La eterna estupefacci¨®n del hombre
Supongo que se trata de una experiencia com¨²n a muchos otros traductores, pero conoc¨ª a Orhan Pamuk, premio Nobel de Literatura de este a?o, casi podr¨ªamos decir que de rebote. La ya desaparecida editorial Met¨¢fora me hab¨ªa pedido que tradujera La casa del silencio y durante todo aquel proceso no tuve el menor contacto con ¨¦l. Tiempo despu¨¦s, a la vuelta de unas vacaciones en Espa?a, mi mujer ley¨® una especie de anuncio en la revista Qu¨¦ Leer en el que se dec¨ªa que Alfaguara buscaba un traductor del turco para El libro negro, as¨ª que, ni corto ni perezoso, me puse en contacto con ellos. Cu¨¢l no ser¨ªa mi sorpresa cuando, sin que pasara mucho, me comunicaron de la editorial que Pamuk ped¨ªa mi curr¨ªculo y que quer¨ªa entrevistarse conmigo. No es nada extra?o ni desorbitado que un autor pretenda entrevistarse con su traductor, pero yo ya hab¨ªa traducido una novela suya y de lo que ¨ªbamos a hablar era nada menos que de El libro negro.
Sus obras hablan de la necesidad de agarrarse al pasado para que no nos atropelle el futuro
Es capaz de desafiar a los que se creen ¨²nicos herederos de unos valores m¨¢s que dudosos
?El libro negro! La Biblia de todo progre de los noventa, el Rayuela de Turqu¨ªa; un libro denso, oscuro, dif¨ªcil, que Juan Goytisolo hab¨ªa saludado como una obra maestra. Y, para acabar de complicar las cosas, yo hab¨ªa escrito mi tesis doctoral sobre Tahsin Y¨¹cel, el cr¨ªtico m¨¢s severo que tuvo la novela. Me puse nervioso de verdad. Por fin me llam¨®, siempre me telefonea ¨¦l, y quedamos en vernos en su estudio de Cihangir (piso que, por cierto, aparece en su ¨²ltima obra publicada en Espa?a), muy cerca de mi casa. All¨ª me recibi¨® un se?or muy alto, Orhan Pamuk siempre me ha parecido muy alto, que me condujo hasta un sal¨®n completamente atestado de libros, revistas, manuscritos (porque ¨¦l sigue escribiendo a mano) y todo tipo de papeles, y que muy amablemente me ofreci¨® un caf¨¦. Y entonces hablamos del libro, un tanto cohibidos al principio y luego m¨¢s relajados. Por fin empezamos a derivar hacia otros temas m¨¢s generales, por ejemplo, la pasi¨®n mutua por Tint¨ªn, y a re¨ªrnos. Poco antes de despedirnos, me pregunt¨® con aire de conspirador si hab¨ªa le¨ªdo las cr¨ªticas que Tahsin Y¨¹cel le hab¨ªa dedicado a El libro negro. A?os despu¨¦s nos confesar¨ªa a mi mujer y a m¨ª que lo echaba de menos, porque ¨¦l s¨®lo lo criticaba por su manera de escribir.
He mencionado la risa de Pamuk, es una risa estent¨®rea y contagiosa, que parece incompatible con un hombre capaz de escribir a veces con tanta amargura y en ocasiones tan hura?o, especialmente con la prensa, lo que tampoco es de extra?ar vistos los problemas que ha tenido. Es tambi¨¦n una risa de ni?o grande, de alguien que se lo pasa bien con lo que hace y que disfruta de la vida. Pamuk puede llegar a ser arrolladoramente simp¨¢tico pero tambi¨¦n un aut¨¦ntico anacoreta cuando est¨¢ trabajando. Asimismo, en sus ansias de progreso para su pa¨ªs, es un hombre capaz de desafiar a los que detentan el poder o se creen ¨²nicos herederos de unos valores m¨¢s que dudosos.
Pero Orhan Pamuk es m¨¢s que eso, m¨¢s que el Orhan Pamuk que yo conozco. Es, ante todo, un novelista de verdad, consciente de que una cosa es su opini¨®n, siempre personal, al fin y al cabo, y otra la Literatura con may¨²sculas. Recuerdo que en una entrevista televisiva con motivo de la publicaci¨®n de Nieve contaba c¨®mo le sorprend¨ªa que en Europa y Estados Unidos consideraran su obra como pol¨ªtica cuando la ¨²nica novela pol¨ªtica que hab¨ªa escrito era, precisamente Nieve. En realidad, no creo que sus novelas hablen de la tensi¨®n entre Oriente y Occidente, sino de la estupefacci¨®n eterna del hombre ante el cambio, de la necesidad de agarrarse al pasado para que no nos atropelle el futuro. ?sa es la cualidad m¨¢s universal de su obra. No obstante, tambi¨¦n es un autor turco, que escribe en su lengua para su gente, y a quien se lee, y mucho. Si cierta gente detesta a Pamuk no es s¨®lo porque le indique a los de fuera de Turqu¨ªa determinados puntos flacos del pa¨ªs donde ha vivido y crecido, sino porque se los se?ala a sus compatriotas y no teme hurgar en la herida.
Orhan Pamuk no es un autor f¨¢cil, pero, conoci¨¦ndole, me gusta pensar que es una muestra m¨¢s de su optimismo y su generosidad el confiar de esa manera en la inteligencia del pr¨®jimo.
Rafael Carpintero Ortega ha traducido diversas obras de Orhan Pamuk al espa?ol.
Babelia
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