Zuazo en el Madrid republicano
En la Biblioteca Nacional de Madrid se expone una selecci¨®n de documentos del arquitecto Secundino Zuazo (1887-1970) que estaban depositados como testimonio de la labor urban¨ªstica de la Rep¨²blica en Madrid. Los tres temas fundamentales de esa labor fueron: el enlace ferroviario subterr¨¢neo que acab¨® con la discontinuidad de la red, la prolongaci¨®n de La Castellana que reestructur¨® el crecimiento de la ciudad y la construcci¨®n de un conjunto de edificios destinados a los Nuevos Ministerios. La soluci¨®n de estos problemas marc¨® definitivamente la estructura de Madrid y hay que adjudicarla a la capacidad del arquitecto, pero, sobre todo, a la eficacia de un Gobierno en el que el socialista Indalecio Prieto ocupaba el Ministerio de Obras P¨²blicas. Con don Secundino y don Indalecio -dos nombres zarzueleros- se estableci¨® un equipo cuya eficacia profesional y pol¨ªtica hubiera podido ser el inicio de otras pr¨¢cticas urban¨ªsticas si no se hubiera interpuesto el desastre de la guerra.
La importancia de la exposici¨®n -dirigida por Lilia Maure- est¨¢ en su contenido documental, pero tambi¨¦n en dos actitudes m¨¢s trascendentes. La primera es la necesaria y requerida recuperaci¨®n de la memoria en t¨¦rminos positivos: al tiempo que se condenan las barbaridades del fascismo, es bueno recordar el bagaje positivo de la Rep¨²blica. La segunda es la apertura de los fondos de la Biblioteca y la superaci¨®n de los viejos cripticismos, cuando la instituci¨®n parec¨ªa ser un simple local de conservaci¨®n: la nueva directora la est¨¢ vehiculando hacia el conocimiento y el uso general, como no hab¨ªa sucedido desde la Rep¨²blica.
A un visitante barcelon¨¦s de la exposici¨®n se le ocurre, sin duda, una comparaci¨®n con las operaciones paralelas que en la misma ¨¦poca se iniciaron en Barcelona: el Plan Maci¨¤ redactado por los arquitectos del GATCPAC, en colaboraci¨®n con Le Corbusier. Las diferencias son significativas. En Barcelona la propuesta surg¨ªa de un ¨¢mbito profesional m¨¢s que de unas decisiones gubernamentales, a pesar de apropiarse el nombre del presidente. Se decantaba hacia soluciones te¨®ricas, experimentos de la vanguardia radical, utop¨ªas cuyos objetivos no eran la reforma inmediata de la ciudad, sino un programa y un m¨¦todo que discutir en la formulaci¨®n de las grandes teor¨ªas urbanas. El Plan Maci¨¤ ha situado el nombre de Barcelona en la historia del urbanismo del siglo XX -como el Plan Cerd¨¤ la situ¨® en la del siglo XIX- pero ha dejado muy pocas huellas en la real evoluci¨®n f¨ªsica de Barcelona. En cambio, el plan Zuazo, en colaboraci¨®n con el alem¨¢n Jansen -y acertadamente conocido como Plan Prieto- era una decisi¨®n no s¨®lo municipal, sino estatal, de gran compromiso, en el que se barajaban otros intereses pol¨ªticos, que eran a menudo su principal justificaci¨®n, como, por ejemplo, el impulso de la obra p¨²blica para reducir el paro obrero. Adem¨¢s, Zuazo y Jansen no eran unos arquitectos comprometidos con las vanguardias radicales, sino inscritos en la discreci¨®n de los regionalismos y los clasicismos modernizantes, lo cual permiti¨® operar con una arquitectura, unas formas urbanas y unas parcelaciones que no contradec¨ªan la realidad social de aquel momento en el que ni los socialdem¨®cratas de Prieto estaban dispuestos a cambios demasiado revolucionarios. Por todas estas razones el plan de Madrid se implant¨® y dej¨® consecuencias territoriales y arquitect¨®nicas irreversibles, aunque seguramente no figure entre los grandes episodios te¨®ricos, innovadores de la historia del urbanismo.
Esa ausencia de beligerancia cultural como actitud conservadora se declara, sobre todo, en el conjunto de la arquitectura de Zuazo, mucho menos interesante que su urbanismo. Si dejamos aparte la llamada Casa de las Flores -consider¨¢ndola un ensayo urban¨ªstico- y el interior del Front¨®n Recoletos -consider¨¢ndolo una respuesta a la estructura de Eduard Torroja-, el resto de su obra hay que cualificarla como una sucesi¨®n de errores estil¨ªsticos que siguen un pernicioso itinerario: regionalismos dudosos y decorativismo lejanamente vieneses que derivan hacia los ejemplos menos radicales del municipalismo alem¨¢n y del clasicismo decorativo del 25 parisi¨¦n para acabar en la versi¨®n provinciana de la arquitectura nazi y fascista templada con el patriotismo escurialense. En cierta manera, pues, ese urbanista tan comprometido con la Rep¨²blica fue uno de los autores del modelo arquitect¨®nico del primer franquismo -derivado en seguida hacia los deleznables cauces de Muguruza, Guti¨¦rrez Solo y Moya-, a pesar de haber soportado un largo exilio como castigo a su republicanismo. Es una interesante contradicci¨®n que qued¨® subrayada en sentido contrario cuando un familiar de Zuazo quiso dejar claro que su antepasado no era republicano, sino conservador y cat¨®lico ferviente y apasionado, como queriendo evitar una adscripci¨®n pol¨ªtica que en muchos ambientes madrile?os parece considerarse todav¨ªa una mancha moral. Casi dej¨® entender que era franquista y que aceptaba los encargos republicanos por necesidad. Quiz¨¢ sea verdad, pero, en tal caso, habr¨ªa que elevar el papel de Prieto en la autor¨ªa del proyecto, cuyo valor primordial recae en las decisiones pol¨ªticas, por encima del camuflaje profesional.
De todas maneras, hay que reconocer unos valores espec¨ªficos en el dise?o de Zuazo, basado en un principio fundamental: hacer un urbanismo compacto y legible explicitado en unos espacios p¨²blicos definidos por la arquitectura. Es un principio que, desgraciadamente, Madrid ha olvidado en los ¨²ltimos a?os. Madrid est¨¢ creciendo ahora con un urbanismo disperso e ilegible con unos espacios p¨²blicos claramente suburbiales, sometidos a la hegemon¨ªa de las autopistas. Habr¨ªa que invocar -si no es demasiado tarde- el gesto urbano de Zuazo cuando traz¨® la prolongaci¨®n de La Castellana atendiendo la monumentalidad centralizadora de los Nuevos Ministerios.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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