Chiflados, pero heroicos
Hace ya algunos meses que vi la maravillosa pel¨ªcula documental Grizzly Man, de Werner Herzog, y todav¨ªa no se me ha ido de la cabeza. Pocas veces he salido de un cine tan turbada. Esta historia desnuda y real cuenta con asombrosa sabidur¨ªa la vida de Timothy Treadwell, un chico norteamericano que durante trece a?os se pas¨® los veranos en un remoto parque de Alaska, viviendo junto a los feroces y hermosos osos grizzlies. Treadwell filmaba sus estancias, y luego ense?aba las pel¨ªculas en colegios y televisiones. Todo eso le convirti¨® en una especie de peque?a celebridad, en algo as¨ª como el chiflado de los osos. Herzog, que utiliza en su pel¨ªcula fragmentos de las m¨¢s de cien horas de filmaci¨®n que Treadwell hizo (en las que sale sobre todo ¨¦l mismo, porque era de un narcisismo alucinante), hace un retrato sutil e inolvidable del tipo. La mitad del documental, Treadwell te parece un imb¨¦cil; y la otra mitad, un pobre loco. Pero, al mismo tiempo, dentro de su extra?a historia hay desesperaci¨®n, y audacia, y ¨¦pica. Y la impasible y sagrada belleza del mundo natural. Digamos que la pel¨ªcula une lo estrafalario y lo grandioso.
La vida es esencialmente parad¨®jica, y pocas veces he visto retratada de manera tan cruda la paradoja humana como en este film. Y as¨ª, el loquinario y pat¨¦tico Treadwell resulta tambi¨¦n conmovedor y heroico. Sobre todo al final. Porque en su verano n¨²mero trece (curiosa coincidencia para supersticiosos), un oso se lo comi¨® vivo, as¨ª como a su novia, Amie Huguenard.
De Amie apenas sabemos nada. Aparece de refil¨®n en las filmaciones, porque Treadwell quer¨ªa dar la impresi¨®n de que pasaba los veranos completamente solo en medio de los bosques salvajes. Lo m¨¢s espeluznante es que el ataque del oso que les devor¨® est¨¢ grabado en audio. Esto es, no hay imagen, pero s¨ª sonido. En la pel¨ªcula podemos escuchar el principio: s¨®lo unos segundos. Despu¨¦s Herzog, con muy buen criterio (hubiera resultado insoportable), decide no incluir el documento sonoro, e incluso aconseja que se destruya. Sin embargo, la pel¨ªcula ofrece el testimonio del forense, que s¨ª se vio obligado a escuchar la cinta. Y por ¨¦l sabemos que el oso primero se enfrent¨® a Treadwell, que intent¨® echarle del lugar. Entonces el animal le atac¨®, mientras se o¨ªa a la chica gritar y gritar, cada vez m¨¢s alto, hasta llegar a un chillido desgarrador: probablemente en ese momento el oso estaba ya mordiendo a Timothy y produci¨¦ndole terribles heridas. Entonces se escuchaba la voz de Treadwell que le ped¨ªa a Amie que se fuera: vete, m¨¢rchate, corre, s¨¢lvate. Pero ella no hizo caso. En la cinta se o¨ªan unos golpes retumbantes y met¨¢licos: el forense dedujo que Amie intent¨® apartar al oso de su v¨ªctima d¨¢ndole sartenazos. Ya no explicaba m¨¢s el m¨¦dico: s¨®lo dec¨ªa que tardaron seis minutos en morir. Y que ella pudo irse, pero no lo hizo.
S¨ª, es verdad. Sin duda Amie pudo ponerse a salvo, mientras el oso se entreten¨ªa matando y devorando a Timothy. Siempre me han fascinado esos terribles momentos de prueba que, en ocasiones, algunas personas tienen la mala suerte de vivir. Cuando oigo hablar de uno de esos instantes cr¨ªticos que te pueden convertir en un h¨¦roe o en un miserable, siempre me pregunto con inquietud qu¨¦ hubiera hecho yo. ?Hubiera escondido jud¨ªos en mi casa durante el Tercer Reich, arrostrando el riesgo de ser detenida y torturada por las SS? Me gustar¨ªa poder contestar que s¨ª con total seguridad, pero lo cierto es que tengo mis dudas: soy m¨¢s bien cobarde y la sola idea del dolor f¨ªsico me espanta. Por eso admiro el temple de Timothy y Amie. ?l tuvo la entereza de pedirle repetidas veces, mientras estaba siendo devorado, que le dejara y se salvara. Y ella, en fin, fue heroica al quedarse.
Una amiga querida, la periodista Nuria Labari, me dice que estoy en un error; que Amie deb¨ªa haberse ido; que huir es de cuerdos; que Timothy era un chalado y lo ¨²nico sensato que hab¨ªa hecho en su vida era decirle "?Vete!". Y que, obedeci¨¦ndole, Amie se hubiera salvado gracias a ¨¦l y hubiera rescatado la memoria de Treadwell del disparate que fue su vida. Pues s¨ª, todo eso es verdad. Pero est¨¢ razonado a posteriori, sabiendo ya como sabemos que murieron los dos. En la indecible violencia y el horror del momento, Amie tiene la esperanza de poder ahuyentar a¨²n al animal. ?C¨®mo te vas a marchar dejando que el oso le devore? Y, si lo haces, ?c¨®mo te las vas a arreglar para vivir el resto de tu vida sin odiarte? He aqu¨ª dos personas marginales y grotescas, de las que la gente se re¨ªa, que supieron morir con dignidad. Ojal¨¢ no nos toque vivir pruebas as¨ª.
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