Gabo en un le¨®n
M¨¢s de 3.000 madrile?os practican el 'bookcrossing', la aventura de dejar y recoger libros en rincones de la ciudad
Pasaje comercial de la calle del Arenal: tiendas, prisas y una peque?a imagen del Ratoncito P¨¦rez en la que de vez en cuando aparece un cuento colocado por Grace, nombre de guerra de una maestra de infantil. Plaza de santa Ana: bullicio de bares y un libro de Lorca a los pies de la estatua del poeta puesto all¨ª por Caracol Osvaldo, otro apodo.
En Madrid existe una jungla paralela en la que la lucha no consiste en evitar el atasco, conseguir un taxi libre o lograr el ascenso. Sino en cazar un libro que otro ha dejado en un espacio p¨²blico para el disfrute de los dem¨¢s. Este movimiento de recoger, leer y soltar se llama bookcrossing y naci¨® en Estados Unidos en 2001 al grito de "?Haz de este mundo una biblioteca!". Cuenta con casi 3.000 adeptos madrile?os, lo que convierte a la ciudad en la segunda espa?ola con m¨¢s bookcrossers, despu¨¦s de Barcelona.
Bookcrossers: rom¨¢nticos, ut¨®picos, ingenuos. O simplemente cazadores. Como los que esta tarde comparten mesa en un caf¨¦ del barrio de Malasa?a. Andr¨®meda 23, enfermera francesa de 49 a?os; Ayhesa, documentalista de 30; Churches, de 34, licenciado en filosof¨ªa y trabajador en una f¨¢brica. "Preferimos que no aparezcan nuestros nombres reales", piden. "Hace un par de a?os o¨ª que hab¨ªa algo llamado bookcrossing, entr¨¦ en su web y aqu¨ª sigo", recuerda Ayhesa. La direcci¨®n www.bookcrossing-spain.com es la argamasa que mantiene unida una comunidad en marcha desde 2003, con casi 25.000 adeptos en Espa?a, la quinta m¨¢s numerosa del mundo.
Instrucciones b¨¢sicas: 1) Registrarse, liberar y avisar en la web. 2) Cazar y pregonar la haza?a, on line, claro.
Cada miembro registra los t¨ªtulos de su librer¨ªa, aquellos de los que se ha desprendido y los que ha incorporado. Para que sea posible seguirle el rastro a esas letras viajeras, algunas con pasaporte: Brasil, Australia, Francia, Alemania.
Su suelta se asemeja a la de una paloma mensajera, se les marca con pegatina en el lomo (disponible en el portal para su impresi¨®n): soy un libro libre, l¨¦eme y deja que contin¨²e mi camino.
En un vuelo controlado: en zonas oficiales, de cruce o BC (Bookcrossers, en argot) donde es seguro que habr¨¢ alg¨²n cazador husmeando. O escondiendo bien el trofeo y dando pistas en la web para que s¨®lo los iniciados descubran que tras ese frondoso tilo del Parque del Oeste, bien envuelto en una bolsa de pl¨¢stico, espera la Bot¨¢nica oculta de Joan Perucho, cazado y soltado despu¨¦s entre unas plantas del cementerio civil. La ¨²ltima opci¨®n, dejarlo en la jungla, la m¨¢s emocionante y arriesgada: s¨®lo el 10% de los liberados a ciegas vuelve a aparecer.
"Sigue el rastro de los hijos de Herg¨¦, dec¨ªa la adivinanza. Me cost¨® tres viajes a la calle de Tint¨ªn y Mil¨²
y un amago de insolaci¨®n cazar El peso de la prueba, de Scout Turow", cuenta Ayhesa, libertadora de m¨¢s de 250 obras, descubridora de bastantes menos.
Es el tipo de aventura que se revive despu¨¦s en un meet up, encuentro mensual que se organiza por provincias en alguna zona oficial. Una especie de club literario que, en el caso de Madrid, es itinerante, tiene lugar en martes. Aqu¨ª se aficion¨® Ayhesa a la literatura de Julio Cort¨¢zar; Andr¨®meda 23 descubri¨® a Jos¨¦ Carlos Somoza.
Abundan los superventas tipo El C¨®digo Da Vinci. Algunas editoriales comienzan a incluir acciones bookcrossing en sus lanzamientos. Zeta Bolsillo naci¨®, en septiembre de 2005, repartiendo gratuitamente 500 ejemplares de los primeros t¨ªtulos de la nueva colecci¨®n: El ocho de Katherine Neville, o la novela in¨¦dita de Alberto V¨¢zquez-Figueroa, Lo que dura, dura.
En abril de este a?o, el grupo Santillana (perteneciente a Prisa, la editora de EL PA?S) don¨® m¨¢s de 2.000 ejemplares, para ser liberados en el Retiro, a una campa?a de fomento de la lectura de Tele 5. "Viajando nos hemos encontrado con sueltas en un instituto de ?vila o en una biblioteca canaria", apuntan los portavoces de este movimiento... ?Y qu¨¦ opinan los libreros? "No suponemos una competencia, porque somos compradores compulsivos. A veces compras una edici¨®n en tapa dura, te gusta y pagas tambi¨¦n la de bolsillo, para compartirla", saltan Ayhesa y Andr¨®meda 23.
Existen los depredadores territoriales, que se mueven siempre por los mismos lugares, por Pr¨ªncipe P¨ªo o por la estaci¨®n de Nuevos Ministerios. Andr¨®meda 23 entra m¨¢s bien en el saco de los tem¨¢ticos: dej¨® El silencio de los corderos a la salida de un cine, despu¨¦s de haber visto en el cine El viento que agita la cebada, de Ken Loach.
La francesa es bookcrosser tambi¨¦n en su pa¨ªs de origen y actualmente participa en un r¨¦cord internacional: liberar en un mes 40 obras que lleven un nombre de animal en su t¨ªtulo. En paralelo, ha montado varios bookrings o cadenas de lectura: alguien sugiere una obra y la pone en circulaci¨®n para que pase de mano en mano.
Ayhesa participa en dos sueltas masivas al a?o: con motivo del D¨ªa del Libro y un fin de semana antes de Navidad, en la plaza de Oriente. All¨ª se alza el le¨®n de Wam, todo un icono Bookcrossing. Ayhesa y Andr¨®meda 23 han venido cargadas de libros para dejarlos en la mesa tras la entrevista. Pero la cafeter¨ªa ha cambiado de due?o y, al parecer, de filosof¨ªa. El camarero, receloso, dice que ah¨ª no se pueden quedar. Ellas se encogen de hombros y deciden ir soltando lastre por la calle. Una siembra que esperar¨¢ su recolecta en la jungla madrile?a.
Zonas Bookcrossing oficiales. -Monumento a Gald¨®s: Parque del Retiro, junto a la Rosaleda. -Librer¨ªa Alcan¨¢: Calle de La Coru?a, 18 (www.librosalcana.com). - Caf¨¦ Madrid: calle del Mes¨®n de Pa?os. -El Drag¨®n Verde: calle de la Sierpe, 8. -LavArte-Bar cultural de Lavapi¨¦s: calle de Lavapi¨¦s, 50 (www.lavartebar.com). -Hotel Kafka: calle de Hortaleza, 104 (www.hotelkafka.com).
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