Empresas
Como he nacido y crecido en una Espa?a paup¨¦rrima (para hacernos una idea de lo amplia y reciente que ha sido nuestra miseria, recordemos que hasta mediados de los a?os setenta no se consigui¨® la plena esco-larizaci¨®n), ahora me resulta chocante observar nuestra petulancia de nuevos ricos y la manera en que estamos penetrando econ¨®micamente en otros pa¨ªses, sobre todo en Latinoam¨¦rica. Resulta que nuestras compa?¨ªas se instalan por doquier y levantan, con raz¨®n o sin ella, inacabables resquemores. Se protesta contra Repsol, contra Iberia, contra los bancos. Se protesta contra nosotros, contra nuestras empresas, en todos los pa¨ªses latinoamericanos. C¨¢spita, resulta que ahora somos los poderosos y los malos. Es una sensaci¨®n francamente rara.
Detesto las simplificaciones y, como es natural, no pienso que las empresas sean el diablo ni que las multinacionales esclavicen el mundo. Creo que, cuando un pa¨ªs pobre no logra salir adelante, la causa principal suele ser la corrupci¨®n e ineptitud de su clase dirigente. Pero tambi¨¦n es cierto que todo poder (tambi¨¦n el econ¨®mico) tiende a ser absoluto y eterno: por eso es necesario controlarlo. Un pa¨ªs con una democracia fr¨¢gil y una sociedad civil d¨¦bil est¨¢ m¨¢s inerme frente a las arbitrariedades empresariales. Como en Nicaragua, por ejemplo. Unos amigos nicas me cuentan la pesadilla que est¨¢n viviendo: llevan meses sufriendo terribles cortes de energ¨ªa de hasta 15 horas al d¨ªa. La precaria econom¨ªa familiar se ha colapsado al perder los alimentos perecederos; los peque?os negocios de comidas, las pulper¨ªas, tan comunes all¨ª, se han hundido. La gente no se atreve a salir de noche a las oscuras calles por el aumento de la delincuencia. Los hospitales est¨¢n paralizados y los enfermos mueren sin poder ser operados ni atendidos. Todo este caos est¨¢ servido por Fenosa, que es la empresa que distribuye la energ¨ªa en Nicaragua. Fenosa alega p¨¦rdidas y que no puede pagar a las compa?¨ªas generadoras de electricidad. Yo no entro en razones comerciales, pero s¨ª s¨¦ que una situaci¨®n tan disparatada ser¨ªa inadmisible en Europa, en Espa?a. Lo habr¨ªan arreglado de alg¨²n modo. Pero aquello, claro, es la pobre y olvidada Nicaragua.
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