Todo en orden

Abre con esta muestra en Madrid un nuevo espacio que, en rigor, no hace si no proyectar hacia un plano de ambici¨®n mayor y decididamente m¨¢s personal, la andadura de un profesional de altura, ?lvaro Alc¨¢zar, galerista de estirpe. Lo hace adem¨¢s con la obra de un artista, Andreu Alfaro, al que estaba ya estrechamente vinculada su andadura anterior y de quien presenta, a modo de "dec¨ªamos ayer", una cuidada selecci¨®n antol¨®gica con piezas que recorren, desde etapas bien tempranas hasta su deriva m¨¢s reciente, lo esencial de la trayectoria del gran escultor valenciano.

Sin duda uno de los nombres clave en el devenir de la escultura espa?ola del ¨²ltimo medio siglo, Andreu Alfaro ha desarrollado, en torno al eje del purismo geom¨¦trico, una compleja evoluci¨®n, tanto m¨¢s cuando, a partir de la crisis del modelo can¨®nico vanguardista, establece, con incisiva y muy sofisticada libertad, su indagaci¨®n en torno a determinados arquetipos, ya sean referentes de la estatuaria arcaica, figuras como Goethe, el Laocoonte o la sintaxis ornamental. Todo ello, por supuesto, queda reflejado a grandes rasgos en el marco de esta exposici¨®n madrile?a. Pero a la par, quiz¨¢ por su condici¨®n m¨¢s de miscel¨¢nea que de estricto balance retrospectivo, como por el hecho de que las piezas, en su ocupaci¨®n del espacio, eludan todo ordenamiento cronol¨®gico primando otras afinidades electivas, la contemplaci¨®n de la muestra acaba produciendo, al menos en mi caso, una percepci¨®n bien singular.

Ya que en ese di¨¢logo que las obras, indistintamente remotas o cercanas, van entretejiendo, la secuencia temporal que les da origen tiende a desdibujarse, a perder densidad y en definitiva sentido, en favor de otra certeza que emerge aqu¨ª en plenitud. Me refiero, claro est¨¢, a la incontestable y radical identidad, a la f¨¦rrea coherencia interior que, m¨¢s all¨¢ de sus circunstanciales avatares, todas esas piezas comparten a la postre.