Inmigraci¨®n, m¨¢s pedagog¨ªa, menos alarmismo
Alud migratorio, avalancha, incluso invasi¨®n. As¨ª han descrito la situaci¨®n en Canarias los alarmistas que han querido hacer de un drama humano una agresi¨®n migratoria en toda regla. Estos argumentos mezclan el efecto llamada de la desesperaci¨®n con las t¨ªmidas pol¨ªticas en materia de inmigraci¨®n, y los alarmistas, con objetivos claramente electorales, s¨®lo ofrecen como soluci¨®n el endurecimiento de dichas pol¨ªticas. Insisten en relacionar la llegada de inmigrantes con la delincuencia e incluso asocian su llegada al derecho de voto, obviando que dicha propuesta se dirige a la nueva ciudadan¨ªa que hace a?os ejerce sus obligaciones, pero que carece de derechos pol¨ªticos b¨¢sicos.
Ante el descaro de la derecha, s¨®lo cabe hacer un ejercicio de pedagog¨ªa. Lo que vivimos en Canarias es lo que se vivi¨® en Andaluc¨ªa. La diferencia es que la impermeabilizaci¨®n de las fronteras ha convertido las rutas de llegada en mucho m¨¢s peligrosas, que la desesperaci¨®n en ?frica ha crecido, y que, por mucho que digamos que s¨®lo aceptamos inmigraci¨®n regular, ning¨²n inmigrante procedente del ?frica subsahariana tiene mecanismo legal de entrada. La llegada en cayucos es, sin lugar a dudas, un drama humanitario, pero no alcanzan el 5% del total de los que acceden al territorio espa?ol de forma irregular por fronteras a¨¦reas y terrestres. Lamentablemente, el Gobierno socialista ha ca¨ªdo en el discurso y la l¨®gica de la dureza, sin reflexionar sobre el hecho de que esta forma de hacer ha fracasado estrepitosamente. Con una de las legislaciones m¨¢s restrictivas y duras en materia de extranjer¨ªa, Espa?a ha recibido el mayor n¨²mero de inmigrantes de su historia. Decir que a partir de ahora cualquier inmigrante que acceda al territorio espa?ol de forma ilegal ser¨¢ repatriado, que el mercado laboral no acepta m¨¢s inmigraci¨®n, decir que los reci¨¦n llegados pueden reducir la calidad de los servicios sociales es reproducir un discurso y una pr¨¢ctica fracasada, renunciando a hacer pedagog¨ªa. Obviar que el crecimiento del PIB o el super¨¢vit de la Seguridad Social se debe a ¨¦stos es situarse en un terreno hegem¨®nico de la derecha: la restricci¨®n de derechos.
La sociedad del siglo XXI va a ser diversa. Los discursos y pr¨¢cticas que ahora se establezcan decidir¨¢n si esa diversidad se da en un marco de integraci¨®n o de exclusi¨®n. El Gobierno no se debe dejar arrastrar por el recurso f¨¢cil de la dureza, y debe abordar una pol¨ªtica de inmigraci¨®n activa que ayude a gobernar el fen¨®meno en un contexto en el que esa nueva ciudadan¨ªa ha sido la base principal del crecimiento del pa¨ªs. Para ello, es fundamental tener una pol¨ªtica de permeabilidad razonable e inteligente en las fronteras espa?olas, ya que la impermeabilidad de las mismas no ayuda a gobernar el proceso, s¨®lo a?ade dramatismo. Es necesario definir canales estables de entrada para los ciudadanos de pa¨ªses del ?frica subsahariana de forma compartida con el resto de pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Adem¨¢s, deben condicionarse los convenios en el control de fronteras con Marruecos o Mauritania al estricto cumplimiento de los derechos humanos, o ?acaso nos podemos permitir dar recursos para que se abandone a personas en medio del desierto?
Debemos adoptar, asimismo, una actitud responsable en la acogida, garantizando el acceso al derecho de asilo y refugio a los inmigrantes con un trato individualizado de los mismos y ofreciendo soluciones realistas. Por muy duros que sean los discursos, un inmigrante que cuenta con un periodo de acogida de apenas 15 d¨ªas y con orden de expulsi¨®n no desaparece. Estos nuevos parias se convierten en fuente de explotaci¨®n laboral y su ¨²nica salida es continuar siendo explotados. Hoy, concluyen su periodo de primera acogida sin una c¨¦dula de inscripci¨®n, sin poder acreditar su ser, sin poder empadronarse y, por tanto, sin posibilidad de acceder a los servicios m¨¢s b¨¢sicos como el de la sanidad. Tenemos que establecer un doble mecanismo: una acogida de 12 semanas que permita acceder a un m¨ªnimo conocimiento del idioma y una formaci¨®n laboral b¨¢sica y permisos temporales de trabajo y residencia que les den acceso, tal como hacen en Alemania, a unos instrumentos m¨ªnimos para su integraci¨®n.
Por ¨²ltimo, hay que enfrentarse al esquema de la derecha. No s¨®lo haciendo pedagog¨ªa, sino luchando en contra del hecho de que el desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs se cargue sobre las espaldas del m¨¢s de un mill¨®n de inmigrantes a los que se permite trabajar en situaci¨®n irregular y en condiciones de explotaci¨®n. Para ello no basta con un proceso extraordinario de regularizaci¨®n. La pol¨ªtica debe ir por otro lado: incrementar significativamente los medios de la inspecci¨®n de trabajo para detectar la explotaci¨®n de trabajadores extranjeros y evitar el efecto llamada que supone que es posible trabajar en Espa?a sin papeles. Adem¨¢s, hay que crear un marco estable de regularizaci¨®n que no se sustente exclusivamente sobre criterios laborables, sino de arraigo. La mejor pol¨ªtica migratoria es aquella que define un Estado de bienestar potente, que permite hacer pol¨ªticas educativas, sanitarias o de vivienda para los sectores m¨¢s vulnerables de la sociedad, entre los que est¨¢ la nueva inmigraci¨®n; una pol¨ªtica que les devuelve, como m¨ªnimo, parte de lo que est¨¢n aportando, que sume a las obligaciones la igualdad de oportunidades.
El Gobierno tiene que corregir el rumbo que est¨¢ tomando y liderar una pol¨ªtica de inmigraci¨®n de verdad evitando ceder el terreno a la derecha. Lo que est¨¢ en juego es el modelo de Catalu?a diversa. Y aunque estemos en elecciones, no es aceptable el deslizamiento hacia la demagogia que nos condena a una diversidad excluyente.
Joan Herrera i Torres es portavoz del grupo IU-ICV en el Congreso de los Diputados.
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