Garz¨®n
El fraudulento montaje medi¨¢tico que ha urdido desde hace dos a?os la derecha radical para minar la credibilidad del sumario del 11-M, y que la sociedad civil espa?ola est¨¢ soportando imp¨¢vida sin verg¨¹enza ni oposici¨®n, ha entrado en una nueva fase, quiz¨¢ decisiva, tras la intervenci¨®n del juez Baltasar Garz¨®n. Me refiero, claro est¨¢, a su denuncia jur¨ªdica de la trama del ¨¢cido b¨®rico: la falsificaci¨®n documental de unos absurdos informes periciales que vincular¨ªan a los asesinos islamistas del 11-M con los terroristas vascos. Pero Garz¨®n no se ha limitado a revelar el fraude, sino que se ha atrevido a se?alar con el dedo a sus patrocinadores y responsables ¨²ltimos: la banda de mercenarios medi¨¢ticos, anta?o motejada de sindicato del crimen, que le hace el trabajo sucio a la fracci¨®n extremista del Partido Popular.
"?Otra garzonada!", exclaman con ira los estafadores, acostumbrados desde hace 15 a?os a que sus constantes fechor¨ªas informativas salgan adelante con total impunidad, pero que a¨²n se duelen de c¨®mo Garz¨®n logr¨® desactivar la trama fraudulenta que montaron hace casi dos lustros con el caso Lia?o. Pues bien, con el caso ¨¢cido b¨®rico podr¨ªa pasar esta vez otro tanto y a¨²n m¨¢s, pues el Garz¨®n con el que hoy se han topado es incomparablemente m¨¢s poderoso y experimentado que el de entonces, reforzado como est¨¢ por su ¨¦xito a escala internacional con el caso Pinochet, que le enfrent¨® a su defensor el fiscal Fungairi?o, y por su ¨¦xito a escala espa?ola con el caso de la trama civil de ETA, que ha obligado a esta banda terrorista a iniciar el sendero de su autodisoluci¨®n. Hoy Garz¨®n es mucho m¨¢s Garz¨®n.
Pero resabiado por sus precedentes de impunidad, ahora el sindicato del crimen ha reaccionado a la denuncia de Garz¨®n escenificando una vez m¨¢s el mismo viejo truco de devolver el golpe volviendo el caso del rev¨¦s por pasiva, a sabiendas de que la mejor defensa es un buen ataque. Para eso basta con redefinir el caso falsificando la realidad para invertir la carga de la prueba y pasar de acusado cogido en falso a acusador justiciero, en tanto que presunta v¨ªctima inocente cargada de raz¨®n. Por eso intentan convertir el caso ¨¢cido b¨®rico en el caso Garz¨®n, acusando al juez de prevaricar y de prostituir a la justicia al servicio de intereses pol¨ªticos, que es justo lo que ellos intentan hacer no s¨®lo desde hace dos a?os, con el caso 11-M, sino desde hace 15 a?os, cuando se inici¨® la pinza medi¨¢tica entre el PP de Aznar y el sindicato del crimen. Cree el ladr¨®n que todos son de su condici¨®n. ?O es que acaso lo dicen porque saben con qui¨¦n se las entienden, dada su pasada participaci¨®n en el caso GAL, cuando el sumario instruido por el juez Garz¨®n y aireado por El Mundo inici¨® el principio del fin de la era Gonz¨¢lez? ?Estamos ante una reedici¨®n de aquella campa?a de acoso y derribo del felipismo, en la que todo vale con tal de destruir la confianza en el gobernante, esta vez dirigida contra Zapatero?
No lo parece, pues hay dos grandes diferencias entre los esc¨¢ndalos de los noventa y la experiencia actual. La primera es que los hechos denunciados en los casos GAL y Filesa eran ciertos, y por eso los electores expulsaron a Gonz¨¢lez del poder que se resist¨ªa a abandonar, mientras que ahora las acusaciones del sindicato del crimen en la trama del ¨¢cido b¨®rico y en el sumario del 11-M son absolutamente falsas. La segunda diferencia, debida a lo anterior, es que en esta ocasi¨®n el juez Garz¨®n, que parece ahora como entonces fiel servidor de la verdad, no est¨¢ con ellos, sino que se enfrenta abiertamente en su contra. El problema es que aunque no cuenten con Garz¨®n, a cambio cuentan con la mayor¨ªa del Consejo del Poder Judicial, una mayor¨ªa que s¨ª parece bien dispuesta a prevaricar y prostituirse, poniendo la m¨¢quina de la justicia que controlan al servicio de su partidismo pol¨ªtico, con la connivencia de una derecha social siempre dispuesta a aplaudir los fraudes jur¨ªdicos dictados a su favor. Una tarea ¨¦sta, la de luchar contra el injusto sectarismo de la derecha medi¨¢tica y judicial, a la medida de la ambici¨®n de un juez como Baltasar Garz¨®n.
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