La alegr¨ªa y el duelo
Nos dice la autora que Tara (adem¨¢s de un defecto y una v¨ªbora) es el nombre de una diosa guanche de la fertilidad. Pero para cuantos hayan visto Lo que el viento se llev¨®, Tara es sobre todo el nombre de la finca de Scarlet O'Hara, por cuya tierra promete -fin de la primera parte- que nunca m¨¢s volver¨¢ a pasar hambre...
Elena Medel (C¨®rdoba, 1985) parece, por edad, quedar muy lejos de la mitolog¨ªa de Lo que el viento se llev¨®, pero ha entendido bien el significado, profundamente femenino, de la escena que vengo de evocar. Tara es la tierra que hace fuertes a las mujeres, y el libro de Medel (divido en "siete vidas") es una eleg¨ªa a su abuela muerta, pero al hilo de ese treno/evocaci¨®n/memoria, tambi¨¦n un repaso a su historia familiar femenina, y al mundo ¨ªntimo de lo femenino, que puede parecer d¨¦bil (como la ni?a que busca amparo en la abuela o en la t¨ªa) pero que al fin es fuerte.
TARA
Elena Medel
DVD. Barcelona, 2006
77 p¨¢ginas. 8 euros
Elena Medel salt¨® bruscamente a la fama del mundillo po¨¦tico con un primer libro atractivo e inmaduro, Mi primer bikini (2002). Desde entonces ha sido la poeta joven por antonomasia y parece que no est¨¢ llevando mal el riesgo. Porque desde los primeros ochenta, todas las poetas que nacieron (o les nacieron) como restallantes promesas, haya sido el que haya sido su itinerario l¨ªrico, han quedado por debajo de las alt¨ªsimas expectativas que la cr¨ªtica o la publicidad les reclamaba. Desde la casi parece que olvidada Blanca Andreu hasta Carmen Jodra. A los chicos se les da menos cancha en esto de la juventud po¨¦tica (quiz¨¢ las se?oritas tengan m¨¢s "charme") y eso ganan, aunque tengan id¨¦ntico problema. A veces muy bien hecha, otras no tanto, casi toda la poes¨ªa veintea?era de hoy -chicos y chicas- es inmadura, no s¨®lo por lo evidente, sino porque desde el advenimiento de la posmodernidad al poeta (y al artista en general) se le pide que lidie con la tradici¨®n, que la asuma y la supere, ya no vale aquello de cortar, como en la vanguardia. Y naturalmente echar las cartas a la tradici¨®n y a¨²n m¨¢s descubrir cu¨¢l es en ella tu parcela, tu l¨ªnea, lleva tiempo y es un camino arduo. Por eso los poetas ahora (y acaso casi siempre) tienen mejor cosecha cerca de los 40 que pr¨®ximos a los 20 a?os. Esto vale para Elena Medel y para David Leo Garc¨ªa -Urbi et orbi (¨²ltimo premio Hiperi¨®n)- m¨¢s joven a¨²n que Medel, y quiz¨¢ m¨¢s s¨®lido, pero menos arriesgado.
Lo mejor que s¨¦ decir de Elena Medel es que est¨¢ llena de vocaci¨®n y de aliento y -sobre todo- que avanza. Porque Tara es mejor que Mi primer bikini, entre otras cosas porque su direcci¨®n significativa es m¨¢s clara. Mezclando un mesurado irracionalismo con muchos elementos cotidianos, cercanos, diarios, Medel dice m¨¢s claramente por qu¨¦ form¨® parte de la antolog¨ªa La l¨®gica de Orfeo. Sus poemas (versiculares o en prosa, formando secuencias muy claras) mezclan lo sugerente con lo evidente, lo intuido con lo dicho, como muchos poetas j¨®venes de ahora mismo, pero con fuerza propia. Es prematuro a¨²n decir si Elena Medel tiene "voz". Pero es obvio afirmar que tiene pasi¨®n y energ¨ªa, y que ¨¦stas en Tara no andan desbocadas, como en su primer libro, sino mucho m¨¢s encauzadas y elaboradas. "?Te das cuenta que todas las personas que conoces morir¨¢n alg¨²n d¨ªa?", titula un poema. El funeral le lleva a la vida y viceversa; y el amor a la mujer muerta al deseo y amor y alabanza de las vivas que le dan fuerza, asegur¨¢ndole que todo es dif¨ªcil. Muchos se quedar¨¢n con este inicio: "Yo pertenezco a una raza de mujeres con el coraz¨®n biodegradable". Anchamente femenina y buscando ra¨ªces, segura y tr¨¦mula (sorteando el peligro perecedero de ser "la poeta joven", sin m¨¢s), inmadura y segura de la maduraci¨®n, Elena Medel avanza.
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