialismo cuando comportaba la posibilidad de a?os de c¨¢rcel, la tortura y la condena a pena de muerte. El PSUC fue capaz de mantener siempre la publicaci¨®n de Treball, el pal de paller de la prensa clandestina catalana en palabras de Joan Busquet, y cuya historia ha sido excelentemente reunida en un libro dirigido por Carme Cebri¨¢n y Mari¨¤ Hispano. Treball es la prueba escrita de una resistencia constante, indomable, contra la dictadura, porque el PSUC con sus sombras representa lo mejor de la lucha antifranquista en Catalu?a.
Miquel Caminal es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
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