"Me salto la ley para ir al tribunal"
Abu Hasan se juega la vida para defender a los presos palestinos
Farez Abu Hasan es un abogado de 39 a?os que se gradu¨® en una universidad egipcia. "Comenc¨¦ a estudiar en 1985, cuando no hab¨ªa facultades de Derecho en Cisjordania. Todos estudi¨¢bamos en El Cairo, Beirut, Amm¨¢n o Damasco. En aquellos tiempos hasta la educaci¨®n estaba en manos de Israel. No quer¨ªan que estudi¨¢ramos derecho ni periodismo. Todas las dem¨¢s profesiones liberales ten¨ªan sindicato, excepto periodistas y abogados", cuenta este letrado nacido en Nabl¨²s que ejerce en los tribunales militares israel¨ªes como defensor de prisioneros palestinos y de los parlamentarios y ministros de Ham¨¢s detenidos desde junio. Su labor es un calvario.
Todo empieza cualquier ma?ana, cuando parte hacia el tribunal israel¨ª, a unos 30 kil¨®metros de distancia. "No tenemos permiso especial para pasar los controles militares, ni autorizaci¨®n para nuestros coches. Ser¨ªa f¨¢cil conced¨¦rnoslo, porque s¨®lo somos cuatro los abogados que trabajamos en el tribunal, al norte de la ciudad de Yen¨ªn, y ser¨ªa sencillo controlarnos", afirma Abu Hassan. Y como hay que estar puntual ante el magistrado bajo amenaza de sanci¨®n pecuniaria -"de entre 90 o 180 euros, dependiendo del magistrado", comenta-, el letrado se ve obligado a utilizar atajos. "A veces vamos por carreteras de monta?a o andando. M¨¢s de una vez me han disparado. S¨ª, tengo que saltarme la ley para llegar al tribunal".
"Desde 2002 han muerto 72 enfermos en los controles", dice el m¨¦dico Hamdan
Defensa precaria
Hablar de un sistema judicial con asomo de sometimiento a las normativas internacionales es un sarcasmo. "Son escas¨ªsimas las veces que ganamos un juicio", afirma sin desalentarse. Abu Hassan no puede visitar a sus clientes -desde chavales que tiran piedras a los soldados hasta milicianos, pasando por j¨®venes activistas de la universidad- en la prisi¨®n israel¨ª, por lo que no puede preparar su defensa. Los letrados deben contar con un colega hebreo que tampoco puede hablar con la familia del prisionero, y que por supuesto cobra su minuta. Doble gasto para la familia palestina de turno. Cuando el reo llega al tribunal conversa con su abogado en presencia de agentes israel¨ªes. Si un recluso enferma, los m¨¦dicos palestinos no pueden atenderle en la c¨¢rcel. Lo har¨¢ un doctor israel¨ª. Y otra factura que se endosar¨¢ a la familia. Por no hablar de la detenci¨®n administrativa: gente que pasa meses y a?os en prisi¨®n sin una acusaci¨®n formal. "No dan informaci¨®n sobre estos presos, su expediente es secreto por razones de seguridad. El otro d¨ªa me quej¨¦ a un magistrado por esta figura jur¨ªdica y me respondi¨®: '?No has o¨ªdo hablar de Guant¨¢namo?", recuerda el abogado antes de a?adir: "Los jueces son elegidos por el Ej¨¦rcito, que es quien elabora las normas y las aplica".
Cuando termina su jornada, Abu Hassan regresa a Nabl¨²s, si puede. Es frecuente que tenga que dormir en casa de alg¨²n colega o familiar en Yen¨ªn cuando los controles militares han sido sellados antes de los previsto o cuando se alarga su trabajo en el tribunal y no llega a tiempo. "Los puestos del Ej¨¦rcito tratan de cortar la relaci¨®n social entre los palestinos. Nabl¨²s es hoy una gran c¨¢rcel sometida a un castigo colectivo", concluye.
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