Trabajar es pecado
No hay econom¨ªa en proceso de cambio que aguante un acueducto festivo como el que vivimos esta semana. Y a¨²n quedan el puente del 1 de noviembre y los de Navidad y A?o Nuevo. Esto es jauja. Por eso me temblaban las carnes cuando el magn¨ªfico especial 9 d'Octubre de EL PA?S fijaba como futuro de la Comunidad Valenciana "un panorama saturado de desaf¨ªos". Con todo lo que se nos viene encima y nosotros de puente en puente y tiro porque me toca.
Claro est¨¢ que, como siempre, sobreviviremos. Los fenicios lo hicieron en las peores ¨¦pocas y, como buenos fenicios, volveremos a resurgir de las cenizas. ?Faltar¨ªa m¨¢s! Adem¨¢s cada pocos meses aparece el titular de la reactivaci¨®n, aunque sustancialmente la ¨²nica variable segura es el consumo. Esto aleja el fantasma del riesgo del cambio necesario. El mismo que sufrieron hace cincuenta a?os quienes apostaron por el azulejo industrial o hace cien por la fabricaci¨®n de calzado en cadena.
Pero para esos desaf¨ªos que se avecinan hay tres claves a valorar. Por supuesto las que se?alan Mart¨ªnez Serrano, Javier Quesada y hasta Justo Nieto en el especial de EL PA?S, resumidas en imaginaci¨®n m¨¢s I+D. Pero hay otras dos que siempre se olvidan. Una, la productividad. Y dos, recuperar la capacidad de incorporar valor a?adido a lo que fabrican otros, algo que siempre nos ha ido muy bien. Algo que no necesita m¨¢s comentarios que seguir la senda de las cuentas de resultados.
La productividad valenciana est¨¢ por debajo de la media espa?ola y a mitad camino de la media europea, aunque en los ¨²ltimos a?os hemos recuperado algo. Y esto ocurre por dos principios. Uno general a toda Espa?a. El trabajo es un pecado tan mortal y mal visto como la riqueza, y ya ni siquiera es referente para la construcci¨®n social. Si fu¨¦ramos luteranos lo considerar¨ªamos un valor y tendr¨ªamos una productividad alta, aunque no comer¨ªamos paella. El trabajo es un pecado y organizarse el tiempo y el espacio un desprop¨®sito. San Agust¨ªn ya dijo que todo comienza en Dios y, por tanto, aqu¨ª nadie arranca el tiempo de su jornada sin el visto bueno del jefe. Ya dec¨ªa Borges que el tiempo "todo lo da y todo lo quita" menos la hora del almuerzo y el carajillo.
El segundo aspecto tiene que ver con la idiosincrasia de la empresa valenciana. La peque?a y mediana empresa que invade todo nuestro territorio para bien tiene una organizaci¨®n vertical que contribuye poco a fomentar la productividad. Pero, adem¨¢s, se ha producido un tremendo desajuste en la aportaci¨®n de poblaci¨®n joven bien preparada y la necesidad de la demanda. No hay nativos de veinte a veinticinco a?os para trabajar y sus puestos son ocupados por inmigrantes de escasa formaci¨®n.
Jordi Pujol, que ahora es un observador enormemente valioso de la realidad, hablaba hace unos d¨ªas de este asunto y condenaba a catalanes y resto de espa?oles a sufrir una p¨¦rdida de competitividad por culpa de la falta de formaci¨®n en el personal, que agrava el extremo de la productividad. La inmigraci¨®n, que ya ocupa en la Comunidad Valenciana el 19 por ciento de los nuevos empleos, trae consigo una escasa formaci¨®n profesional y esto conlleva la vuelta a la utilizaci¨®n masiva de mano de obra y poca tecnolog¨ªa. Y, de inmediato, ca¨ªda de la competitividad. La pastera sigue siendo nuestro reino y en esa f¨®rmula matem¨¢tica de mezclar cemento y arena ponemos el 18 por ciento de nuestro PIB. Magn¨ªfico sentido de la productividad.
Por cierto, ?dijo algo de esto Joan Ignasi Pla en su moci¨®n de censura? ?Alguien se atreve a meterle mano a la productividad en la funci¨®n p¨²blica? ?Aparece en las guerras internas de L'Empresarial o las cuitas entre AVE (lobby de Valencia) y los pretendidos impulsores de otro lobby en Alicante? Al presidente Camps le escuch¨¦ varias veces hablar de estos temas en unas reuniones empresariales que organizaba, pero luego Gerardo Camps no ofrece incentivos fiscales a quienes mejoren la productividad. Aqu¨ª, como mucho, Esteban Gonz¨¢lez Pons se llevar¨ªa el premio por incentivar el cultivo de la sandia verde, aunque ni en Bruselas ni los votos se lo reconozcan.
www.jesusmontesinos.es
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