Fatalismos inversos
Durante la conversaci¨®n informal mantenida el pasado jueves en el Palacio Real con un grupo de periodistas, el presidente del Gobierno volvi¨® a recalcar la ineludible necesidad de que la izquierda abertzale acepte la Ley de Partidos Pol¨ªticos (LPP) si quiere concurrir a los comicios municipales y forales de 2007. La sentencia 48/2003 del Constitucional interpretadora de la citada norma permitir¨ªa la legalizaci¨®n de un partido situado en el espacio electoral representado en su d¨ªa por la disuelta Batasuna siempre que se inscribiera en el registro del Ministerio del Interior con unos estatutos adecuados. La LPP no exige que los dirigentes y militantes de una formaci¨®n pol¨ªtica "realicen una retractaci¨®n de sus actividades pasadas", sino que sus futuras conductas no vulneren los principios democr¨¢ticos ni los derechos fundamentales mediante el apoyo al terrorismo: nuestro ordenamiento jur¨ªdico es ajeno a un "modelo de democracia militante" que imponga a los partidos la comuni¨®n con un determinado r¨¦gimen o sistema pol¨ªtico m¨¢s all¨¢ del respeto al texto constitucional y a sus procedimientos de reforma. El comentario de Zapatero fue replicado al d¨ªa siguiente de manera destemplada por un comunicado de la ilegalizada Batasuna, que descalific¨® la oferta como "una nueva forma de despiste", exigi¨® la inmediata reuni¨®n -con su presencia- de la proyectada mesa de partidos y mostr¨® una vez m¨¢s su resistencia a pasar por la ventanilla del Ministerio del Interior para tramitar su inscripci¨®n con nombre y estatutos nuevos.
Sobre la confusa situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco s¨®lo parecen tener certezas blindadas -si bien de contenidos diametralmente opuestos- el presidente del Gobierno y los dirigentes del principal partido de la oposici¨®n. Zapatero est¨¢ seguro de que el proceso de final dialogado de la violencia, aunque "largo, duro y dif¨ªcil", se ajustar¨¢ al calendario previsto, se desenvolver¨¢ dentro de los par¨¢metros constitucionales y tendr¨¢ un cierre feliz. Las conclusiones del PP no son menos deterministas en cualquiera de las versiones del final de su pel¨ªcula: o bien el Gobierno habr¨ªa pactado con ETA una capitulaci¨®n por entregas (anexi¨®n al Pa¨ªs Vasco de Navarra y de los territorios franceses ultrapirinaicos, autodeterminaci¨®n e independencia de la Euskal Herria resultante), o bien la banda romper¨ªa la tregua tras aprovechar el alto el fuego para recuperar fuerzas.
Cabe imaginar, sin embargo, que las oportunidades abiertas por la resoluci¨®n del Congreso de mayo de 2005 (que apoder¨® al Gobierno para explorar las posibilidades de un final dialogado de la violencia) y por el alto el fuego permanente de ETA de marzo de 2006 est¨¦n demasiado marcadas por la incertidumbre y descansen sobre ambig¨¹edades lo suficientemente equ¨ªvocas como para poner en marcha consecuencias imprevistas e incluso inimaginables para los interlocutores. A diferencia del optimismo determinista del Gobierno y del pesimismo fatalista sim¨¦tricamente opuesto del PP, una actitud racional que combinase el escepticismo con una buena voluntad esperanzada contrastar¨ªa las palabras con los hechos, analizar¨ªa la marcha de las negociaciones, desconfiar¨ªa de los rumores y quedar¨ªa a la espera de los resultados finales para juzgarlos: el ap¨®stol Tom¨¢s el Mellizo del Evangelio ("ver y tocar para creer") ser¨ªa el santo patrono de esa tribu sin certezas.
Mientras el presidente del Gobierno contin¨²e teniendo el respaldo del Congreso y del electorado, el mandato parlamentario recibido en 2005 seguir¨¢ legitimando su arriesgada apuesta y concediendo un amplio margen de discrecionalidad a sus decisiones (acertadas o err¨®neas). Existen indicios, por lo dem¨¢s, de que el proceso de final dialogado de la violencia ha sacado a la superficie graves tensiones dentro de la banda terrorista y entre los dirigentes y militantes de su brazo pol¨ªtico: si bien hace tres a?os y medio que ETA no mata, la resistencia de Batasuna a legalizarse y la continuidad de la kale borroka (incluso despu¨¦s de terminada la huelga de hambre de De Juana Chaos) son s¨ªntomas preocupantes. Y esa perspectiva de ruptura interna podr¨ªa ser utilizada de manera ventajista por los dirigentes actuales de ETA y Batasuna para tratar de arrancar concesiones al Gobierno bajo la amenaza de que si se negasen a ceder a ese chantaje los supuestos halcones desplazar¨ªan del poder a las presuntas palomas.
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