El primer viajero global
El norteamericano Burton Holmes fue el m¨¢s grande viajero de su tiempo. Entre los siglos XIX y XX recorri¨® seis veces el mundo, fotografi¨® y film¨® sus gentes y paisajes con el af¨¢n de mostrarlo en espect¨¢culos de im¨¢genes y narraciones maravillosas
"A mi manera he pose¨ªdo el mundo". Lo dijo cinco a?os antes de morir el fot¨®grafo norteamericano Burton Holmes (1870-1958), hijo de banquero, nieto de colonos de Chicago importadores de vino franc¨¦s, apasionados viajeros. ?l lo cre¨ªa. Y result¨® cierto. Durante un tiempo fue due?o del globo.
Lo recorri¨® de arriba abajo en seis ocasiones, atraves¨® el Atl¨¢ntico en treinta, el Pac¨ªfico en veinte. Descubri¨® sus rincones m¨¢s ex¨®ticos, gentes y paisajes rec¨®nditos; lo fotografi¨® exhaustiva y magistralmente sin af¨¢n antropol¨®gico o cient¨ªfico, s¨®lo con el de mostrar y fascinar; lo film¨® de mil maneras sin que a¨²n quepa explicaci¨®n posible a obra tan prol¨ªfica en una ¨¦poca en que los desplazamientos y la t¨¦cnica costaban mucho. Rod¨® 150 kil¨®metros de pel¨ªcula y tom¨® unas 30.000 fotograf¨ªas. Este hombre de por s¨ª ex¨®tico -barba puntiaguda, delgado, impecablemente vestido, de porte brit¨¢nico, sibarita- se desplazaba en verano y regresaba a su pa¨ªs en invierno, una y otra vez, con sus pesadas maletas cargadas de im¨¢genes, v¨ªa mar¨ªtima, la ¨²nica que a¨²n exist¨ªa hasta que la aviaci¨®n le permiti¨® perspectivas de "altura", a las que, por supuesto, se apunt¨® enseguida.
A?o tras a?o, Burton Holmes acumulaba lo que ¨¦l defin¨ªa como su "tesoro", su mejor "activo financiero": "Las im¨¢genes mentales de mis viajes que he ido acumulando como un avaro feliz". Montaba, entonces, todo aquel material de pel¨ªcula en blanco y negro obtenido en sus traves¨ªas y lo convert¨ªa en un mundo nuevo, le daba color gracias a la habilidad de dos pintoras de miniaturas (tal y como se hac¨ªa en Jap¨®n, pa¨ªs que le fascin¨® y con el que se estren¨® en su periplo en 1892) que usaban, "un pincel de armi?o de una sola cerda". Lo cuenta Genoa Cadwell, archivera, una de las personas que m¨¢s ha hecho por la conservaci¨®n de su legado que durante dos d¨¦cadas anduvo perdido y ahora es The Burton Holmes Historical Collection.
Despu¨¦s de la fotograf¨ªa se ocupaba de la palabra. Minutaba el tiempo empleado, vigilaba el ritmo, la entonaci¨®n, la declamaci¨®n, la manera de casar im¨¢genes y narraci¨®n. Se cre¨ªa un actor y lo convert¨ªa todo en un verdadero espect¨¢culo que se anunciaba en hermosos flyers de ¨¦poca. "The Burton Holmes Lectures. Tenth year season. 1902-03. From Gibraltar to North Cape", se lee en uno de ellos. Llamaba Travelogues a estas exhibiciones que le hicieron famoso (hasta tiene hoy d¨ªa una estrella en el paseo de la fama de Hollywood), una mezcla entre travel y dialogues, un concepto nuevo para huir de las tradicionales y aburridas conferencias.
