"No se puede vivir sin el humor"
Christoph Marthaler presenta en Madrid sus montajes 'La mosca de la fruta' y 'Winch only'
El director de teatro, ¨®pera y m¨²sico Christoph Marthaler, de 55 a?os, funciona desde hace tiempo sin aparato de promoci¨®n y sin conceder entrevistas desde que decidi¨® hace a?os, en su teatro de Z¨²rich, su ciudad natal, que no ten¨ªa nada que decir que no estuviera expresado en el escenario. La excepci¨®n que hizo con EL PA?S la semana pasada en Berl¨ªn sorprende a todo su equipo.
A pesar de su prolongado silencio, su fama es rotunda y se lo disputan los mejores teatros europeos. Con uno de ellos, la Volksb¨¹hne de Berl¨ªn (creado en 1914 y hoy el teatro de mayor ¨¦xito y m¨¢s controvertido de la Alemania reunificada), ha puesto en pie Die fruchtfliege (La mosca de la fruta), montaje con el que acude al teatro de la Zarzuela hoy y ma?ana. El otro espect¨¢culo, que tambi¨¦n ha programado el Festival de Oto?o de la Comunidad de Madrid y que tambi¨¦n es un estreno en Espa?a, Winch only, es una recreaci¨®n casi surrealista de La coronaci¨®n de Popea, de Monteverdi, que se ver¨¢ en el teatro Valle-Incl¨¢n del 7 al 9 de noviembre.
"La vida consiste en tener grandes pasiones, pero no podemos vivir s¨®lo de eso"
Confluyen en su car¨¢cter elementos comunes a su teatro: jovial, con un punto de ternura, socarr¨®n, melanc¨®lico, rotundamente hedonista, con un aire de m¨²sico metaf¨ªsico y con el firme prop¨®sito de estar en este mundo para divertirse. Lo que ya no transmite sobre el escenario es su profunda timidez, que esconde bajo continuas risas, una conversaci¨®n atropellada y quiz¨¢ un teatro provocador.
Todo su teatro es la encarnaci¨®n de un nuevo concepto de teatro musical. Aunque tambi¨¦n hay otro aspecto al que no renuncia jam¨¢s. "Sin el humor no se puede vivir, no lo concibo. La vida sin iron¨ªa no es vida", dice.
Su teatro renovado, directo, sin concesiones, se pone al servicio de los actores, de historias que hablan del hombre de hoy, de la m¨²sica y, para el que quiera ir m¨¢s all¨¢, de profundas cuestiones psicol¨®gicas y filos¨®ficas. Con un lenguaje que crea y comparte con sus actores y su equipo. "Sin mi dramaturga y mi escen¨®grafa yo no podr¨ªa hacer teatro", dice de Stefanie Carp y Anna Viebrock, respectivamente, con las que trabaja habitualmente.
Winch only lo cre¨® para el belga Kustenfestivaldesarts. Naci¨® de la frustraci¨®n de no poder hacer La coronaci¨®n de Popea. Pero s¨ª pod¨ªa crear algo en torno a los temas centrales de esta obra: el amor, la traici¨®n, el odio, el abuso del poder, el crimen, la sed de destrucci¨®n: "Y pod¨ªa desarrollarlos en el seno de una familia europea, y ?qu¨¦ mejor que de Bruselas!". Adem¨¢s, ha incorporado un pianista en directo que interpreta piezas de varios grandes m¨²sicos y, cuando el p¨²blico menos se lo espera, de Mirelle Mathieu. Todo un recorrido sentimental por las m¨²sicas que transitan por una familia europea de cultura media.
En el caso de La mosca de la fruta (que en Espa?a se deb¨ªa haber traducido por "mosca del vinagre", que es como se conoce a ese insecto), todo naci¨® como una curiosa variaci¨®n de Trist¨¢n e Isolda: "Me hablaron de hacer algo que plasmara el desarrollo del amor y aquello degener¨® en una discusi¨®n con mi equipo acerca de por qu¨¦ no folla m¨¢s la gente, y la cosa acab¨® en una investigaci¨®n sobre el amor y la reproducci¨®n"; y a?ade pensativo: "En la d¨¦cada de los setenta del pasado siglo todo se explicaba a trav¨¦s del psicoan¨¢lisis y ahora todo es a trav¨¦s de la gen¨¦tica; no es un disparate pensar que si las teor¨ªas gen¨¦ticas apuntan a que las personas se pueden reproducir sin amor, est¨¢ claro que el amor pasa a ser algo superfluo".
"Me excita inspirarme en el lugar donde trabajo y que las personas, los espectadores, se reconozcan en ¨¦l", explica, y a?ade que en La mosca de la fruta, la escenograf¨ªa se inspira en la Opera Garnier de Par¨ªs, y en Winch Only, se recogen fragmentos de la Estaci¨®n Central y del Palacio de Justicia de Bruselas. "El gran privilegio del teatro es que uno puede dejarse impregnar por el contexto en el que trabaja y vivir experiencias compartidas; cuando logras que los que est¨¢n sobre el escenario no tengan que interpretar como actores es que se ha llegado al m¨¢ximo".
No oculta que le gustar¨ªa trabajar en o sobre Espa?a, pero ni se le ha pasado por la cabeza el Don Carlos de Verdi: "Esa ¨®pera es una mierda y yo soy un esnob, as¨ª que por ahora lo que me gusta de Espa?a son los jamones ib¨¦ricos de bellota, los aut¨¦nticos pata negra, de los que entiendo mucho. A fin de cuentas, yo soy una mala persona y como s¨®lo lo que es realmente bueno, nunca me meto al cuerpo un animal que haya comido mal", dice este gran entendido en comida y no menos en bebida.
A la hora de hablar de su escepticismo y pesimismo sobre el mundo de la familia, que tantas veces aborda, confiesa: "No s¨¦ si soy esc¨¦ptico y pesimista, yo crec¨ª en una familia fant¨¢stica pero hay cosas malas en todas las familias". Para ¨¦l, la que plasma en Winch only es absolutamente normal: "En ella tambi¨¦n hay sitio para la ternura, aunque sea algo trastornada. El mejor elogio que he escuchado de la obra me lo hizo el rey de B¨¦lgica, que a la salida del espect¨¢culo coment¨®: 'Es una familia realmente belga'. Me alegr¨¦ mucho de o¨ªr eso porque no quiero crear nada nuevo, s¨®lo trabajar con actores, m¨²sicas, personas".
Viendo su teatro se comprende por qu¨¦ la cr¨ªtica internacional ha hablado tantas veces de la importancia de los silencios en el teatro de Marthaler. "Me entusiasman los actores cuando s¨®lo est¨¢n ah¨ª, desconf¨ªo de la sobreactuaci¨®n. Cuando callan se puede ver mucho m¨¢s, me gustan en silencio".
?l, que ha montado muchas ¨®peras en ciudades como Berl¨ªn, Viena, Par¨ªs o Salzburgo, dice que este g¨¦nero es un contenedor de grandes pasiones: "La vida s¨®lo consiste en tener grandes pasiones, pero no podemos vivir s¨®lo de eso, tambi¨¦n vivo de peque?as pasiones", apunta Marthaler, quien deja claro que sus espect¨¢culos no encierran met¨¢foras ni simbolismos: "No hace falta inventar".
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