Dos tigresas tristes
EL 9 DE JULIO de 1956 mor¨ªa en Ciudad de M¨¦xico la novelista Yolanda Oreamuno. Lo hac¨ªa sumida en la pobreza, en el departamento y entre los brazos de su amiga entra?able, la poeta Eunice Odio. Costarricenses por nacimiento ambas, creadoras extraordinarias, hermosas e incomprendidas, nos legaron, adem¨¢s de su obra brillante -y casi completamente desconocida fuera de un grupo de felices iniciados-, la belleza de su leyenda tr¨¢gica.
Nacida Yolanda en 1916; Eunice, tres a?os despu¨¦s. Su breve biograf¨ªa est¨¢ jalonada desde el inicio por circunstancias dif¨ªciles: hu¨¦rfana de padre desde muy ni?a, Yolanda fue raptada en plena ciudad de San Jos¨¦ a la edad de 19 a?os; casada poco despu¨¦s con un diplom¨¢tico chileno, enviud¨® el mismo a?o de su boda. El escritor Joaqu¨ªn Guti¨¦rrez gustaba de contar c¨®mo, en plena Guerra Civil espa?ola, Yolanda y otros j¨®venes escritores boicotearon la presentaci¨®n de un declamador franquista, lanzando insultos y "pedos qu¨ªmicos" que pusieron en desbandada a la concurrencia que abarrotaba el Teatro Ravent¨®s esa noche. En fin, al abandonar Costa Rica -harta de un medio pacato y hostil, pero todav¨ªa sin una obra que respaldara su arrogancia-, se dej¨® decir: "Ah¨ª les dejo mi leyenda, para que se entretengan".
A prop¨®sito de las costarricenses Yolanda Oreamuro y Eunice Odio
La belleza de Eunice Odio fue codiciada y celebrada por muchos. Tal vez, los m¨¢s c¨¦lebres versos se los dedic¨® el gran poeta nicarag¨¹ense Carlos Mart¨ªnez Rivas. En el largo poema que le escribi¨®, dice entre otras cosas: "A veces a ti misma te esquivamos. / Tratamos de cubrirte con palabras / y adjetivos espl¨¦ndidos, por temor / a ver entre tus pliegues algo de lo desconocido".
Y es que, en efecto, Eunice Odio se asom¨® a lo desconocido. Su vasta obra po¨¦tica da testimonio de ello: densa, de resonancias m¨ªsticas, esot¨¦ricas y simb¨®licas. No sorprende que de ella dijera Augusto Monterroso: "Eunice Odio fue una mujer muy dif¨ªcil, tuvo una vida muy dif¨ªcil y escribi¨® una poes¨ªa m¨¢s dif¨ªcil a¨²n".
De ese asomarse a lo desconocido, tambi¨¦n dan fe unas extraordinarias cartas que le escribi¨® al venezolano Juan Lizcano, por muchos a?os su editor, confidente y amigo. En ellas, le refiere una serie de acontecimientos asombrosos que le ocurrieron a lo largo de varios meses. "Fue en el mes de noviembre de 1964. Esa ma?ana, mi criada Virginia lleg¨® a las ocho y media de la ma?ana. Mientras esperaba que trajera la gran taza de caf¨¦ negro que tomo al despertar, empezaron a salir, de mi cuerpo, una enorme cantidad de filamentos luminosos, que tendr¨ªan entre seis y ocho cent¨ªmetros de largo y el grueso de un cabello muy delgado, salieron de m¨ª, como digo, en enormes cantidades y m¨¢s veloces que la luz misma". Quienes le¨ªmos de j¨®venes a Carlos Castaneda reconoceremos sin dificultad la escena, pero tambi¨¦n tendremos pistas para mejor entender la fascinaci¨®n de Castaneda por la poes¨ªa.
Eunice Odio adopt¨® la nacionalidad guatemalteca en 1948, en medio del proceso democr¨¢tico que viv¨ªa ese pa¨ªs, y se radic¨® en M¨¦xico tras la ca¨ªda del Gobierno de Jacobo Arbenz. Algunos a?os despu¨¦s, en 1963, se declarar¨ªa furiosamente anticomunista, lo que en medio de la euforia castrista le allegar¨ªa numerosas enemistades y no pocas dificultades para subsistir.
La huella de su estancia en M¨¦xico marc¨® la obra de ambas creadoras (tal y como sucede con los tambi¨¦n costarricenses Francisco Z¨²?iga y Chavela Vargas). Una de las novelas m¨¢s extraordinarias de Yolanda Oreamuno se titula De su obscura familia; en escasas 50 p¨¢ginas, nos relata con intensidad deslumbrante el proceso que vive un exiliado pol¨ªtico costarricense que llega a ese pa¨ªs tras la Guerra Civil de 1948: hijo de las clases adineradas, languidece en el letargo de su median¨ªa, hasta que el exilio lo lleva a M¨¦xico, donde los olores, las gentes, el paisaje, la intensidad vibrante de la ciudad, le dan un mazazo en la cabeza, despert¨¢ndolo a la vida.
Eunice muri¨® 18 a?os despu¨¦s que su amiga, tambi¨¦n en M¨¦xico, pero hubo de hacerlo sola pues ya no estaba Yolanda para tenerla en sus brazos; no encontraron su cuerpo sino varios d¨ªas despu¨¦s de fallecida. Se rumorea que Sergio Ram¨ªrez prepara una novela sobre la vida y leyenda de ambas.
Rodrigo Soto (San Jos¨¦ de Costa Rica, 1962) ha sido incluido en antolog¨ªas del relato latinoamericano como McOndo (Mondadori) y L¨ªneas a¨¦reas (Lengua de Trapo). La editorial Perif¨¦rica publica la semana que viene en Espa?a su novela Gina.
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