Sin embargo, no fue ¨¦l el inventor de las charlas de viajes. Tampoco de los pases de diapositivas. Fue su contempor¨¢neo John L. Stoddart. Hubo un tiempo en que compitieron, pero al final este ¨²ltimo le cedi¨® el testigo en 1897 y le regal¨® su p¨²blico, que era mucho. Y Holmes elev¨® sus shows a categor¨ªa de arte gracias a su especial mirada, a su labia y a la tecnolog¨ªa incipiente que su eterno ayudante, Oscar Bennett Depue, siempre utilizaba (de hecho se convertir¨ªa luego en un pionero del cine, por sus innovaciones t¨¦cnicas).
No es dif¨ªcil imaginar a Burton Holmes preparar sus textos concienzudamente, ensayarlos, para poder as¨ª crear lo que quer¨ªa crear: conseguir en los dem¨¢s la ilusi¨®n de estar viajando. Hacerles ver aquello que sus ojos hab¨ªan contemplado: desde las bulliciosas calles del Berl¨ªn fin de siglo a los juegos de los ni?os en la isla de Java; de la erupci¨®n del Vesubio a los torneos de sumo en Kioto; de mujeres marroqu¨ªes cubiertas de pies a cabeza en Fez a la serenidad de las familias n¨®madas de Laponia; de la vista de la puerta de Jaffa, en Jerusal¨¦n, a los rostros de los obreros espa?oles que trabajaban en el Canal de Panam¨¢; de la visita a una tribu de pigmeos en Filipinas al retrato de Le¨®n Tolst¨®i o de una representaci¨®n en el Bolshoi; de la soledad de una vendedora de pollos en Bangkok al jolgorio de los encierros de Pamplona o el drama de los soldados durante la Primera Guerra Mundial. "Dadme un sitio diferente cada d¨ªa", ped¨ªa. Ese era su sue?o: tener m¨¢s y m¨¢s tiempo, poder volar, ir m¨¢s r¨¢pido para llegar m¨¢s lejos, y oler, saborear, degustar, rozar, contemplar, admirar lo ex¨®tico, lo desconocido, lo inesperado.
El mundo entre finales del siglo XIX y la mitad del XX qued¨® inmortalizado gracias a ¨¦l. La suya es una visi¨®n del mundo inigualable (por su calidad y por el momento hist¨®rico, entre el desarrollo de los medios de transporte y de comunicaci¨®n, de la tecnolog¨ªa, del cine?) que el propio Holmes ya fue publicando en libros desde 1900 y que ahora el editor alem¨¢n Benedikt Taschen presenta en un volumen exquisito.
"He hecho todo lo posible para conseguir que mis oyentes viesen las cosas que me han emocionado en mis m¨¢s de sesenta a?os de viajes", dijo un d¨ªa Holmes. Y lo consigui¨®. Ese y no otro era el secreto de su ¨¦xito: la pasi¨®n por contar su propia pasi¨®n. Ocho mil veces ense?¨® sus "tesoros" a la gente en giras interminables, en escenarios a rebosar, el Carnegie Hall, el Orchestra Hall de Chicago o el Queen's Hall de Londres, desde que realizara sus primeros viajes a Europa (1886 y 1890) con su abuela, la gran culpable de todo. A ella, a Ann Burton, tambi¨¦n la retrat¨® con su primera Kodak: se la ve en este libro sentada en una g¨®ndola en Venecia, en 1890, impasible y victoriana. "Ella me ense?¨® a aprender de mis experiencias, a aceptar otras culturas". Burton Holmes descubri¨® el mundo a otros y demostr¨® que la satisfacci¨®n de lo que se conoce es un tipo de bien que nunca se deprecia. "Es mejor ver algo una vez que comentarlo cien veces", dice un adagio japon¨¦s que ¨¦l repet¨ªa mucho. "Pero contar algo es mejor que no hacerlo en absoluto", a?ad¨ªa.
'Travelogues. Burton Holmes. Cr¨®nicas del mayor viajero de su tiempo (1892-1952)' est¨¢ editado por Taschen. M¨¢s informaci¨®n en: www.burtonholmes.org.
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