El reportero de Mali
El fot¨®grafo Malick Sidib¨¦ presenta su trabajo a los visitantes de la exposici¨®n '100% ?frica' en el Museo Guggenheim
Vestido con una t¨²nica blanca y con la cabeza cubierta por un bonete de fieltro, Malick Sidib¨¦ (Soloba, Mali, 1935) salud¨® con una sonrisa al grupo de unas 20 personas que
ayer por la ma?ana le esperaba en la sala del Museo Guggenheim que muestra sus fotograf¨ªas, dentro de la exposici¨®n 100% ?frica, una selecci¨®n de la colecci¨®n Jean Pigozzi de arte africano contempor¨¢neo. Sidib¨¦ vende a coleccionistas de todo el mundo copias de sus fotograf¨ªas por unos 4.000 euros, y vende mucho, pero ¨¦l sigue trabajando en el mismo estudio desde hace casi 50 a?os, en una esquina de Bamako, la capital de Mali, y hablando con la humildad de un aficionado.
La presencia serena de Sidib¨¦ contrastaba ayer con el entusiasmo de Andr¨¦ Magnin, el comisario de 100% ?frica, que se atribuye el descubrimiento del talento de Sidib¨¦ para los ojos de los europeos. "Sidib¨¦ es el gran reportero de ?frica", dijo Magnin.
"Un fot¨®grafo debe ser alegre y hacer que el cliente se mueva a su gusto", dice Sidib¨¦
Sidib¨¦ forma con Seidou Ke?ta (Bamako, 1921-Par¨ªs, 2001) la pareja de fot¨®grafos africanos que mayor reconocimiento internacional ha conseguido. A mediados de los a?os 90 del pasado siglo Sidib¨¦ atrajo la atenci¨®n de los aficionados de todo el mundo por sus fotograf¨ªas vivas y espont¨¢neas de la vida en Bamako; Ke?ta, en cambio, ha pasado a la historia de la fotograf¨ªa como el gran retratista de las ¨¦lites de su pa¨ªs.
A finales de los a?os 50 Bamako viv¨ªa una ¨¦poca de euforia gracias a los negocios del oro y el algod¨®n, y al desarrollo del comercio. Los j¨®venes organizaban fiestas en los barrios cada fin de semana para bailar los nuevos ritmos afrocubanos y la m¨²sica que llegaba de Francia. Y all¨ª estaba Malick Sidib¨¦ para fotografiarlo todo. "La juventud de los a?os 60 no se liberaba por la pol¨ªtica, sino por la m¨²sica. Pod¨ªan tocarse para bailar", recordaba ayer Sidib¨¦ al explicar las fotos tomadas en los guateques de la ¨¦poca. Cada noche de fin de semana recorr¨ªa en bicicleta seis fiestas disparando su c¨¢mara cientos de veces.
La llegada de Sibib¨¦ animaba el ambiente en bodas y natalicios, en festejos de los liceos o en el fin de a?o. Las fotos eran frescas, espont¨¢neas y cargadas de vitalidad, y un excelente documento de la realidad social postcolonial. "Esto es la historia de mi pa¨ªs", dijo ayer con un toque de melancol¨ªa al recordar aquellos a?os.
En 1978, Sidib¨¦ abandon¨® esa actividad y se centr¨® en el trabajo de su estudio, del que tambi¨¦n hay una importante muestra en la exposici¨®n del Guggenheim. El fot¨®grafo era una celebridad en su ciudad mucho antes de ser conocido en Europa y su estudio, una especie de club de amigos, acogedor y abierto a todo el mundo. Tanto, que le llaman la China Popular. All¨ª acud¨ªan, y siguen haci¨¦ndolo, seg¨²n cuenta Magnin, decenas de personas a tomar t¨¦ o a charlar. O se quedan a dormir.
Sidib¨¦ es m¨¢s que un hombre hospitalario. Su generosidad sigue reglas desconocidas en los pa¨ªses occidentales, que ¨¦l resume en una sola frase: "Est¨¢ muy rica la miel, pero no vale que la pruebe una sola boca". Cerca de 60 personas viven a su cargo, pero adem¨¢s ayuda a muchas m¨¢s gente de su pueblo natal, comprando maquinaria para el campo o ganado. "El placer que yo he obtenido con mi fotograf¨ªa favorece a muchas personas y yo estoy muy contento de poder ayudarles", explic¨® al p¨²blico del Guggenheim. "Cada africano que se enriquece ayuda a muchas familias".
Magnin regal¨® una idea a los viajeros que se dirijan a Mali. Acudan al estudio de Sidib¨¦ en Bamako -la gente de la ciudad sabe donde est¨¢- y p¨ªdanle que les haga un retrato. Contar¨¢n con una obra de un fot¨®grafo que se cotiza en el mercado internacional y no les cobrar¨¢ m¨¢s de 20 euros. Sidib¨¦ garantiza que pasar¨¢n un buen rato en la China popular. "Un fot¨®grafo", sentencia, "debe ser alegre y hacer que el cliente se sienta c¨®modo, que se mueva a su gusto. Es mi secreto para hacer buenas fotos. Una momia no dice nada".
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