La expectativa cumplida de Edmund Phelps
Fiel al lenguaje imposible de los banqueros centrales, Jean-Claude Trichet, presidente de la autoridad monetaria europea (BCE), explic¨® as¨ª el pasado 5 de octubre por qu¨¦ el banco acababa de subir los tipos hasta el 3,25%: "La decisi¨®n de hoy contribuir¨¢ a asegurar que las expectativas de inflaci¨®n en la zona euro se mantengan s¨®lidamente ancladas en niveles compatibles con la estabilidad de los precios".
La evoluci¨®n de los precios en s¨ª no parec¨ªa, al menos a los profanos, inquietante: en septiembre se pusieron en el 1,8%, dos d¨¦cimas por debajo del objetivo del BCE y frente al 2,3% registrado en agosto. Pero Trichet mencion¨®, como otras veces, la palabra "expectativas".
Hablar de "expectativas" es puro Phelps. El Premio Nobel de Econom¨ªa 2006, Edmund Phelps, ha visto reconocida a los 73 a?os su influencia esencial en la macroeconom¨ªa de los ¨²ltimos 40 a?os. Cay¨® en la cuenta de que si los trabajadores y las empresas creen que los salarios y los precios subir¨¢n, los primeros pedir¨¢n aumentos de salarios y las segundas repercutir¨¢n los mayores costes en los precios: habr¨¢ m¨¢s inflaci¨®n.
Los bancos centrales basan hoy sus decisiones en elementos como la inflaci¨®n esperada
La clave de las ideas de Phelps es que no es la inflaci¨®n la que debe relacionarse con el paro de un pa¨ªs -como se pensaba hasta los a?os sesenta- sino que la diferencia entre la inflaci¨®n y la inflaci¨®n esperada.
La herencia de Phelps est¨¢ tan asumida -sobre todo por los bancos centrales que aplican la pol¨ªtica monetaria- que hasta el propio interesado ha confesado haber tenido "expectativas" de que le dieran el reconocimiento del Nobel (m¨¢s 1,1 millones de euros)... aunque lo esperaba m¨¢s hace 10 a?os que ahora. La Real Academia Sueca de las Ciencias le ha acabado "sorprendiendo".
Todas las biograf¨ªas de Phelps enfatizan el hecho de que este profesor de Columbia originario de Evanston (Illinois, EE UU) es hijo de la Gran Depresi¨®n, la que le cost¨® el empleo a sus padres, una nutricionista y un publicista.
Sin embargo, parece que a Phelps lo que le interesaba de veras no era tanto la econom¨ªa como la filosof¨ªa, una pasi¨®n que le puede, igual que el cine y la ¨®pera. Seg¨²n recordaba en Le Monde hace pocos d¨ªas Jean-Paul Fitoussi, presidente del Observatorio Franc¨¦s de Coyunturas Econ¨®micas (OFCE, en el que Phelps es investigador asociado), la econom¨ªa ha ganado a uno de los grandes por lo pesado que se puso su padre.
A la insistencia paterna se le sum¨® el encuentro decisivo entre el hoy Nobel de Econom¨ªa y el economista de Harvard James Nelson. As¨ª que Phelps acab¨® gradu¨¢ndose en Yale. Su tesis se la dirigi¨® nada menos que James Tobin, conocido por su propuesta de imponer una tasa sobre la especulaci¨®n.
El panorama con que se encontr¨® el joven Phelps estaba marcado por un dogma intocable y que se resume en la llamada curva de Phillips, concepto que contin¨²a manejando hoy cualquier estudiante de Econ¨®micas. De dicha curva se infer¨ªa que hab¨ªa una relaci¨®n inversa entre inflaci¨®n y paro. Es decir, que menos inflaci¨®n implicaba m¨¢s paro, y que m¨¢s inflaci¨®n implicaba menos paro. Hab¨ªa que elegir entre paro o inflaci¨®n; todo a la vez no pod¨ªa ser. As¨ª que los bancos centrales, si quer¨ªan reactivar la econom¨ªa con bajadas de tipos y reducir el paro, deb¨ªan asumir precios m¨¢s elevados.
El polifac¨¦tico Phelps -que gusta de considerarse neokeynesiano y que, por cierto, pas¨® el verano pasado en Cadaqu¨¦s, en la Costa Brava- consider¨® muy simple este dogma y empez¨® a rumiar sobre los problemas de la informaci¨®n en la econom¨ªa. Con informaci¨®n imperfecta, incompleta, sobre lo que har¨ªan los dem¨¢s, los agentes econ¨®micos (consumidores o empresas) albergaban ciertas expectativas sobre lo que iba a ocurrir. Y se dio cuenta de que la inflaci¨®n no depend¨ªa s¨®lo del paro, sino tambi¨¦n de estas expectativas.
"Un gobierno puede aplicar pol¨ªticas expansionistas", reflexiona el catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona Joan Tugores, en alusi¨®n a las pol¨ªticas de bajadas de tipos para estimular la econom¨ªa. "Pero cuando empresarios y trabajadores se dan cuenta de esta estrategia y la incorporan a sus expectativas", a?ade, "las medidas dejan de ser efectivas. Si los agentes econ¨®micos no se creen la previsi¨®n oficial, una misma pol¨ªtica monetaria deja de funcionar".
Seg¨²n Phelps, la curva de Phillips pod¨ªa funcionar a corto plazo, pero no a largo plazo. Una pol¨ªtica monetaria expansiva permanente acabar¨ªa derivando en m¨¢s inflaci¨®n, pero no en m¨¢s empleo, se dijo, en sinton¨ªa con el tambi¨¦n Nobel de Econom¨ªa (1976) Milton Friedman. "Sus teor¨ªas ayudaron a entender mejor las causas de las subidas del paro y la inflaci¨®n en los a?os setenta", concluye la Real Academia Sueca. Aunque Phelps realiz¨® otras aportaciones, como su regla de oro de formaci¨®n de capital para distribuir bienestar y consumo en las distintas generaciones.
"Las expectativas de inflaci¨®n de Phelps son uno de los elementos en que basan sus decisiones los bancos centrales", se?ala Josep Sayeras, profesor de Econom¨ªa de Esade. "Las expectativas de inflaci¨®n son muy importantes para entender c¨®mo funciona el comportamiento de los salarios", corrobora el ex gobernador del Banco de Espa?a Luis ?ngel Rojo.
La credibilidad y claridad de un banco central son claves. El propio Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal -cuya pausa tras 17 subidas de tipos ha sido aplaudida por Phelps- ha dicho que si la Fed fuera m¨¢s clara sobre su objetivo de precios, empresas y consumidores no presionar¨ªan tanto por mayores sueldos y precios y le har¨ªan la vida m¨¢s f¨¢cil. Puro Phelps.
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