La ternura peligrosa
Para Guillermo Arriaga, lo m¨¢s importante en literatura no es el lenguaje. Una afirmaci¨®n en principio perfectamente coherente en alguien que ha hecho que su literatura se visualice como material cinematogr¨¢fico. Digo en principio porque si se releen los excelentes cuentos de Retorno 201, ah¨ª podr¨ªa ser que Arriaga entrara en contradicci¨®n consigo mismo: ese libro ser¨ªa impensable sin una apuesta aprior¨ªstica por el lenguaje y la relojer¨ªa narrativa. Arriaga, autor de los guiones de Amores perros, 21 gramos, Los tres entierros de Melqu¨ªades Estrada y Babel, tambi¨¦n echa mano de Saint Beauve ("prefiero los libros m¨¢s posible hombres y menos posible libros"). A este en su tiempo c¨¦lebre cr¨ªtico ya hace m¨¢s de cien a?os que Proust lo puso en su sitio, y resulta curioso que el escritor mexicano autorice a un cr¨ªtico que en su tiempo ni supo entender a Stendhal ni a Balzac y que no lleg¨® nunca a aceptar del todo Las flores del mal. Hago esta reflexi¨®n porque me interesa destacar su categor¨ªa como narrador nato, con oficio, con arte, y esa inspiraci¨®n para el arrebato, con unos toques de ternura peligrosa (como se?al¨® un d¨ªa a este tipo de sentimientos Juan Mars¨¦). Una literatura para nada del gusto de Saint Beauve.
EL B?FALO DE LA NOCHE
Guillermo Arriaga
Belacqua. Barcelona, 2006
236 p¨¢ginas. 17 euros
El b¨²falo de la noche es la historia de tres personajes anudados por una misma pasi¨®n. La novela est¨¢ narrada desde el punto de vista de Manuel Aguilera, un estudiante de arquitectura de una acomodada familia de clase media alta. Comienza con el suicidio de Gregorio, el amigo que comparti¨®, sin que ninguno de los dos lo supiera, a Tania, la misteriosa chica de los amores furtivos y especialista en el arte de transitorias desapariciones. Arriaga hace bien en situar a sus personajes en el contexto social donde los sit¨²a. La relaci¨®n entre Gregorio, Manuel y Tania exige un grado de sutileza e hipocres¨ªa bien engrasada por el h¨¢bito hist¨®rico del poder y el dinero. No debemos olvidar que Gregorio act¨²a como un esp¨ªritu vigilante, puesto que cuando comienza la novela ¨¦l ya est¨¢ muerto: eso le da a su aura como personaje. Una condici¨®n ubicua, sobrenatural: cuando Tania est¨¢ con Manuel, el lector sabe que entre ellos est¨¢ Gregorio siempre puntual. En la portada del libro se hace referencia a los adolescentes, a su modo de vida actual. Yo creo que Arriaga quiso (y logr¨®) representar esa mezcla indescifrable entre acelerada madurez para unas cosas (para plasmar el erotismo, el deseo m¨¢s b¨¢sico) y una tremenda inmadurez para no prever las consecuencias de sus actos. La desaparici¨®n inquietante de Tania hacia el final de la novela, de paso, deja abierto un interrogante muy a tono con el M¨¦xico actual. Manuel, el narrador, tiene todo los atributos de la mejor literatura decimon¨®nica. No hablo de su v¨¦rtigo por vivir, su coqueteo con el abismo. Hablo de la carpinter¨ªa narrativa. Del arte de sugerir y de contar.
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